Prólogo. Londres, 1885
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dynamo
Gaia
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Prólogo. Londres, 1885
Recuerdo del primer mensaje :
No le has visto acercarse, pero está detras de ti. Sientes su aliento en la nuca. Su sola presencia hace erizarse el pelo de tu espalda como si fueses un animal en peligro. Respira con pausa y se sitía frente a ti, apoya sus manos en los brazos de la silla y te clava la mirada.
En ese momento lo comprendes todo. Comprendes que no hay escapatoria. En esos ojos rojos, que si no te inspirasen terror incluso podrías considerar bonitos, entiendes porqué los ojos de un vampiros tienen el poder de paralizar a su víctima.
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PRÓLOGO
Allá por 1885
Allá por 1885
No le has visto acercarse, pero está detras de ti. Sientes su aliento en la nuca. Su sola presencia hace erizarse el pelo de tu espalda como si fueses un animal en peligro. Respira con pausa y se sitía frente a ti, apoya sus manos en los brazos de la silla y te clava la mirada.
En ese momento lo comprendes todo. Comprendes que no hay escapatoria. En esos ojos rojos, que si no te inspirasen terror incluso podrías considerar bonitos, entiendes porqué los ojos de un vampiros tienen el poder de paralizar a su víctima.
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Última edición por Gaia el 17/08/11, 08:39 pm, editado 3 veces
Re: Prólogo. Londres, 1885
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Con...Veronica Framco
En...Fiesta Malory
ESPERO
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Con... Katherine, Rose, Anne Marie, Elizabetta, Corner, Sebastian…
En...Consejo Vampírico
ESPERO
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Con...
En...Calles
DISPONIBLE
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Con...
En...Rumbo a Mansión Sussex
DISPONIBLE
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Con...
En...
NO DISPONIBLE
Re: Prólogo. Londres, 1885
Eve Ackerman
(Mansion Suxxex, con Amy Malory )
Creo que ninguno de los aqui presentes se esperaba la nada grata sorpresa que la humilde gente de Londres tenia preparada para Amy y para los que estabamos disfrutando de la fiesta, cierto era que los periodicos de la ciudad habian contribuido en gran medida a crear un ambiente propicio para una revuelta de ese calibre, llevaban semanas anunciando a empresarios y nobles como si del diablo se tratase y un acontecimiento de este tipo invitaba a los mas inocentes a una rebelion por sus principios, a pesar de unas pequeñas manchas en el vestido, no pude sentir mas que lastima por aquellas pobres almas que envalentonadas por defender causas perdidas se habian granjeado sin querer un futuro en los calabozos no por poco tiempo, si la fama que precedia al Señor Suxxex era cierta.
Cuando los cristales se hicieron añicos por el suelo, las agudas voces de las mas jovenes acallaron la suave musica y una lluvia de verduras inundo el iluminado cielo de la sala, senti como el brazo de mi carabina, ahora en mucha mejor estima que momentos antes, se cernia sobre mi en un intento de protegerme, a mi y a mi vestido de todo el desastroso espectaculo, recibi sin quejas su torpe gesto mientras me cegaba con su cuerpo de una vision poco elegante de la florinata de Londres, gente corriendo perdida por el salon, resbalando entre tomates y lechugas podridas y escondiendose en cualquier rincon al tiempo que perdian sus refinados modales.
Cuando la revuelta tuvo fin, los llantos tomaron el relevo de los gritos, la situacion me habia alejado de Lady Malory, que una vez consegui ubicarla entre la masa entristecida, me tranquilizo saber que se encontraba a buen recaudo con el dueño de la mansion.
Los rebeldes fueron sutilmente retirados de la mejor forma del salon, apenas unas voces mas y el silencio se apodero de todos dando paso a un Señor Suxxex seguro de si mismo que puso en orden la situacion, dejando claro que esto seguia siendo una fiesta y que como yo ya pensaba, no teniamos que darle mayor importancia, por Amy, y por las que como yo, esperaban una presentacion tranquila y sin escandalos en un futuro proximo.
Los alegres violines retomaron sus melodias invitando a la muchedumbre a seguir a Amy y Lord Suxxex en el baile, cuando estos consiguieron llenar con gracia la pista de mas parejas, vi como él la llevaba hasta un grupo de chicas visiblemente nerviosas que aun esperaban tener suerte y que algun caballero solicitase su tarjeta de baile, supose que como estrategia bien estudiada por el Lord y por el bien de mi amiga, dado que sus pretendientes estarian deseosos de tomar su mano y posar orgullosos con la compañia de la protagonista.
Eche un rapido vistado a mi acompañante y entre una fingida exclamacion que acompañe con un gesto delicado posando mi mano sobre mi boca con la clara intencion de parecer sorprendida y apenada, la di a entender que como buena dama de compañia deberia excusarse y acudir al aseo para estar mas presentable. Tome sus manos entre las mias enguantadas y la sonrei tranquilizandola "no estare sola, ire en busca de Lady Malory", ella me miro recelosa, supongo que desconfiaba, no me conocia y lo entendi, aunque mis intenciones eran buenas, siempre lo eran. La asegure que si Lord Benson se enteraba de que yo habia estado en boca de los demas porque mi carabina parecia una rebelde mas cubierta de verduras, no estaria muy contento con ella. Intente decirlo de la manera mas suave posible, pero tras su marcha con una mueca triste en sus ojos, me arrepenti al instante de mi comportamiento, suspire y me anote mentalmente disculparme por mi atrevido comentario.
Intente pasar desapercibida entre la gente para que nadie notara que me encontraba sola hasta situarme al lado de Amy, tome su brazo con el mio con confianza y la sonrei- Parece que tu presentacion va a ser una de las mas comentadas mañana en todo Londres, apuesto a que te van a conceder el honor de una primera hoja en la Gazette-Brome y di unas cariñosas palmadas en su mano.
(Mansion Suxxex, con Amy Malory )
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Cuando los cristales se hicieron añicos por el suelo, las agudas voces de las mas jovenes acallaron la suave musica y una lluvia de verduras inundo el iluminado cielo de la sala, senti como el brazo de mi carabina, ahora en mucha mejor estima que momentos antes, se cernia sobre mi en un intento de protegerme, a mi y a mi vestido de todo el desastroso espectaculo, recibi sin quejas su torpe gesto mientras me cegaba con su cuerpo de una vision poco elegante de la florinata de Londres, gente corriendo perdida por el salon, resbalando entre tomates y lechugas podridas y escondiendose en cualquier rincon al tiempo que perdian sus refinados modales.
Cuando la revuelta tuvo fin, los llantos tomaron el relevo de los gritos, la situacion me habia alejado de Lady Malory, que una vez consegui ubicarla entre la masa entristecida, me tranquilizo saber que se encontraba a buen recaudo con el dueño de la mansion.
Los rebeldes fueron sutilmente retirados de la mejor forma del salon, apenas unas voces mas y el silencio se apodero de todos dando paso a un Señor Suxxex seguro de si mismo que puso en orden la situacion, dejando claro que esto seguia siendo una fiesta y que como yo ya pensaba, no teniamos que darle mayor importancia, por Amy, y por las que como yo, esperaban una presentacion tranquila y sin escandalos en un futuro proximo.
Los alegres violines retomaron sus melodias invitando a la muchedumbre a seguir a Amy y Lord Suxxex en el baile, cuando estos consiguieron llenar con gracia la pista de mas parejas, vi como él la llevaba hasta un grupo de chicas visiblemente nerviosas que aun esperaban tener suerte y que algun caballero solicitase su tarjeta de baile, supose que como estrategia bien estudiada por el Lord y por el bien de mi amiga, dado que sus pretendientes estarian deseosos de tomar su mano y posar orgullosos con la compañia de la protagonista.
Eche un rapido vistado a mi acompañante y entre una fingida exclamacion que acompañe con un gesto delicado posando mi mano sobre mi boca con la clara intencion de parecer sorprendida y apenada, la di a entender que como buena dama de compañia deberia excusarse y acudir al aseo para estar mas presentable. Tome sus manos entre las mias enguantadas y la sonrei tranquilizandola "no estare sola, ire en busca de Lady Malory", ella me miro recelosa, supongo que desconfiaba, no me conocia y lo entendi, aunque mis intenciones eran buenas, siempre lo eran. La asegure que si Lord Benson se enteraba de que yo habia estado en boca de los demas porque mi carabina parecia una rebelde mas cubierta de verduras, no estaria muy contento con ella. Intente decirlo de la manera mas suave posible, pero tras su marcha con una mueca triste en sus ojos, me arrepenti al instante de mi comportamiento, suspire y me anote mentalmente disculparme por mi atrevido comentario.
Intente pasar desapercibida entre la gente para que nadie notara que me encontraba sola hasta situarme al lado de Amy, tome su brazo con el mio con confianza y la sonrei- Parece que tu presentacion va a ser una de las mas comentadas mañana en todo Londres, apuesto a que te van a conceder el honor de una primera hoja en la Gazette-Brome y di unas cariñosas palmadas en su mano.
Miss_F- Holgazán
- Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 14/12/2010
Re: Prólogo. Londres, 1885
Alaric Von Hessel
con Edeline Von Hessel, Abraham Van Helsing, Eve Ackerman y Amy Malory
Cuando vi lo que había pasado en la mansión Sussex en nuestra ausencia, agradecí que el retraso causado por la llegada del profesor Van Helsing nos hubiera salvado de la humillación de ser víctimas de aquella multitud enardecida. Los criados de Sussex se afanaban por limpiar toda evidencia del incidente y algunos asistentes de la fiesta hacían lo mejor que podían por limpiar su indumentaria y volver a verse presentables. Mientras observaba todo esto, Ede llamó mi atención hacia la protagonista de aquella noche, lady Amy Malory, quien danzaba en medio de la pista con su padrino y anfitrión, lord Sussex. El evento pareció retomar su ritmo cuando nuevas parejas se unieron y el baile se desencadenó en todo su esplendor. Me di vuelta hacia nuestro acompañante, Van Helsing.
- Si me disculpa, profesor Van Helsing, tengo... obligaciones sociales que reclaman mi atención, pero pronto tendremos un momento para discutir esas cuestiones de nuestro interés común. Mientras tanto descanse de su viaje, conozca la sociedad londinense, disfrute de la fiesta, de la comida, la bebida... - giré un poco la cabeza mirando a lady Malory, quien conversaba en aquel momento con Eve Ackerman y volví a mirar a Van Helsing - y de la compañía de una bella dama bajo el poder de una melodía. Estoy seguro de que lady Ackerman aceptará gustosa un baile con tan distinguido invitado.
Con un gesto me despedí y me deslicé, esquivando parejas danzantes, hasta llegar junto a ambas damas, que conversaban alegremente. Ambas me miraron al acercarme y les dediqué una sonrisa, mientras hacia una reverencia y le ofrecía mi mano a lady Malory.
- Milady ¿me haría el honor de concederme esta pieza?
Mientras Amy tomaba mi mano, me dirigí a Eve.
- Lady Ackerman, he traído un invitado, un pariente de la familia que acaba de llegar a Londres. A lo mejor si usted le dedica un momento esa bella sonrisa suya, él tome valor para invitarla a un baile, y usted pueda ayudarlo a sentirse cómodo y bienvenido.
Sabía que Eve Ackerman era una dama de buen corazón y no se negaría a una petición así. Yo por mi parte, guié a Amy hacia el centro de la pista de baile y comenzamos a deslizarnos entre las demás parejas, al ritmo de las melodías que la banda producía armoniosamente. Pronto nos vimos envueltos en la marea de elegancia que conformaba aquel ritual placentero.
- Déjeme decirle que es un honor para mí poder disfrutar de su compañía esta noche, lady Malory - le dije cerca del oído en cuanto tuve oportunidad -. Y que está usted tan hermosa como cabría esperar y aún más.
con Edeline Von Hessel, Abraham Van Helsing, Eve Ackerman y Amy Malory
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- Si me disculpa, profesor Van Helsing, tengo... obligaciones sociales que reclaman mi atención, pero pronto tendremos un momento para discutir esas cuestiones de nuestro interés común. Mientras tanto descanse de su viaje, conozca la sociedad londinense, disfrute de la fiesta, de la comida, la bebida... - giré un poco la cabeza mirando a lady Malory, quien conversaba en aquel momento con Eve Ackerman y volví a mirar a Van Helsing - y de la compañía de una bella dama bajo el poder de una melodía. Estoy seguro de que lady Ackerman aceptará gustosa un baile con tan distinguido invitado.
Con un gesto me despedí y me deslicé, esquivando parejas danzantes, hasta llegar junto a ambas damas, que conversaban alegremente. Ambas me miraron al acercarme y les dediqué una sonrisa, mientras hacia una reverencia y le ofrecía mi mano a lady Malory.
- Milady ¿me haría el honor de concederme esta pieza?
Mientras Amy tomaba mi mano, me dirigí a Eve.
- Lady Ackerman, he traído un invitado, un pariente de la familia que acaba de llegar a Londres. A lo mejor si usted le dedica un momento esa bella sonrisa suya, él tome valor para invitarla a un baile, y usted pueda ayudarlo a sentirse cómodo y bienvenido.
Sabía que Eve Ackerman era una dama de buen corazón y no se negaría a una petición así. Yo por mi parte, guié a Amy hacia el centro de la pista de baile y comenzamos a deslizarnos entre las demás parejas, al ritmo de las melodías que la banda producía armoniosamente. Pronto nos vimos envueltos en la marea de elegancia que conformaba aquel ritual placentero.
- Déjeme decirle que es un honor para mí poder disfrutar de su compañía esta noche, lady Malory - le dije cerca del oído en cuanto tuve oportunidad -. Y que está usted tan hermosa como cabría esperar y aún más.
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
Lord Ruthven
Esas desagradables criaturas de alcantarilla habían tenido la osadía de irrumpir la velada con sus pretensiones envidiosas. Para mi fortuna, yo aún no había entrado cuando aquello aconteció, y decidí retrasar mi entrada, perdiéndome en las sombras que rodeaban la mansión. El alboroto los había dispersado y aproveché aquello para ubicar a una de aquellas sucias ratas cuando se perdió en su huída. Era una joven ladronzuela vestida como un hombre, con pantalones cortados a la altura de las rodillas, una camisa sucia, chaleco grueso, zapatillas de tela y un gorro de lana que mantenía su corto cabello aplastado y saliendo en puntas alrededor de su cabeza. La muchacha corría en la oscuridad hasta que se agotó y se detuvo para tomar aire, mirando alrededor para comprobar que sus perseguidores la habían perdido de vista. Soltó un suspiro y bajó la cabeza, tratando de controlar su respiración agitada. De repente, con un escalofrío, se puso tensa y volvió a mirar a su alrededor. La niebla londinense la rodeaba y las lejanas luces de la mansión Sussex no alcanzaban a proyectar suficiente luz a su alrededor. La soledad y el silencio que la rodeaban comenzaron a minar sus nervios, y se agitó, dando vueltas en busca de algo en la oscuridad, con aquel macabro impulso humano de ver aquello que los aterraba. Débiles humanos, cuando el temor se apodera de ellos, no hacen más que petrificarse y buscar con la vista aquella pesadilla que los atormenta. Como una mosca a la luz, se ven atraídos por el peligro que resulta en su perdición. Son tan simples, tan primitivos.
En medio de la niebla, la muchacha centró su mirada en una silueta no muy lejana. Dio un paso en la dirección contraria, pero se detuvo. Miró alrededor y volvió a centrar su vista en la silueta. Cambio su rumbo y comenzó a caminar en esa dirección, titubeante. Con sus ojos adaptándose lentamente a la oscuridad, le pareció reconocer una capa y un sombrero en aquella figura, inmóvil como una estatua en medio de las penumbras. Siguió acercándose con movimientos vacilantes, hasta estar a un solo paso de aquel hombre, de quien no veía el rostro. Yo solté una risa muy leve y ella dio un paso atrás. Me di vuelta, quitándome el sombrero y mirándola, con mis ojos brillando como dos faros en medio de la oscuridad.
- Ah, predecibles y estúpidos humanos. Siempre caminando tan voluntariamente hacia su perdición. Ven, querida, acércate más.
Le hice un gesto con la mano y ella intentó alejarse, pero se detuvo, con su mirada clavada en mis ojos.
- No... - murmuró con una voz susurrante e impotente.
Sonreí mientras ella comenzaba a acercarse nuevamente, sin dejar de mirarme a los ojos. Una lágrima se deslizó por su mejilla al ver que no podía controlar aquel impulso y mi sonrisa se amplió, mostrando los puntiagudos colmillos en mis dientes caninos. Me incliné sobre su cuello, disfrutando el aroma de aquella piel tan fresca y joven, encontrando la esencia pura que se ocultaba bajo el hedor de la mugre y la putrefacción. Deslicé un dedo por su mejilla y aparté los pocos mechones de pelo sucio que escapaban de su gorro. Ella inclinó la cabeza a un lado y su mirada se perdió en las lejanas luces de la mansión, apenas agitándose con el espasmo de un sollozo. Ella veía a la muerte sonriéndole en su bienvenida y lloraba por no poder apartarse de aquel camino. Saboreé aquel momento por un instante más. No quería acabar con su sufrimiento tan piadosamente, cuando aquel llanto tan quedo pero sentido alimentaba mi corazón con el disfrute por su agonía. Hubiera estado toda la noche viéndola sollozar tontamente, pero tenía una fiesta a la que asistir, así que hundí mis colmillos en la carne de su delgado cuello y la cálida sangre brotó en mi boca con potencia. La criatura cerró sus ojos mientras una última lágrima brotaba de ellos. Su fina piel se fue volviendo cada vez más pálida y la fuerza desapareció de sus jóvenes músculos. Tras un instante, su cuerpo sin vida se desplomó, colgando como una prenda de vestir sucia de mi brazo que la aferraba potentemente.
Caminé hasta la orilla del Támesis con aquel cuerpo en mis brazos, de un ser que nadie extrañaría, nadie lloraría. Una vida desperdiciada, ignorada por los nobles que la esquivaban en su carruajes; olvidada por sus iguales, criaturas de la calle y la suciedad que presumían de una amistad inexistente, un concepto de familia entre condenados que solo soñaban con una salida de aquella horrible vida que llevaban, aunque tuvieran que pisar a aquellos que sufrían sus mismas condiciones. No, nadie lloraría esta muchacha, porque a nadie le importaba una joven ladronzuela que se hubiera ahogado en el Támesis una noche. Aquella vida tan frágil que era todo lo que tenían los humanos, y tan poco sabían apreciar, se le había escapado como a tantos otros antes que ella, y nadie cambiaría su forma de ver el regalo que era despertar cada día con su corazón latiendo. Nadie reflexionaría por una muerte más, hasta que sean ellos a quienes la parca les sonría una noche y extienda su mano dándoles la bienvenida a un oscuro más allá.
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En medio de la niebla, la muchacha centró su mirada en una silueta no muy lejana. Dio un paso en la dirección contraria, pero se detuvo. Miró alrededor y volvió a centrar su vista en la silueta. Cambio su rumbo y comenzó a caminar en esa dirección, titubeante. Con sus ojos adaptándose lentamente a la oscuridad, le pareció reconocer una capa y un sombrero en aquella figura, inmóvil como una estatua en medio de las penumbras. Siguió acercándose con movimientos vacilantes, hasta estar a un solo paso de aquel hombre, de quien no veía el rostro. Yo solté una risa muy leve y ella dio un paso atrás. Me di vuelta, quitándome el sombrero y mirándola, con mis ojos brillando como dos faros en medio de la oscuridad.
- Ah, predecibles y estúpidos humanos. Siempre caminando tan voluntariamente hacia su perdición. Ven, querida, acércate más.
Le hice un gesto con la mano y ella intentó alejarse, pero se detuvo, con su mirada clavada en mis ojos.
- No... - murmuró con una voz susurrante e impotente.
Sonreí mientras ella comenzaba a acercarse nuevamente, sin dejar de mirarme a los ojos. Una lágrima se deslizó por su mejilla al ver que no podía controlar aquel impulso y mi sonrisa se amplió, mostrando los puntiagudos colmillos en mis dientes caninos. Me incliné sobre su cuello, disfrutando el aroma de aquella piel tan fresca y joven, encontrando la esencia pura que se ocultaba bajo el hedor de la mugre y la putrefacción. Deslicé un dedo por su mejilla y aparté los pocos mechones de pelo sucio que escapaban de su gorro. Ella inclinó la cabeza a un lado y su mirada se perdió en las lejanas luces de la mansión, apenas agitándose con el espasmo de un sollozo. Ella veía a la muerte sonriéndole en su bienvenida y lloraba por no poder apartarse de aquel camino. Saboreé aquel momento por un instante más. No quería acabar con su sufrimiento tan piadosamente, cuando aquel llanto tan quedo pero sentido alimentaba mi corazón con el disfrute por su agonía. Hubiera estado toda la noche viéndola sollozar tontamente, pero tenía una fiesta a la que asistir, así que hundí mis colmillos en la carne de su delgado cuello y la cálida sangre brotó en mi boca con potencia. La criatura cerró sus ojos mientras una última lágrima brotaba de ellos. Su fina piel se fue volviendo cada vez más pálida y la fuerza desapareció de sus jóvenes músculos. Tras un instante, su cuerpo sin vida se desplomó, colgando como una prenda de vestir sucia de mi brazo que la aferraba potentemente.
Caminé hasta la orilla del Támesis con aquel cuerpo en mis brazos, de un ser que nadie extrañaría, nadie lloraría. Una vida desperdiciada, ignorada por los nobles que la esquivaban en su carruajes; olvidada por sus iguales, criaturas de la calle y la suciedad que presumían de una amistad inexistente, un concepto de familia entre condenados que solo soñaban con una salida de aquella horrible vida que llevaban, aunque tuvieran que pisar a aquellos que sufrían sus mismas condiciones. No, nadie lloraría esta muchacha, porque a nadie le importaba una joven ladronzuela que se hubiera ahogado en el Támesis una noche. Aquella vida tan frágil que era todo lo que tenían los humanos, y tan poco sabían apreciar, se le había escapado como a tantos otros antes que ella, y nadie cambiaría su forma de ver el regalo que era despertar cada día con su corazón latiendo. Nadie reflexionaría por una muerte más, hasta que sean ellos a quienes la parca les sonría una noche y extienda su mano dándoles la bienvenida a un oscuro más allá.
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
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●Whitechapel
●Ft. Sir Dorian Gray
La madre superiora me había pedido que hiciera un recado muy poco habitual, y es que a éstas horas ya tendría que estar dentro de mi cama, o a punto de acostarme, rezando plegarias y por supuesto dentro de mi celda. Sin embargo, me encontraba a saber a que hora, caminando a paso ligero por el mismo Whitechapel. Éste no era lugar para una futura monja, y corroborando mis pensamientos varios borrachos intentaron levantarme las faldas, alegando que iba muy tapada y que por lo menos les enseñara las pantorrillas.
Solo quería salir de allí, y cuanto antes encontrara alguna bodega abierta, antes me iría a rezar el rosario; que ganas tenía de ello!
Me dirigí a una bocacalle en la que varias chicas de compañia a pesar del frio que hacía, enseñaban partes de su cuerpo que a mi nunca se me pasaría por la cabeza enseñar. Me miraron de arriba a bajo, bajé la mirada y seguí mi camino. Que diferente era todo aquel lugar por el día. Y que concurrido estaba ahora.
Por fin llegué a mi destino y afortunadamente la bodega estaba abierta. Imaginé que era debido a la celebración, ya que a las horas que eran pocos comercios seguian abiertos.
-Buenas noches.- saludé al dependiente nada más entrar.El me reconoció enseguida ya que no era la primera vez que iba allí, aunque en su mirada se notó que estaba extrañado de verme en ese instante.- ¿Podría darme dos botellas de vino?
-Joven Elena, ¿como tú por aquí a éstas horas? No me digas que ahora dejan salir de celebraciones a las novicias?-me sonrió- Un momento, ya te pongo eso
-No, para nada, es que el reverendo se ha quedado sin vino y mañana tiene una misa muy importante.
-Ah claro, y te mandan a tí a hacer sus recados ¿no?
-No me importa, al contrario, me encanta servir a mi Iglesia y si así contribuyo, bienvenido sean los recados.
El asintió y me tendió las dos botellas envueltas en una bolsa de papel. Le pagué y muy educadamente nos despedimos. Salí a la calle y noté como el frio golpeaba mi cara. Debía apresurarme para volver cuante antes o pillaría una neumonía.
Sin embargo, alguien entorpeció mi paso e hizo que me detuviera. Había tropezado con un hombre y las botellas estuvieron a punto de caer al suelo.
- Oh, mis mas sinceras disculpas señorita, no era mi intención.
-Oh, no, no, disculpeme usted a mí. He sido una torpe por no mirar por donde iba.
Elevé la mirada en busca de su rostro y me sorprendió muchísimo la manera en la que me miró. Hizo que me ruborizara en el acto. No estaba acostumbrada a miradas tan directas.Miré para otro lado.
- Lo lamento de nuevo señorita..no debí…mirarla de ese modo.
Seguía mirando hacía otro lado, pero por el rabillo del ojo noté que hacía una reverencia a modo de disculpa. No sabía que hacer, si mirarle o no, ya que me había descolocado del todo aquellos ojos tan penetrantes que parecía que podían ver hasta el fondo de mi alma.
- Me llamo Dorian Gray, he llegado del extranjero tras un largo viaje y parece ser que me he perdido.-Que bien, podría darle indicaciones y fingiriamos que allí no había pasado nada. -Me recuerda mucho..a un viejo amor.- Que mal, de nuevo me dejaba sin saber como actuar.
-Yo...-dije en voz baja, dudosa de como continuar la frase y de como salir de aquella situación.- me llamo Elena Rigantti. Me parece curioso que le recuerde a... a un viejo amor. Debe tratarse a que tengo una cara muy común.- Semisonreí, lo justo para notarse que no quería ser descortés con el cambio de tema que iba a hacer en ese justo momento.- Si necesita alguna indicación para encontrar su destino, caballero, dígame, ¿puedo ayudarle en algo? Verá, hace frio y he de llegar al mio propio cuanto antes.
La madre superiora era estricta en cuanto a horarios. Sabía cuando había salido yo por la puerta y lo que se tardaba hasta la bodega. Si tardaba un minuto más en llegar, no quería imaginar que me pondría a hacer mañana en el convento.
coralιne- Holgazán
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Fecha de inscripción : 27/12/2010
Localización : In the Middle of Nowhere
Re: Prólogo. Londres, 1885
Rose LePrince
Con Katherine, Anne Marie, Livia, Elizabetta, Corner y Sebastian.
Tras mi intervención la sala se centró y el silencio reinó por unos instantes mientras los asistentes a la reunión del consejo intentaban buscar una propuesta lo suficientemente buena para alejar de nosotros a la prensa y Scotland Yard.
La única que se atrevió a romper el silencio fue Livia, una de mis seguidoras más fieles.
- Milady, si me permite opinar creo que todos podríamos actuar sobre nuestros contactos influyentes...médicos, encargados del The Westminster Gazette, varones del Scotland Yard...regando sobre ellos rumores que alejen la vista sobre los vampiros
Me apoyé en los brazos de mi butaca y giré ligeramente mi cara hacia ella para mirarla. No era una idea descabellada y podría alejar los rumores de manera eficaz.
- ¿Y a quien culparíamos de los ataques?
- Algún animal salvaje, un humano con tintes homicidas, pero...Aún así quedarían las declaraciones de las víctimas que dicen tener como atacante un humano...una Dama de sangre…
- Eso es lo de menos – tercié -. Un testigo de los bajos fondos tiene la misma credibilidad que un borracho. Aunque los escuchen nadie tomara su testimonio como verdad. No si nos esforzamos en manifestar lo contrario.
- Yo podría obrar en algunos de mis "contactos" masculinos y así hacer que estos dispersen información que no nos ubique a nosotros como culpables...pero no se si eso sería suficiente para atender este asunto tan delicado.
- De momento es más que suficiente – dije asintiendo con la cabeza -. Gracias, Livia – manifesté complacida.
Dejé de mirarla a ella para volver a hablar a toda la sala.
- Todos tenemos contactos e influencia suficiente para poner este asunto a nuestro favor. De cada uno de nosotros depende y espero que así lo manifestéis al resto de vuestros clanes. Nuestra principal tarea ahora mismo será alejar de nosotros los rumores fundando otros nuevos. Ya nos encargaremos de administrar nuestra justicia más adelante.
Me levanté de la silla y apoyé mis manos en la mesa.
- Con la misma idea alguno de nosotros también debería ocuparse de ese tal Holmes que parece estar investigando por libre este asunto. No quiero que ningún cabo suelto quede libre. ¿Queda claro?
Esperé unos segundos mirándolos fijamente y después relajé mis facciones.
- Si no hay nada más que decir, doy por finalizada esta reunión del consejo.
Me coloqué la capa sobre los hombros y les hice un gesto a Katherine y a Livia para que se levantasen y me siguieran. La reunión se había alargado demasiado. Mientras caminábamos por los mal iluminados pasillos de mármol me dirigí a ellas:
- Id vosotras a la mansión de Lord Sussex y encargaos de poner en práctica lo que hemos hablado en la reunión. Toda mi confianza está puesta en vosotras. En cuanto me sea posible también apareceré allí. Aún tengo asuntos que solucionar.
Me despedí de ellas a la salida de la sede el consejo y me subí a mi carruaje donde el cochero ya esperaba.
- Ya sabe a donde tiene que ir.
Con Katherine, Anne Marie, Livia, Elizabetta, Corner y Sebastian.
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La única que se atrevió a romper el silencio fue Livia, una de mis seguidoras más fieles.
- Milady, si me permite opinar creo que todos podríamos actuar sobre nuestros contactos influyentes...médicos, encargados del The Westminster Gazette, varones del Scotland Yard...regando sobre ellos rumores que alejen la vista sobre los vampiros
Me apoyé en los brazos de mi butaca y giré ligeramente mi cara hacia ella para mirarla. No era una idea descabellada y podría alejar los rumores de manera eficaz.
- ¿Y a quien culparíamos de los ataques?
- Algún animal salvaje, un humano con tintes homicidas, pero...Aún así quedarían las declaraciones de las víctimas que dicen tener como atacante un humano...una Dama de sangre…
- Eso es lo de menos – tercié -. Un testigo de los bajos fondos tiene la misma credibilidad que un borracho. Aunque los escuchen nadie tomara su testimonio como verdad. No si nos esforzamos en manifestar lo contrario.
- Yo podría obrar en algunos de mis "contactos" masculinos y así hacer que estos dispersen información que no nos ubique a nosotros como culpables...pero no se si eso sería suficiente para atender este asunto tan delicado.
- De momento es más que suficiente – dije asintiendo con la cabeza -. Gracias, Livia – manifesté complacida.
Dejé de mirarla a ella para volver a hablar a toda la sala.
- Todos tenemos contactos e influencia suficiente para poner este asunto a nuestro favor. De cada uno de nosotros depende y espero que así lo manifestéis al resto de vuestros clanes. Nuestra principal tarea ahora mismo será alejar de nosotros los rumores fundando otros nuevos. Ya nos encargaremos de administrar nuestra justicia más adelante.
Me levanté de la silla y apoyé mis manos en la mesa.
- Con la misma idea alguno de nosotros también debería ocuparse de ese tal Holmes que parece estar investigando por libre este asunto. No quiero que ningún cabo suelto quede libre. ¿Queda claro?
Esperé unos segundos mirándolos fijamente y después relajé mis facciones.
- Si no hay nada más que decir, doy por finalizada esta reunión del consejo.
Me coloqué la capa sobre los hombros y les hice un gesto a Katherine y a Livia para que se levantasen y me siguieran. La reunión se había alargado demasiado. Mientras caminábamos por los mal iluminados pasillos de mármol me dirigí a ellas:
- Id vosotras a la mansión de Lord Sussex y encargaos de poner en práctica lo que hemos hablado en la reunión. Toda mi confianza está puesta en vosotras. En cuanto me sea posible también apareceré allí. Aún tengo asuntos que solucionar.
Me despedí de ellas a la salida de la sede el consejo y me subí a mi carruaje donde el cochero ya esperaba.
- Ya sabe a donde tiene que ir.
Re: Prólogo. Londres, 1885
Amy Malory
Con Alaric
Tras el abandono repentino al que mi padrino me había obligado, no tarde demasiado en volver a tener compañía y se lo agradecí a Eve con una amplia sonrisa cuando enganchó su brazo con el mío.
- Parece que tu presentación va a ser una de las más comentadas mañana en todo Londres, apuesto a que te van a conceder el honor de una primera hoja en la Gazette.
- Calla – resoplé afligida -. No entiendo porque han tenido que irrumpir hoy y de esta manera ¿Así como voy a encontrar marido? Seré conocida como Amy, Lady verdulera, Condesa de escarola podrida. Seré el hazmerreír de todos los pretendientes de Londres.
Me arrebujé en el vestido tratando de ocultar el bochorno que sentía al recordar el incidente de las verduras. A Eve pareció hacerle gracia y se rió, poniéndose seria de golpe inmediatamente después. ¿Y ahora que le pasaba?
Giré mi cabeza en dirección a donde miraba Eve para encontrarnos de frente a Sir Von Hessel que nos dedicó una reverencia. ¡Oh, dios!
- Milady ¿me haría el honor de concederme esta pieza?
-Me encantaría– respondí impulsivamente sin pensar en Eve y en su repentina soledad si yo la dejaba sola. Sin embargo, Von Hessel parecía haber pensado en todo y se había encargado de buscarle a Eve también una pareja en el baile.
Mientras me veía arrastrada nuevamente hacia la pista miré hacia Eve con una sonrisa emocionada encogiéndome ligeramente de hombros. No iba a ser yo quien se negase a bailar con Alaric Von Hessel.
- Déjeme decirle que es un honor para mí poder disfrutar de su compañía esta noche, lady Malory – dijo una vez nos unimos al resto de parejas que bailaban una mazurca-. Y que está usted tan hermosa como cabría esperar y aún más.
- Sus labios profanos se deshacen en halagos, Milord – respondí clavando mis ojos en los suyos -. Y no me molesta, pero si he de serle sincera, preferiría que se deshicieran en otro tipo de… menesteres. – sonreí con picardía -. Usted también muestra un buen aspecto – dije a continuación, mucho más seria y de manera protocolaria- no fuera a asustarse-, y me halaga que haya asistido a la recepción. ¿Está disfrutando de la velada?
Con Alaric
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- Parece que tu presentación va a ser una de las más comentadas mañana en todo Londres, apuesto a que te van a conceder el honor de una primera hoja en la Gazette.
- Calla – resoplé afligida -. No entiendo porque han tenido que irrumpir hoy y de esta manera ¿Así como voy a encontrar marido? Seré conocida como Amy, Lady verdulera, Condesa de escarola podrida. Seré el hazmerreír de todos los pretendientes de Londres.
Me arrebujé en el vestido tratando de ocultar el bochorno que sentía al recordar el incidente de las verduras. A Eve pareció hacerle gracia y se rió, poniéndose seria de golpe inmediatamente después. ¿Y ahora que le pasaba?
Giré mi cabeza en dirección a donde miraba Eve para encontrarnos de frente a Sir Von Hessel que nos dedicó una reverencia. ¡Oh, dios!
- Milady ¿me haría el honor de concederme esta pieza?
-Me encantaría– respondí impulsivamente sin pensar en Eve y en su repentina soledad si yo la dejaba sola. Sin embargo, Von Hessel parecía haber pensado en todo y se había encargado de buscarle a Eve también una pareja en el baile.
Mientras me veía arrastrada nuevamente hacia la pista miré hacia Eve con una sonrisa emocionada encogiéndome ligeramente de hombros. No iba a ser yo quien se negase a bailar con Alaric Von Hessel.
- Déjeme decirle que es un honor para mí poder disfrutar de su compañía esta noche, lady Malory – dijo una vez nos unimos al resto de parejas que bailaban una mazurca-. Y que está usted tan hermosa como cabría esperar y aún más.
- Sus labios profanos se deshacen en halagos, Milord – respondí clavando mis ojos en los suyos -. Y no me molesta, pero si he de serle sincera, preferiría que se deshicieran en otro tipo de… menesteres. – sonreí con picardía -. Usted también muestra un buen aspecto – dije a continuación, mucho más seria y de manera protocolaria- no fuera a asustarse-, y me halaga que haya asistido a la recepción. ¿Está disfrutando de la velada?
Re: Prólogo. Londres, 1885
Jane Cassidy
No quería ser una recatada señorita de provincia. Había llegado a Londres para conocer otros mundos, y la clave para acomodarme a todo tipo de situaciones estrambóticas estaba en adaptarse y comportarse como los demás.
Bebí el vino y su dulce amargor me provocó arcadas. Disimule como pude obligándome a tragar y los ojos se me entumecieron por el esfuerzo.
Elisabeth parecía divertirse y yo sonreí agradecida. De no ser por ella probablemente mi sueño no estaría cumpliéndose.
Maravillada observe los farolillos que adornaban las calles y las luces de colores que se proyectaban en el suelo gracias al papel maché.
Los olores volvían a invadirme, y el gusto final del vino empezaba a resultarme agradable. Me dejé llevar por mis pies y sin pensar di una pirueta, con tanta desdicha, que choqué con un hombre.
Me quedé horrorizada ante su agrio olor fruto del alcohol, tanto ingerido, como derramado en sus viejas ropas.
Iba a ofrecerle una mano para ayudarle a levantarse cuando comenzó una desvergonzada verborrea que me dejó abochornada. Elisabeth no tardó en acercarse tirando de mi hacia atrás cuando aquel osado hombre se había atrevido a levantar mis faldas.
Se incorporó y miro fijamente mi escote. Ya no podía ruborizarme mas y me lleve las manos para tapar aquel atrevido atuendo que me había prestado Elisabeth.
Entonces ella le soltó una dura reprimenda que me dejó totalmente escandalizada. ¿Dónde había aprendido Elisabeth a hablar de tal manera? ¡Y su astuto descaro!
- ¡Elisabeth!- Exclamé con los ojos muy abiertos y llevándome la mano a la boca.
Ella me miró algo desconcertada pero yo no podía disimular mi asombro.
No quería ser una recatada señorita de provincia. Había llegado a Londres para conocer otros mundos, y la clave para acomodarme a todo tipo de situaciones estrambóticas estaba en adaptarse y comportarse como los demás.
Bebí el vino y su dulce amargor me provocó arcadas. Disimule como pude obligándome a tragar y los ojos se me entumecieron por el esfuerzo.
Elisabeth parecía divertirse y yo sonreí agradecida. De no ser por ella probablemente mi sueño no estaría cumpliéndose.
Maravillada observe los farolillos que adornaban las calles y las luces de colores que se proyectaban en el suelo gracias al papel maché.
Los olores volvían a invadirme, y el gusto final del vino empezaba a resultarme agradable. Me dejé llevar por mis pies y sin pensar di una pirueta, con tanta desdicha, que choqué con un hombre.
Me quedé horrorizada ante su agrio olor fruto del alcohol, tanto ingerido, como derramado en sus viejas ropas.
Iba a ofrecerle una mano para ayudarle a levantarse cuando comenzó una desvergonzada verborrea que me dejó abochornada. Elisabeth no tardó en acercarse tirando de mi hacia atrás cuando aquel osado hombre se había atrevido a levantar mis faldas.
Se incorporó y miro fijamente mi escote. Ya no podía ruborizarme mas y me lleve las manos para tapar aquel atrevido atuendo que me había prestado Elisabeth.
Entonces ella le soltó una dura reprimenda que me dejó totalmente escandalizada. ¿Dónde había aprendido Elisabeth a hablar de tal manera? ¡Y su astuto descaro!
- ¡Elisabeth!- Exclamé con los ojos muy abiertos y llevándome la mano a la boca.
Ella me miró algo desconcertada pero yo no podía disimular mi asombro.
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Re: Prólogo. Londres, 1885
Ashley Blair
Observé el carruaje repleto de mis pertenencias desde la ventana. Todo estaba preparado para mi marcha y esta vez no había tenido que ser a toda prisa bajo el miedo de ser descubierta por él. Los motivos que me empujaban a abandonar la maravillosa y romántica ciudad de Amsterdam eran otros totalmente diferentes.
Era una pena tener que dejar atrás aquel bonito país que tantos buenos momentos me había proporcionado, dentro de lo que permite llevar una vida clandestina y fugitiva. Por eso vacilaba con escepticismo, si Londres iba a poder ofrecerme lo que en aquellos momentos yo estaba buscando. Aun así, no me quedaba más remedio que partir. Tenia que resolver unos asuntos de aclamada urgencia que no podían prolongarse en exceso.
Volver a la vieja Ingalterra no era de mi agrado. Había mas posibilidades de ser encontrada en ese reino más que ningún otro. La culpa era de Lord Sussex, que había precipitado mis decisiones. Desde luego no iba a salir impune por ello.
- Mrs. Blair. El carruaje esta listo.- Me anunció mi ama de llaves.
- En unos instantes bajo.- Contesté y colocándome los guantes con parsimonia dediqué una última mirada por el ventanal que daba uno de los hermosos canales.
El viaje se prolongó durante horas. Estaba arriesgando en demasía al viajar por el día, pero esta vez no iba a desaprovechar viajar como una mortal, cuando no había la necesidad. Nadie me pisaba los pasos.
No fue hasta el anochecer que llegamos a Hoek Van Holland, puerto desde donde saldría un barco dirección Harwich.
Una vez hube pisado Inglaterra, se me proporcionó otro carruaje que me llevaría hasta Londres. Mis nuevos criados ingleses se habían ocupado de alquilarme una casa cerca de Hyde Park, bajo mis exquisitas condiciones. También habían escrito conforme tendrían todo listo para mi llegada.
Comencé a impacientarme a las pocas horas cuando los caballos sintieron la necesidad de parar por el agotamiento. Resultó ser que nadie había prevenido mi exceso de equipaje. Un incompetente error que había despertado mi voraz sed.
Tuve que contenerme a riesgo de que, un suculento festín, podía suponer un rastro de muertes a mi paso que probablemente levantaría sospechas, tanto al mundo de los mortales, como en el de los inmortales. Y por ahora, mis intenciones seguían siendo pasar lo medianamente posible desapercibida.
Me vi obligada a entrar a una insalubre posada repleta de huraños hogareños que no mostraban disimulo algún ante la curiosidad de mi presencia.
Mi ama de llaves, de origen francés, pero que hablaba perfectamente el ingles entre otras lenguas moderna, se ocupo de distraerme.
No había sido mi intención traerla conmigo, pero la ultima década juntas había provocado que me encariñara en exceso, y sobre todo, se ganara mi mas absoluta confianza por su eficiencia y su buen gusto.
Cuando ella se ofreció a acompañarme le advertí la posibilidad de mudarnos a otro lugar si las cosas en Londres no eran de mi agrado, pero ella no había puesto objeción. Entre muchas otras cosas, conservar empleados no era lo mío. No entendía muy bien porque esta vez iba a ser diferente. De todos modos, no encontré otros argumentos que debatir ante tal disposición, y finalmente acepté reconfortada.
Llegamos mas tarde de lo previsto, y injuriando libremente con mi auténtico acento, me dirigí a mis aposentos para prepararme todo lo rápido que una inmortal es capaz. Esa noche, si no me equivocaba, tenia una visita no concertada con mi amigo, quien había osado dar una fiesta sin mandarme una cortés invitación.
Como la dama que no era, tuve que llegar en carruaje. Mis lentos caballos empezaban a quemarme los nervios, de moso que di una orden al cochero para que me dejara continuar el camino andando y me esperara en la puerta de la mansión para mi regreso.
El cochero intentó por todo los medios disuadirme en tal idea. No estaba bien visto que una mujer de alta alcurnia caminara sola a esas horas de la noche, y lo peor, podia ser peligroso. Una mirada bastó para hacerle cesar en sus consejos y cuando di media vuelta, me abalancé a paso inmortal hasta la ventana del despacho de mi querido Sussex.
El frescor de la estancia me reconfortó. La humedad de Londres era exagerada en esa época del año. Examiné sus estanterías con jubilo a la espera de que apareciera. Estaba segura que no tardaría, me lo decía su mente. Cuando divisé una botella de su mejor whisky escocés, sonreí para mis adentros. Me debía eso, y mucho más.
Me senté sobre su silla y crucé las piernas con el vaso de whisky en mis manos. La rígida posición al sentarse, de las altas damas de la sociedad de esta época, me daba ganas de reír. No iba a ser yo quién las imitara, esperando que Lord Sussex viera en mi una mujer con algún símil a las suyas.
- Buenas noches.- Saludé cuando entró y al verme se puso echo una furia.
Su rostro enrojeció por el esfuerzo y por instinto pasé la lengua por mis desenvueltos colmillos.
Entonces me abalancé bruscamente sobre su escritorio haciendo que todos los libros que habían sobre él se desperdigaran sobre el suelo. Lord Sussex se sobresaltó. Después relajó su semblante.
- Sabes de sobras porque estoy aquí.- Gruñí. – Devuélveme mi dinero.
Era una pena tener que dejar atrás aquel bonito país que tantos buenos momentos me había proporcionado, dentro de lo que permite llevar una vida clandestina y fugitiva. Por eso vacilaba con escepticismo, si Londres iba a poder ofrecerme lo que en aquellos momentos yo estaba buscando. Aun así, no me quedaba más remedio que partir. Tenia que resolver unos asuntos de aclamada urgencia que no podían prolongarse en exceso.
Volver a la vieja Ingalterra no era de mi agrado. Había mas posibilidades de ser encontrada en ese reino más que ningún otro. La culpa era de Lord Sussex, que había precipitado mis decisiones. Desde luego no iba a salir impune por ello.
- Mrs. Blair. El carruaje esta listo.- Me anunció mi ama de llaves.
- En unos instantes bajo.- Contesté y colocándome los guantes con parsimonia dediqué una última mirada por el ventanal que daba uno de los hermosos canales.
El viaje se prolongó durante horas. Estaba arriesgando en demasía al viajar por el día, pero esta vez no iba a desaprovechar viajar como una mortal, cuando no había la necesidad. Nadie me pisaba los pasos.
No fue hasta el anochecer que llegamos a Hoek Van Holland, puerto desde donde saldría un barco dirección Harwich.
Una vez hube pisado Inglaterra, se me proporcionó otro carruaje que me llevaría hasta Londres. Mis nuevos criados ingleses se habían ocupado de alquilarme una casa cerca de Hyde Park, bajo mis exquisitas condiciones. También habían escrito conforme tendrían todo listo para mi llegada.
Comencé a impacientarme a las pocas horas cuando los caballos sintieron la necesidad de parar por el agotamiento. Resultó ser que nadie había prevenido mi exceso de equipaje. Un incompetente error que había despertado mi voraz sed.
Tuve que contenerme a riesgo de que, un suculento festín, podía suponer un rastro de muertes a mi paso que probablemente levantaría sospechas, tanto al mundo de los mortales, como en el de los inmortales. Y por ahora, mis intenciones seguían siendo pasar lo medianamente posible desapercibida.
Me vi obligada a entrar a una insalubre posada repleta de huraños hogareños que no mostraban disimulo algún ante la curiosidad de mi presencia.
Mi ama de llaves, de origen francés, pero que hablaba perfectamente el ingles entre otras lenguas moderna, se ocupo de distraerme.
No había sido mi intención traerla conmigo, pero la ultima década juntas había provocado que me encariñara en exceso, y sobre todo, se ganara mi mas absoluta confianza por su eficiencia y su buen gusto.
Cuando ella se ofreció a acompañarme le advertí la posibilidad de mudarnos a otro lugar si las cosas en Londres no eran de mi agrado, pero ella no había puesto objeción. Entre muchas otras cosas, conservar empleados no era lo mío. No entendía muy bien porque esta vez iba a ser diferente. De todos modos, no encontré otros argumentos que debatir ante tal disposición, y finalmente acepté reconfortada.
Llegamos mas tarde de lo previsto, y injuriando libremente con mi auténtico acento, me dirigí a mis aposentos para prepararme todo lo rápido que una inmortal es capaz. Esa noche, si no me equivocaba, tenia una visita no concertada con mi amigo, quien había osado dar una fiesta sin mandarme una cortés invitación.
Como la dama que no era, tuve que llegar en carruaje. Mis lentos caballos empezaban a quemarme los nervios, de moso que di una orden al cochero para que me dejara continuar el camino andando y me esperara en la puerta de la mansión para mi regreso.
El cochero intentó por todo los medios disuadirme en tal idea. No estaba bien visto que una mujer de alta alcurnia caminara sola a esas horas de la noche, y lo peor, podia ser peligroso. Una mirada bastó para hacerle cesar en sus consejos y cuando di media vuelta, me abalancé a paso inmortal hasta la ventana del despacho de mi querido Sussex.
El frescor de la estancia me reconfortó. La humedad de Londres era exagerada en esa época del año. Examiné sus estanterías con jubilo a la espera de que apareciera. Estaba segura que no tardaría, me lo decía su mente. Cuando divisé una botella de su mejor whisky escocés, sonreí para mis adentros. Me debía eso, y mucho más.
Me senté sobre su silla y crucé las piernas con el vaso de whisky en mis manos. La rígida posición al sentarse, de las altas damas de la sociedad de esta época, me daba ganas de reír. No iba a ser yo quién las imitara, esperando que Lord Sussex viera en mi una mujer con algún símil a las suyas.
- Buenas noches.- Saludé cuando entró y al verme se puso echo una furia.
Su rostro enrojeció por el esfuerzo y por instinto pasé la lengua por mis desenvueltos colmillos.
Entonces me abalancé bruscamente sobre su escritorio haciendo que todos los libros que habían sobre él se desperdigaran sobre el suelo. Lord Sussex se sobresaltó. Después relajó su semblante.
- Sabes de sobras porque estoy aquí.- Gruñí. – Devuélveme mi dinero.
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Re: Prólogo. Londres, 1885
(Mensaje conjunto por Ashley y servidora)
Lord Edward Sussex
Con Lady Ashley Blair
Después de la impresión inicial pude comprobar que Lady Blair seguía siendo tan impulsiva como cuando la había conocido tanto tiempo atrás. Ni había aprendido modales, ni había aprendido a ser una señorita ni tampoco controlaba su temperamento.
Pude verla abalanzarse sobre el escritorio, tratando de recuperar el respeto que yo le había perdido tiempo atrás y cuando me exigió su dinero no pude más que soltar una débil carcajada que fue creciendo hasta llenar con su sonido toda la habitación.
- Si tenías pensado hacerme temblar, niña, te has equivocado – tercié poniéndome serio de nuevo
-. Tus trucos de circo y tramoya ya no me afectan y, sinceramente, creí que después de tanto tiempo los habrías mejorado. ¡Qué decepción!
Le dí la espalda deliberadamente para servirme yo también una copa de escocés. Una vez me hube servido volví a girarme para mirar a la vampiresa de nuevo. Di un trago y apoyé la copa en una mesita auxiliar cercana.
- Si tu único afán es el dinero ya puedes volverte por donde has venido. No lo tengo.
Me quedé perpleja. Un instinto depredador se estaba apoderando de mí. ¿Pero quien se creía que era? En cuestión de segundos podía aniquilarle a él y a toda su familia, sin darle apenas tiempo a protestar.
Aun sintiendo unas terribles y desesperadas ganas de despedazar su cuerpo, no lo hice. Sabía que ese hombre no era un necio idiota, y si estaba jugando sucio seguramente se debía a que guardaba un preciado as bajo la manga.
- ¿Por qué tientas al diablo Lord Sussex? ¿Acaso quieres morir? Si crees que me conoces, sabrás que esto no es un juego. Si no pagas de una manera, lo harás de otra.- Tenía el ceño totalmente fruncido de la rabia. De haber respirado, la agitación de mi pecho habría sido exagerada. Todos mis poros refutaban un intenso desprecio por aquel engreído mortal, traidor y tramposo.
- Puede que sí o puede que no – aseguré pensativo - La fortuna es una fulana traicionera. ¿Lo sabías? Y quizás en esta ocasión esté de mi parte. Déjame adivinar, seguramente te has dejado llevar de nuevo por tu precipitada impaciencia lo que me hace suponer que no has leído la prensa londinense estos días.
Le hice un gesto con la cabeza para que recogiese el periódico que estaba sobre la mesa y que hablaba de los ataques de la “Dama de sangre”.
- Creo que no es buen momento para tu especie y sé, de buena tinta, que esto ha sido un efecto llamada para esos que tanto odias, los cazadores.
Su osadía me estaba poniendo los nervios de punta. Di un vistazo al periódico y me quedé indiferente.
- Por lo que sé, tu propia especie culpa a los ricos.- Debatí, no tenía ningún miedo a una panda de furiosos mortales. – Y bueno, quizás te estas asentando demasiado en los rumores. ¿Crees que tengo miedo a un cazador? Aunque la pregunta a formular sería… ¿A caso crees que un cazador va a impedir que te mate? Si no me pagas, Sussex, tienes los días contados. Tú y los tuyos. Podría empezar esta noche por esa ahijada tuya. ¿Qué te parece?
Me acerqué a escasos centímetros de él a una velocidad imposible de visualizar el movimiento. Escuché su pulso acelerado y mis colmillos volvieron a desplegarse.
Levanté las cejas ante la más probable amenaza contra Amy, que previsible. Sin embargo, la maldita zorra de Satanás, consiguió sorprenderme cuando se paró cerca de mí y mostró sus colmillos. Noté mi pulso acelerado obligando a calmarme aunque ella seguramente ya lo había notado.
- Podrías hacerlo y de nuevo herrarías, vieja compañera. Si no hubieses tenido tanta prisa en encerrarte en la soledad de esta habitación habrías visto quien ha entrado por la puerta hace escasos momentos. Van Helsing. ¿Te suena? ¡Oh si, seguro que te suena! – una sonrisa se dibujó en mi cara -. Si no me equivoco, y rara vez lo hago, ha venido acompañando a Sir Von Hessel que bailaba con mi ahijada cuando yo abandoné el salón. Vamos, atácala. Mata el juguetito que Von Hessel ha encontrado para pasar el invierno – dije refiriéndome a mi ahijada. Si no fuera porque la empresa de su padre me daba pingües beneficios poco interés tendría yo en esa joven-. Antes de que te des cuenta Van Helsing te dará caza y no serás más que un montón de cenizas.
Sonreí ante sus amenazas. Por fin un atisbo de miedo.
- Tienes una semana para reunir mi dinero, y los papeles de la propiedad. Mi fuente de diamantes deja de ser compartida desde éste mismo momento. Si no, mataré uno a uno a todos los que quieres hasta que te quedes sólo en este mundo. Luego, yo misma me encargaré de sacarte la piel a tiras y dárselas a tus perros.
Me separé de él y me dirigí a la puerta en dirección a la fiesta.
- Ni Van Helsing ni nadie podrá salvarte, Sussex. No de mi.- Sentencié y salí al exterior dejándolo sólo en su despacho.
Eché un vistazo y pude ver a su ahijada bailando con un joven. Lo estudié unos instantes y negué con la cabeza. El as de Sussex era patético.
Permanecí inmóvil hasta que ella salió de la habitación y llevado por un impulso de puro odio lancé mi vaso con violencia contra la chimenea haciéndolo estallar en miles de pedazos. Esa estúpida vampiresa estaba muy equivocada si creía que Van Helsing era mi única baza.
Lord Edward Sussex
Con Lady Ashley Blair
Después de la impresión inicial pude comprobar que Lady Blair seguía siendo tan impulsiva como cuando la había conocido tanto tiempo atrás. Ni había aprendido modales, ni había aprendido a ser una señorita ni tampoco controlaba su temperamento.
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- Si tenías pensado hacerme temblar, niña, te has equivocado – tercié poniéndome serio de nuevo
-. Tus trucos de circo y tramoya ya no me afectan y, sinceramente, creí que después de tanto tiempo los habrías mejorado. ¡Qué decepción!
Le dí la espalda deliberadamente para servirme yo también una copa de escocés. Una vez me hube servido volví a girarme para mirar a la vampiresa de nuevo. Di un trago y apoyé la copa en una mesita auxiliar cercana.
- Si tu único afán es el dinero ya puedes volverte por donde has venido. No lo tengo.
Me quedé perpleja. Un instinto depredador se estaba apoderando de mí. ¿Pero quien se creía que era? En cuestión de segundos podía aniquilarle a él y a toda su familia, sin darle apenas tiempo a protestar.
Aun sintiendo unas terribles y desesperadas ganas de despedazar su cuerpo, no lo hice. Sabía que ese hombre no era un necio idiota, y si estaba jugando sucio seguramente se debía a que guardaba un preciado as bajo la manga.
- ¿Por qué tientas al diablo Lord Sussex? ¿Acaso quieres morir? Si crees que me conoces, sabrás que esto no es un juego. Si no pagas de una manera, lo harás de otra.- Tenía el ceño totalmente fruncido de la rabia. De haber respirado, la agitación de mi pecho habría sido exagerada. Todos mis poros refutaban un intenso desprecio por aquel engreído mortal, traidor y tramposo.
- Puede que sí o puede que no – aseguré pensativo - La fortuna es una fulana traicionera. ¿Lo sabías? Y quizás en esta ocasión esté de mi parte. Déjame adivinar, seguramente te has dejado llevar de nuevo por tu precipitada impaciencia lo que me hace suponer que no has leído la prensa londinense estos días.
Le hice un gesto con la cabeza para que recogiese el periódico que estaba sobre la mesa y que hablaba de los ataques de la “Dama de sangre”.
- Creo que no es buen momento para tu especie y sé, de buena tinta, que esto ha sido un efecto llamada para esos que tanto odias, los cazadores.
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- Por lo que sé, tu propia especie culpa a los ricos.- Debatí, no tenía ningún miedo a una panda de furiosos mortales. – Y bueno, quizás te estas asentando demasiado en los rumores. ¿Crees que tengo miedo a un cazador? Aunque la pregunta a formular sería… ¿A caso crees que un cazador va a impedir que te mate? Si no me pagas, Sussex, tienes los días contados. Tú y los tuyos. Podría empezar esta noche por esa ahijada tuya. ¿Qué te parece?
Me acerqué a escasos centímetros de él a una velocidad imposible de visualizar el movimiento. Escuché su pulso acelerado y mis colmillos volvieron a desplegarse.
Levanté las cejas ante la más probable amenaza contra Amy, que previsible. Sin embargo, la maldita zorra de Satanás, consiguió sorprenderme cuando se paró cerca de mí y mostró sus colmillos. Noté mi pulso acelerado obligando a calmarme aunque ella seguramente ya lo había notado.
- Podrías hacerlo y de nuevo herrarías, vieja compañera. Si no hubieses tenido tanta prisa en encerrarte en la soledad de esta habitación habrías visto quien ha entrado por la puerta hace escasos momentos. Van Helsing. ¿Te suena? ¡Oh si, seguro que te suena! – una sonrisa se dibujó en mi cara -. Si no me equivoco, y rara vez lo hago, ha venido acompañando a Sir Von Hessel que bailaba con mi ahijada cuando yo abandoné el salón. Vamos, atácala. Mata el juguetito que Von Hessel ha encontrado para pasar el invierno – dije refiriéndome a mi ahijada. Si no fuera porque la empresa de su padre me daba pingües beneficios poco interés tendría yo en esa joven-. Antes de que te des cuenta Van Helsing te dará caza y no serás más que un montón de cenizas.
Sonreí ante sus amenazas. Por fin un atisbo de miedo.
- Tienes una semana para reunir mi dinero, y los papeles de la propiedad. Mi fuente de diamantes deja de ser compartida desde éste mismo momento. Si no, mataré uno a uno a todos los que quieres hasta que te quedes sólo en este mundo. Luego, yo misma me encargaré de sacarte la piel a tiras y dárselas a tus perros.
Me separé de él y me dirigí a la puerta en dirección a la fiesta.
- Ni Van Helsing ni nadie podrá salvarte, Sussex. No de mi.- Sentencié y salí al exterior dejándolo sólo en su despacho.
Eché un vistazo y pude ver a su ahijada bailando con un joven. Lo estudié unos instantes y negué con la cabeza. El as de Sussex era patético.
Permanecí inmóvil hasta que ella salió de la habitación y llevado por un impulso de puro odio lancé mi vaso con violencia contra la chimenea haciéndolo estallar en miles de pedazos. Esa estúpida vampiresa estaba muy equivocada si creía que Van Helsing era mi única baza.
Re: Prólogo. Londres, 1885
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No si no me preocupaba…
-Pero dejemos de hablar de mí, ¿que me dice usted? ¿acaso hay algún caballero con él que tenga problemas por acercarme a usted?...porque si es así aceptaré el riesgo ya que no es muy regular encontrar damas tan lindas en estas fiestas donde sólo abundan solteronas desesperadas o una que otra viuda en busca de consuelo
-Y pq cree q yo no lo soy? –le mire alzando ambas cejas
-pero tiene razon, vine… bueno quede aquí con alguien –mire hacia el salon –pero al parecer se retrasa, asi q si no le importa al resto de las damas de la fiesta, q de seguro le han echado el ojo, sera un placer hacerle compañía, lord…? –espere a q me dijera su nombre
-Entonces –tome su brazo –sigamos disfrutado de la fiesta… q aunque empezo aburrida va mejorando por miutos –le mire y guiñe el ojo –tiene en mente alguna forma de hacerla mas amena?
</FONT>
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
Rose Leprince
La calle por la que transitaba con paso apurado, aunque aledaña a Whitechapel, se encontraba casi desierta. Desde las casas que formaban el estrecho callejón procedían algunos gritos y lloros de niños. La inmundicia de Londres. El estrato más bajo de la sociedad.
Mi cochero estaba a un par de manzanas de este barrio, esperándome, como yo le había indicado. No quería que nadie relacionase a la casa Leprince con estos barrios o con lo que yo había venido hacer aquí.
Me adentré un poco más en la oscura suciedad que reinaba por la zona hasta detenerme cuando noté su presencia.
- ¿Has cumplido mi mandato?
Sólo unas botas y una falda se mostraron con la tenue luz de los faroles callejeros. La cara del ser con el que hablaba permanecía en las sombras pero no era necesario verle el rostro. La conocía demasiado bien para saber que era ella.
- ¿Y bien? ¿Te has ocupado de ese maldito escritor y su familia?
- El escritor no estaba en casa, domina*.
- ¿Qué? – mi rostro se tensó y mis colmillos de desplegaron - ¿Cómo que no estaba en casa?
- A la hora que me indicó, sólo la mujer y la niña estaban allí. Por supuesto me ocupé de ellas. El escritor llegó cuando terminaba con la vida de la mujer.
Con un rápido movimiento alargué mi mano hacia su cuello, elevándola y golpeándola contra la pared que tenía a sus espaldas.
- Te ha visto – gruñí -. ¿Has dejado que te viera? Si te encomendé esta tarea era para que acabases con toda la familia, estúpida. No solo no has terminado el encargo si no que le has dado una prueba clara de nuestra existencia. ¡Cómo si él no tuviera bastantes sospechas!
Apreté su cuello, todavía con mis ojos clavados en los de ella. Sus manos agarraron a la mía pero no pudo hacer nada, yo era mucho más fuerte que ella. Algunos gruñidos, como si intentase hablar salieron de su garganta.
-ach... aé... c.. él..., do..ina...
Apreté un poco más, clavando mis uñas en su blanquecino cuello, haciendo brotar un poco de sangre.
- Po.. avor, ... ac...baré.. con.. él.
- No me costaría nada terminar con tu existencia ahora mismo – le susurré – Sería tan sencillo para mi separar tu cabeza del resto del cuerpo... -. Resoplé asqueada y la solté, dejándola caer en el suelo-. Vigila al escritor y termina el maldito trabajo. La próxima vez no seré tan benevolente.
Me giré y comencé a caminar alejándome de ella.
- Quiero a Bruce Emmerich muerto – le dije sabiendo que aun podía oírme.
*señora en latín y ya que Rose procede de la Roma de Augusto... pues eso xD.
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Mi cochero estaba a un par de manzanas de este barrio, esperándome, como yo le había indicado. No quería que nadie relacionase a la casa Leprince con estos barrios o con lo que yo había venido hacer aquí.
Me adentré un poco más en la oscura suciedad que reinaba por la zona hasta detenerme cuando noté su presencia.
- ¿Has cumplido mi mandato?
Sólo unas botas y una falda se mostraron con la tenue luz de los faroles callejeros. La cara del ser con el que hablaba permanecía en las sombras pero no era necesario verle el rostro. La conocía demasiado bien para saber que era ella.
- ¿Y bien? ¿Te has ocupado de ese maldito escritor y su familia?
- El escritor no estaba en casa, domina*.
- ¿Qué? – mi rostro se tensó y mis colmillos de desplegaron - ¿Cómo que no estaba en casa?
- A la hora que me indicó, sólo la mujer y la niña estaban allí. Por supuesto me ocupé de ellas. El escritor llegó cuando terminaba con la vida de la mujer.
Con un rápido movimiento alargué mi mano hacia su cuello, elevándola y golpeándola contra la pared que tenía a sus espaldas.
- Te ha visto – gruñí -. ¿Has dejado que te viera? Si te encomendé esta tarea era para que acabases con toda la familia, estúpida. No solo no has terminado el encargo si no que le has dado una prueba clara de nuestra existencia. ¡Cómo si él no tuviera bastantes sospechas!
Apreté su cuello, todavía con mis ojos clavados en los de ella. Sus manos agarraron a la mía pero no pudo hacer nada, yo era mucho más fuerte que ella. Algunos gruñidos, como si intentase hablar salieron de su garganta.
-ach... aé... c.. él..., do..ina...
Apreté un poco más, clavando mis uñas en su blanquecino cuello, haciendo brotar un poco de sangre.
- Po.. avor, ... ac...baré.. con.. él.
- No me costaría nada terminar con tu existencia ahora mismo – le susurré – Sería tan sencillo para mi separar tu cabeza del resto del cuerpo... -. Resoplé asqueada y la solté, dejándola caer en el suelo-. Vigila al escritor y termina el maldito trabajo. La próxima vez no seré tan benevolente.
Me giré y comencé a caminar alejándome de ella.
- Quiero a Bruce Emmerich muerto – le dije sabiendo que aun podía oírme.
*señora en latín y ya que Rose procede de la Roma de Augusto... pues eso xD.
Re: Prólogo. Londres, 1885
Lord Travel McCrow
Con Veronica Framco /En Fiesta Malory
Veronica: pero tiene razon, vine… bueno quede aquí con alguien –me dice buscando por el salón –pero al parecer se retrasa, asi q si no le importa al resto de las damas de la fiesta, q de seguro le han echado el ojo, sera un placer hacerle compañía, lord…? –añade, yo le sonrío-
Travel: Lord Travel McCrow mi Lady...-le digo con algo de presunción y enseguida ella me da su nombre; no es que me jactara de mi posición, pero era obvio que mi apellido era conocido por toda la comarca y claro mi nombre seguro que era asociado con gallardía y porte-
-Entonces –dice mientras me toma dle brazo–sigamos disfrutado de la fiesta… q aunque empezo aburrida va mejorando por miutos, tiene en mente alguna forma de hacerla mas amena?- la chica había dicho las palabras mágicas para que mi mente empezara a trabajar en cosas que ni aún yo podía creer que las pensara-
-Vaya que si tengo- le digo con una mirada coqueta- pero no se que tan...amena quiera que sea su velada mi Lady, pecaría de osado o hasta atrevido si le dijera lo que una joven como usted incita en mi mente- le digo mientras caminamos un poco por el gran salón-
-Aquél compañero suyo que no se ha presentado no sabe lo que ha hecho en dejar a una hermosa mujer como usted, hombres como yo que valoran la belleza de una mujer cuando la ven no pueden evitar frenar por mucho tiempo sus deseos carnales...-le digo indirectamente lo hermosa que me parece y lo difícil que es en estos momentos evitar besos esos labios rojos-
Con Veronica Framco /En Fiesta Malory
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Travel: Lord Travel McCrow mi Lady...-le digo con algo de presunción y enseguida ella me da su nombre; no es que me jactara de mi posición, pero era obvio que mi apellido era conocido por toda la comarca y claro mi nombre seguro que era asociado con gallardía y porte-
-Entonces –dice mientras me toma dle brazo–sigamos disfrutado de la fiesta… q aunque empezo aburrida va mejorando por miutos, tiene en mente alguna forma de hacerla mas amena?- la chica había dicho las palabras mágicas para que mi mente empezara a trabajar en cosas que ni aún yo podía creer que las pensara-
-Vaya que si tengo- le digo con una mirada coqueta- pero no se que tan...amena quiera que sea su velada mi Lady, pecaría de osado o hasta atrevido si le dijera lo que una joven como usted incita en mi mente- le digo mientras caminamos un poco por el gran salón-
-Aquél compañero suyo que no se ha presentado no sabe lo que ha hecho en dejar a una hermosa mujer como usted, hombres como yo que valoran la belleza de una mujer cuando la ven no pueden evitar frenar por mucho tiempo sus deseos carnales...-le digo indirectamente lo hermosa que me parece y lo difícil que es en estos momentos evitar besos esos labios rojos-
Re: Prólogo. Londres, 1885
Livia Widmer
Con Katherine y Rose, después DISPONIBLE /En Mansión Sussex
Tras haber terminado la reunión Rose nos dio indicaciones a mi y a Katherine de dirigirnos a la mansión Sussex para poner en práctica lo que parecía era el plan aprobado en el consejo. Sonreímos a nuestra señora y ambas nos despedimos dirigiéndonos al carruaje.
El viaje no duró mucho tiempo y en nada estábamos a las afueras de la lujosa mansión, de donde se podía escuchar la elegante música y el murmullo casi tétrico de todos los invitados. El chofer nos abrió la puerta y ambas bajamos con delicadesa.
Livia: bien querida, no olvides a lo que hemos venido...habrá hermosos jóvenes y hombres de gran poder- le digo mientras caminamos a la entrada de la mansión- pero nuestro objetivo ahora es regar rumores que aparten la atención sobre los de nuestra clase,- digo mientras nuestras zapatillas hacen un constante golpeteo- así que por hoy nada de conquistas...al menos no hasta que cumplamos con el encargo de nuestra señora.-bueno ¿que podía hacer? si se presentaba un hermoso ejemplar ante mis ojos no lo dejaría escapar, auqnue claro tampoco quería defraudar a Rose...ya me las ingeniaría para hacer las dos cosas...-
Kate y yo llegamos hasta la entrada donde fuimos recibidas por uno de los mayordomos, quien nos dio la bienvenida y nos guió hasta el salón principal donde toda la comidilla ya estaba en pleno desarrollo.
-¿Que más se puede esperar de Lord Sussex cierto?-le digo a Kate mientras ambas contemplamos el hermoso baile y el evento esplendoroso- correcto, ya sabes que hacer...nos vemos cariño- añado y me retiro mezclándome entre la multitud lista para toparme con alguno de mis conocidos o bien alguien que brille ante mis ojos-
____
*Como Katherine no ha contestado la dejo así esperando no haberla movido mucho :p
** No se quien está disponible en la mansión así que dejo a Livia disponible por el momento, sino luego la encuentro con alguien.
Con Katherine y Rose, después DISPONIBLE /En Mansión Sussex
Tras haber terminado la reunión Rose nos dio indicaciones a mi y a Katherine de dirigirnos a la mansión Sussex para poner en práctica lo que parecía era el plan aprobado en el consejo. Sonreímos a nuestra señora y ambas nos despedimos dirigiéndonos al carruaje.
El viaje no duró mucho tiempo y en nada estábamos a las afueras de la lujosa mansión, de donde se podía escuchar la elegante música y el murmullo casi tétrico de todos los invitados. El chofer nos abrió la puerta y ambas bajamos con delicadesa.
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Livia: bien querida, no olvides a lo que hemos venido...habrá hermosos jóvenes y hombres de gran poder- le digo mientras caminamos a la entrada de la mansión- pero nuestro objetivo ahora es regar rumores que aparten la atención sobre los de nuestra clase,- digo mientras nuestras zapatillas hacen un constante golpeteo- así que por hoy nada de conquistas...al menos no hasta que cumplamos con el encargo de nuestra señora.-bueno ¿que podía hacer? si se presentaba un hermoso ejemplar ante mis ojos no lo dejaría escapar, auqnue claro tampoco quería defraudar a Rose...ya me las ingeniaría para hacer las dos cosas...-
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-¿Que más se puede esperar de Lord Sussex cierto?-le digo a Kate mientras ambas contemplamos el hermoso baile y el evento esplendoroso- correcto, ya sabes que hacer...nos vemos cariño- añado y me retiro mezclándome entre la multitud lista para toparme con alguno de mis conocidos o bien alguien que brille ante mis ojos-
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*Como Katherine no ha contestado la dejo así esperando no haberla movido mucho :p
** No se quien está disponible en la mansión así que dejo a Livia disponible por el momento, sino luego la encuentro con alguien.
Re: Prólogo. Londres, 1885
Mr. Damien Hamilton
(En la Mansión de Lord Sussex; CON KIRA LIVIANI)
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Después de la cena, nos anunciaron que la presentación en sociedad de Lady Malory, por lo que conduje a Payton al Salón y la deje en compañía de algunas jovenes mientras que yo me escabuía por detrás.
Le habia echado el ojo a una de las doncellas, y tras pasarle una nota para que se reuniera conmigo, me dispuse a contrarme con ella donde le habia indicado y me escondi alli hasta que paso a mi lado y nos encerre en una de las habitaciones, lejos de toda la celebración y del gentío.
Seducirla fue bastante facil aunque excitante, puesto que hacia mucho tiempo que no me alimentaba de sangre humana y aunque mi intencion no era matarla, pensaba pasarlo bien mientras podia. Mientras comenzaba a alimentarme de ella sin que tuviera consciencia de ello, por el estado en el que le habia inducido, oi ruido de gente entrando a la fuerza, por lo que deje a la doncella y me despedi de ella, mientras ella se colocaba la ropa de nuevo.
Cuando me reuni con el resto de los invitados, ya se habian marchado aquella muchedumbre y me acerque a Payton para cerciorarme de que estaba bien.
¿A que habia venido todo eso?
Vi a Lady Liviani entre la gente y me acerque a ella.
- ¿A que se ha debido todo este alboroto?-le pregunté discretamente.- Ciertamente, no me gusta ser interrumpido en mis... asuntos.
-Buenas noches Sr Hamilton...-dije colocandome el vestido-Al parecer hemos pasado de ser ricos egoistas a asesinos. El pueblo cree que los culpables de las muertes de sus hijos somos los de la alta sociedad. No se que es peor, que piensen en los nobles o en..."Damas de sangre"....Si siguen
siendo tan descarados y despiadados al final nos pondrán a todos en evidencia. ¿Usted sabe algo a parte de lo que ha dicho Scotlan Yard?
- Tan solo he logrado enterarme de que bajaran varias hipotesis, incluido que se trate de alguien de las altas esferas, puesto que la mayoria de las victimas son de clase baja, pero ninguno tiene idea de que pueda ser gente como...nosotros. - le aclaré.- Tan solo que se trata de un sadico, por lo que no me preocupaba, o al menos hasta esta noche. ¿Que opina usted de todo esto?
(En la Mansión de Lord Sussex; CON KIRA LIVIANI)
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Después de la cena, nos anunciaron que la presentación en sociedad de Lady Malory, por lo que conduje a Payton al Salón y la deje en compañía de algunas jovenes mientras que yo me escabuía por detrás.
Le habia echado el ojo a una de las doncellas, y tras pasarle una nota para que se reuniera conmigo, me dispuse a contrarme con ella donde le habia indicado y me escondi alli hasta que paso a mi lado y nos encerre en una de las habitaciones, lejos de toda la celebración y del gentío.
Seducirla fue bastante facil aunque excitante, puesto que hacia mucho tiempo que no me alimentaba de sangre humana y aunque mi intencion no era matarla, pensaba pasarlo bien mientras podia. Mientras comenzaba a alimentarme de ella sin que tuviera consciencia de ello, por el estado en el que le habia inducido, oi ruido de gente entrando a la fuerza, por lo que deje a la doncella y me despedi de ella, mientras ella se colocaba la ropa de nuevo.
Cuando me reuni con el resto de los invitados, ya se habian marchado aquella muchedumbre y me acerque a Payton para cerciorarme de que estaba bien.
¿A que habia venido todo eso?
Vi a Lady Liviani entre la gente y me acerque a ella.
- ¿A que se ha debido todo este alboroto?-le pregunté discretamente.- Ciertamente, no me gusta ser interrumpido en mis... asuntos.
-Buenas noches Sr Hamilton...-dije colocandome el vestido-Al parecer hemos pasado de ser ricos egoistas a asesinos. El pueblo cree que los culpables de las muertes de sus hijos somos los de la alta sociedad. No se que es peor, que piensen en los nobles o en..."Damas de sangre"....Si siguen
siendo tan descarados y despiadados al final nos pondrán a todos en evidencia. ¿Usted sabe algo a parte de lo que ha dicho Scotlan Yard?
- Tan solo he logrado enterarme de que bajaran varias hipotesis, incluido que se trate de alguien de las altas esferas, puesto que la mayoria de las victimas son de clase baja, pero ninguno tiene idea de que pueda ser gente como...nosotros. - le aclaré.- Tan solo que se trata de un sadico, por lo que no me preocupaba, o al menos hasta esta noche. ¿Que opina usted de todo esto?
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
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Re: Prólogo. Londres, 1885
Lady Camille Axelsson
Con Lord Edward Sussex /En Mansión Sussex
Había tardado un poco para llegar a la Mansión Sussex, pero cuando por fin llegué me encontré con lo mismo de siempre que se ve en las fiestas de la alta sociedad. No podía quejarme, Lord Sussex había sido muy bueno conmigo desde la muerte de mi tutor, además me había ayudado con la administración de las fábricas que se me habían heredado. Lo menos que podía hacer al menos era saludar al Lord y saber como estaba, además talvez él sabría algo sobre lo sucedido por los alrededores.
Pasé algo de tiempo en el gran salón, tratando de obtener información acerca de lo que abundaba por la ciudad, aunque realmente sólo pude escuchar lo mismo de siempre: chismes de arpías viejas y arrugadas que apuntaban a las jóvenes como sus principales víctimas; hombres presumiendo de sus conquistas como si las mujeres fuésemos trofeos; nuevas adquisiciones de terrenos y fábricas. Todo parecía ser una pérdida de tiempo hasta que esuché algo sobre Van Helsing ¿acaso estaba aquí? ¡eso sería un honor!, poder conocer a quien mi tutor tanto admiraba y que según él era una leyenda entre la caza de las criaturas nocturnas.
Escuché además a alguien que indicaba la ubicación de Lord Sussex en la mansión, alfin algo útil...
Me dirigí abriéndome paso entre los pomposos vestidos de las damas y ante las lujuriosas miradas de algunos caballeros, si es que se les puede llamar así, hasta llegar hacia donde esperaba ver al Lord. Abrí la puerta lentamente esperando no ser una imprudente...
Camille: Lord Sussex...-dije entreabriendo la puerta y asomando mis ojos azules- Lord, soy Lady Camille...-añadí esperando me recordara, hacia ya algo de tiempo que no le visitaba y eso sin duda me avergonzaba-
Esperé un poco a su respuesta y al abrir un poco más la puerta le vi sentado en una silla bastante serio con su imponenente posición de pensamiento y reflexión que tanto le representaban.
-Mi Lord, espero no interrumpirle, es sólo que deseaba pasar a saludarle y saber como se encuentra, hace tiempo que no le veo pero...se nota que está tan radiante como siempre, eso me alegra- añado con una sonrisa sin pasar de la puerta, aunque claro es notorio que algo tiene inquieto al Lord, en su mirada se puede ver...además puedo notar algunos pedazos de cristal al parecer de un vaso...-
Con Lord Edward Sussex /En Mansión Sussex
Había tardado un poco para llegar a la Mansión Sussex, pero cuando por fin llegué me encontré con lo mismo de siempre que se ve en las fiestas de la alta sociedad. No podía quejarme, Lord Sussex había sido muy bueno conmigo desde la muerte de mi tutor, además me había ayudado con la administración de las fábricas que se me habían heredado. Lo menos que podía hacer al menos era saludar al Lord y saber como estaba, además talvez él sabría algo sobre lo sucedido por los alrededores.
Pasé algo de tiempo en el gran salón, tratando de obtener información acerca de lo que abundaba por la ciudad, aunque realmente sólo pude escuchar lo mismo de siempre: chismes de arpías viejas y arrugadas que apuntaban a las jóvenes como sus principales víctimas; hombres presumiendo de sus conquistas como si las mujeres fuésemos trofeos; nuevas adquisiciones de terrenos y fábricas. Todo parecía ser una pérdida de tiempo hasta que esuché algo sobre Van Helsing ¿acaso estaba aquí? ¡eso sería un honor!, poder conocer a quien mi tutor tanto admiraba y que según él era una leyenda entre la caza de las criaturas nocturnas.
Escuché además a alguien que indicaba la ubicación de Lord Sussex en la mansión, alfin algo útil...
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Camille: Lord Sussex...-dije entreabriendo la puerta y asomando mis ojos azules- Lord, soy Lady Camille...-añadí esperando me recordara, hacia ya algo de tiempo que no le visitaba y eso sin duda me avergonzaba-
Esperé un poco a su respuesta y al abrir un poco más la puerta le vi sentado en una silla bastante serio con su imponenente posición de pensamiento y reflexión que tanto le representaban.
-Mi Lord, espero no interrumpirle, es sólo que deseaba pasar a saludarle y saber como se encuentra, hace tiempo que no le veo pero...se nota que está tan radiante como siempre, eso me alegra- añado con una sonrisa sin pasar de la puerta, aunque claro es notorio que algo tiene inquieto al Lord, en su mirada se puede ver...además puedo notar algunos pedazos de cristal al parecer de un vaso...-
Última edición por dynamo el 23/02/11, 08:27 pm, editado 5 veces
Re: Prólogo. Londres, 1885
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Con...Veronica Framco
En...Fiesta Malory
ESPERO
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Con... DISPONIBLE
En...Fiesta Malory
DISPONIBLE
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Con... DISPONIBLE
En...Whitechapel
DISPONIBLE
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Con... Lord Edward Sussex
En...Fiesta Malory
ESPERO
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Con...
En...
NO DISPONIBLE
Última edición por dynamo el 23/02/11, 08:26 pm, editado 5 veces
Re: Prólogo. Londres, 1885
Timothy Phoenix
Con DISPONIBLE /En Whitechapel
Hoy el jefe no me había dado algún encargo para hacer, además Danie estaba ocupada en sus asuntos y por lo tanto decidí pasar un tiempo en la celebración que iba a tener lugar en Whitechapel, algo de diversión no me venía mal después de todo. Días atrás había hecho varios encargos para Ewan y eso creo que compensaba que hoy decidiera salir a disfrutar de la noche; no era como si fuera amante de las fiestas o que me jactara de ser un perfecto joven sociable, pero al menos podría divertirme un rato viendo como todos se volvían locos en esa celebración, ya que por lo regular este tipo de eventos hacia que llegada la noche todos mostraran su verdadero yo con unas copitas de más...
El tiempo pasó en la celebración, yo como era costumbre ocupé un lugar lejos que me asegurara un espacio confortable pero a la vez que me permitiera disfrutar del espectáculo...una que otra disputa entre ebrios se dio, constantes escenas de coqueteo entre jóvenes y chismes sobre todo lo que sucedía en Londres...sólo cosas ridículas y efímeras...
Me recargué en el respaldo de mi silla y miré por una de las ventanas que dabana a la calle, según los rumores era peligroso andar por las calles a estas horas, pero eso no parecía importarle a las prostitutas o a los hombres tomados que vagaban por las calles en busca de algo de amor barato...
Con DISPONIBLE /En Whitechapel
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El tiempo pasó en la celebración, yo como era costumbre ocupé un lugar lejos que me asegurara un espacio confortable pero a la vez que me permitiera disfrutar del espectáculo...una que otra disputa entre ebrios se dio, constantes escenas de coqueteo entre jóvenes y chismes sobre todo lo que sucedía en Londres...sólo cosas ridículas y efímeras...
Me recargué en el respaldo de mi silla y miré por una de las ventanas que dabana a la calle, según los rumores era peligroso andar por las calles a estas horas, pero eso no parecía importarle a las prostitutas o a los hombres tomados que vagaban por las calles en busca de algo de amor barato...
Última edición por dynamo el 23/02/11, 08:27 pm, editado 1 vez
Re: Prólogo. Londres, 1885
Lord Edward Sussex
Con Camille
Después de permanecer unos instantes llevado por el odio conseguí recobrar la compostura y calmarme. Esa maldita vampiresa todavía se creía muy lista y no sabía con quien estaba tratando.
Me senté en uno de los sofás de cuero y alto respaldo que estaban situados frente a la chimenea, pensativo. Había sido muy osado por mi parte pensar que aquella vampiresa nunca regresaría por sus ganancias provenientes de nuestros negocios juntos pero también era cierto que hacía tiempo que ella no debía ser más que un montón de cenizas. A pesar de su irrefrenable impaciencia sabía esconderse cuando la buscaban y parecía que yo no había contactado con la gente adecuada para acabar con ella. Sin embargo, el azar parecía estar de mi parte y su airada aparición había cambiado la partida por completo. Había salido a la luz y estaba justo donde yo la quería. Sólo era cuestión de tiempo poder librarme de ella de una vez por todas.
A mis espaldas se abrió la puerta de la biblioteca y por un momento pensé que la estúpida de Lady Blair regresaba a por un segundo asalto. Miré a la puerta con un gesto de profundo odio que cambié al instante cuando reconocí a Lady Camille en la puerta.
-Mi Lord, espero no interrumpirle, es sólo que deseaba pasar a saludarle y saber como se encuentra, hace tiempo que no le veo pero...veo que está tan radiante como siempre, eso me alegra.
- Tú nunca interrumpes, Camille – aseguré de manera familiar. Me levanté de mi asiento y me acerqué a la puerta donde ella dudaba si pasar o no. – Pero vamos, jovencita no te quedes ahí pasmada. Parece mentira que después de tantos años dudes todavía si entrar o no. Ya no necesitas mi permiso.
Me eché a un lado de la puerta dejándola pasar. Le hice un gesto para que se acomodará en el sofá que estaba frente al que hace unos instantes estaba yo sentado y, después de servir dos copas de coñac, me senté frente a ella ofreciéndole una.
- Tu tutor me mataría si me viese ofreciéndote licor pero ya eres lo bastante mayor para estos placeres – le di un tragó a la copa, permaneciendo en silencio unos instantes mientras saboreaba su amargo dulzor. – Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que supe de ti. Llegué a pensar que algo malo te había sucedido pero supongo que estabas ocupada como toda jovencita de tu edad. ¿Cómo están las cosas en la fábrica? Sé que grupos de trabajadores hablan de huelga y, aunque no parecen muy seguros, las pérdidas podrían ser enormes si la llevaran a cabo. Lord Malory y yo estamos intentando protegernos pero la solución no parece sencilla.
Con Camille
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Me senté en uno de los sofás de cuero y alto respaldo que estaban situados frente a la chimenea, pensativo. Había sido muy osado por mi parte pensar que aquella vampiresa nunca regresaría por sus ganancias provenientes de nuestros negocios juntos pero también era cierto que hacía tiempo que ella no debía ser más que un montón de cenizas. A pesar de su irrefrenable impaciencia sabía esconderse cuando la buscaban y parecía que yo no había contactado con la gente adecuada para acabar con ella. Sin embargo, el azar parecía estar de mi parte y su airada aparición había cambiado la partida por completo. Había salido a la luz y estaba justo donde yo la quería. Sólo era cuestión de tiempo poder librarme de ella de una vez por todas.
A mis espaldas se abrió la puerta de la biblioteca y por un momento pensé que la estúpida de Lady Blair regresaba a por un segundo asalto. Miré a la puerta con un gesto de profundo odio que cambié al instante cuando reconocí a Lady Camille en la puerta.
-Mi Lord, espero no interrumpirle, es sólo que deseaba pasar a saludarle y saber como se encuentra, hace tiempo que no le veo pero...veo que está tan radiante como siempre, eso me alegra.
- Tú nunca interrumpes, Camille – aseguré de manera familiar. Me levanté de mi asiento y me acerqué a la puerta donde ella dudaba si pasar o no. – Pero vamos, jovencita no te quedes ahí pasmada. Parece mentira que después de tantos años dudes todavía si entrar o no. Ya no necesitas mi permiso.
Me eché a un lado de la puerta dejándola pasar. Le hice un gesto para que se acomodará en el sofá que estaba frente al que hace unos instantes estaba yo sentado y, después de servir dos copas de coñac, me senté frente a ella ofreciéndole una.
- Tu tutor me mataría si me viese ofreciéndote licor pero ya eres lo bastante mayor para estos placeres – le di un tragó a la copa, permaneciendo en silencio unos instantes mientras saboreaba su amargo dulzor. – Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que supe de ti. Llegué a pensar que algo malo te había sucedido pero supongo que estabas ocupada como toda jovencita de tu edad. ¿Cómo están las cosas en la fábrica? Sé que grupos de trabajadores hablan de huelga y, aunque no parecen muy seguros, las pérdidas podrían ser enormes si la llevaran a cabo. Lord Malory y yo estamos intentando protegernos pero la solución no parece sencilla.
Re: Prólogo. Londres, 1885
Va chicos, que no decaiga!! =). Os dejo lista de personajes disponibles para cruzarlos. Que no se diga que no hay imaginación =P.
Sin ubicación:
Sally Black.Carlisle Cullen (vampiro) / Daniel Harris (Vampiro) / Dorian Snyder (Vampiro) /Caroline Nagel (Humana)
Calles / Whitechapel:
Dynamo. Timothy Phoenix (humano)
Mansión Lord Sussex
Ashley. Sean Andrews (humano), Ella Kingsley (Vampiro)
Leah Jared Kingsley (vampiro)
Dynamo Livia Widmer (vampiro)
Sally Black Katherine Petrova (vampiro)
Coraline: Sybelle McCrow
PERSONAJES ENCONTRABLES EN ESTE MOMENTO:
Sin ubicación:
Sally Black.Carlisle Cullen (vampiro) / Daniel Harris (Vampiro) / Dorian Snyder (Vampiro) /Caroline Nagel (Humana)
Calles / Whitechapel:
Dynamo. Timothy Phoenix (humano)
Mansión Lord Sussex
Ashley. Sean Andrews (humano), Ella Kingsley (Vampiro)
Leah Jared Kingsley (vampiro)
Dynamo Livia Widmer (vampiro)
Sally Black Katherine Petrova (vampiro)
Coraline: Sybelle McCrow
Re: Prólogo. Londres, 1885
Edeline Von Hessel
Con Eve y Abraham.
Viéndolo desde la distancia, junto con Van Helsing, no pude evitar sonreír. Esperé a que él y Amy se integrasen al baile para tomar del brazo a Abraham y juntos acercarnos a Lady Ackerman que se había quedado sola. En cierto modo, esa joven me recordaba a mí en mis primeros eventos sociales. Lo abrumada que me sentía temiendo no decir lo adecuado o no sabiendo que responder ante las preguntas de esas señoras que, llegadas a una edad, sólo disfrutaban de su vida parloteando y cotilleando de las más jóvenes.
- Buenas noches, Lady Ackerman – saludé cortésmente -. ¿Cómo está viviendo su primera noche como adulta en sociedad? Seguro que está siendo fascinante ¿Me equivoco?
Le sonreí afablemente, por las pocas veces que nos habíamos cruzado con ella y su tutor por la calle, sabía que era una muchacha tímida y seguramente necesitaba un empujoncito para sentirse más segura en un ámbito como este.
- Estaba convencida de que su tutor la acompañaría en una noche como ésta pero no lo he visto en la sala – comenté -. ¿Algún inconveniente de última hora? Creía que asistiría o eso me pareció entender la última vez que coincidimos paseando en Hyde Park.
Con Eve y Abraham.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Haber guiado la atención de mi hermano sobre Lady Amy había resultado tal y como yo había planeado. Alaric no era una persona impulsiva pero cuando se trataba de mujeres evitaba en la medida de lo posible que cualquier otro se le pudiera adelantar y allí estaba él, con todo su encanto, intentando caerle en gracia a la hija de Lord Malory. Viéndolo desde la distancia, junto con Van Helsing, no pude evitar sonreír. Esperé a que él y Amy se integrasen al baile para tomar del brazo a Abraham y juntos acercarnos a Lady Ackerman que se había quedado sola. En cierto modo, esa joven me recordaba a mí en mis primeros eventos sociales. Lo abrumada que me sentía temiendo no decir lo adecuado o no sabiendo que responder ante las preguntas de esas señoras que, llegadas a una edad, sólo disfrutaban de su vida parloteando y cotilleando de las más jóvenes.
- Buenas noches, Lady Ackerman – saludé cortésmente -. ¿Cómo está viviendo su primera noche como adulta en sociedad? Seguro que está siendo fascinante ¿Me equivoco?
Le sonreí afablemente, por las pocas veces que nos habíamos cruzado con ella y su tutor por la calle, sabía que era una muchacha tímida y seguramente necesitaba un empujoncito para sentirse más segura en un ámbito como este.
- Estaba convencida de que su tutor la acompañaría en una noche como ésta pero no lo he visto en la sala – comenté -. ¿Algún inconveniente de última hora? Creía que asistiría o eso me pareció entender la última vez que coincidimos paseando en Hyde Park.
Re: Prólogo. Londres, 1885
Kira Liviani
conversando con el Sr Hamilton.
Todo iba volviendo a la normalidad, las jovenes que habían sido alcanzadas por la lluvia de hortalizas se estaban retirando, con los ojos llorosos y maldiciendo al pueblo. Algunas rehusaban el hecho de tener que marcharse pero sus madres se oponian a que las vieran sin arreglar.
El Sr Hamilton y yo nos encontramos en una esquina del salón de la cual nos movimos haciendo un reconocimiento de la sala, compartiendo nuestras opiniones sobre el caso.
-Yo prefiero no opinar nada, pero creo que el consejo debería meter mano en el asunto. Aunque no tengan pruebas de nuestra existencia, si se centran en la alta sociedad londinense, pronto llegaran hasta todos nosotros. Todos tenemos un alto poder adquisitivo y no tenemos unas vidas totalmente "convencionales" eso llevará creará sospechas e inquietudes....En mi caso concreto, si yo fuera policia sospecharía de mi misma, así que no me hace gracia que los periódocos hagan elucubraciones sobre quien o que es el asesino y menos que lo enfoquen a alguien femenino.
Entre el gentío me pareció ver a alguien que conocía muy bien a quien me unía una gran amistad, pero que por circunstancias nos habíamos mantenido alejadas.
-Disculpe Sr Hamilton, espero que me perdone pero he visto a una vieja amiga y debería ir a saludarla, por favor si se entera de algo no dude en informarme y yo haré lo mismo, ha sido un placer volver a verle-Le ofrecí mi mano para que la besara y me dirigí hacia mi vieja amiga.
-Las fiestas ya no son como las de antes verdad??-dije a su espalda, ella se giró y se sorprendió al verme abriendo los ojos como platos.
-El problema no son las fiestas, son las personas...-dijo ella sonriente.
Quería abrazarla pero las normas sociales de la epoca nos mantenían a distancia, aunque Ashley nunca había sido de las que seguía las normas.
-Te veo muy recatada....recuerdo la última vez que nos vimos...acabamos las dos desnudas y cubiertas de vino...estoy segura de que a mas de uno de los presentes le gustaría visionar esa imagen...-dije con una sonrisa picara-Te he echado mucho de menos.
Decidí pasar de als normas sociales y abrazarle....
-Donde has estado??porque no me has avisado de que estabas en Londres??
-He llegado hoy mismo y además no sabía que estabas aquí,aunque me alegro...
-La verdad es que no llegas en muy buen momento, pero ya te hablaré de eso, ahora es momento de alegría los problemas que vengan después...-dije y le cogí de un brazo y nos pusimos a caminar por el salón hasta la terraza.
conversando con el Sr Hamilton.
Todo iba volviendo a la normalidad, las jovenes que habían sido alcanzadas por la lluvia de hortalizas se estaban retirando, con los ojos llorosos y maldiciendo al pueblo. Algunas rehusaban el hecho de tener que marcharse pero sus madres se oponian a que las vieran sin arreglar.
El Sr Hamilton y yo nos encontramos en una esquina del salón de la cual nos movimos haciendo un reconocimiento de la sala, compartiendo nuestras opiniones sobre el caso.
-Yo prefiero no opinar nada, pero creo que el consejo debería meter mano en el asunto. Aunque no tengan pruebas de nuestra existencia, si se centran en la alta sociedad londinense, pronto llegaran hasta todos nosotros. Todos tenemos un alto poder adquisitivo y no tenemos unas vidas totalmente "convencionales" eso llevará creará sospechas e inquietudes....En mi caso concreto, si yo fuera policia sospecharía de mi misma, así que no me hace gracia que los periódocos hagan elucubraciones sobre quien o que es el asesino y menos que lo enfoquen a alguien femenino.
Entre el gentío me pareció ver a alguien que conocía muy bien a quien me unía una gran amistad, pero que por circunstancias nos habíamos mantenido alejadas.
-Disculpe Sr Hamilton, espero que me perdone pero he visto a una vieja amiga y debería ir a saludarla, por favor si se entera de algo no dude en informarme y yo haré lo mismo, ha sido un placer volver a verle-Le ofrecí mi mano para que la besara y me dirigí hacia mi vieja amiga.
-Las fiestas ya no son como las de antes verdad??-dije a su espalda, ella se giró y se sorprendió al verme abriendo los ojos como platos.
-El problema no son las fiestas, son las personas...-dijo ella sonriente.
Quería abrazarla pero las normas sociales de la epoca nos mantenían a distancia, aunque Ashley nunca había sido de las que seguía las normas.
-Te veo muy recatada....recuerdo la última vez que nos vimos...acabamos las dos desnudas y cubiertas de vino...estoy segura de que a mas de uno de los presentes le gustaría visionar esa imagen...-dije con una sonrisa picara-Te he echado mucho de menos.
Decidí pasar de als normas sociales y abrazarle....
-Donde has estado??porque no me has avisado de que estabas en Londres??
-He llegado hoy mismo y además no sabía que estabas aquí,aunque me alegro...
-La verdad es que no llegas en muy buen momento, pero ya te hablaré de eso, ahora es momento de alegría los problemas que vengan después...-dije y le cogí de un brazo y nos pusimos a caminar por el salón hasta la terraza.
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
Lady Camille Axelsson
Con Lord Edward Sussex /En Mansión Sussex
Al tomar la copa que me ofreció me dispuse a escuchar las palabras de Lord Sussex, como todo hombre de su edad irradiaba respeto y sabiduría, además siempre había sido bueno conmigo desde que mi tutor me había dado la oportunidad de tener una nueva vida.
-Le prometo venir a visitarlo más seguido-le digo con una sonrisa, la verdad es que con todo el asunto de tomar las riendas de las fábricas y el asunto de la caza de criaturas nocturnas ocupada todo mi tiempo, además también de fungir como espía...-pero bueno, tiene razón, la situación laboral no es muy grata, sobre todo para nosotros que estamos frente a todo un séquito de trabajadores que lo único que quieren es poder llevar comida a su familia- le digo, últimamente han habido varios levantamientos que motivan a que cada sector haga lo mismo, aunque yo procuro atender las demandas de mis empleados, pero realmente algunas veces las situaciones van más allá de mis manos-
-Además con todo lo que sucede en los alrededores los empleados están cada vez más tensos y preocupados. Ataque tras ataque la población empieza a sumirse más en la psicosis- añado y doy un pequeño sorbo a mi copa-
-Dígame Lord, ¿ha usted escuchado algo sobre la supuesta Dama de sangre? -le pregunto esperando que alguien con tantos contactos como él talvez me de algo de información importante- ya sabe, esa que todos señalan como principal causante de los incidentes de Londres...- dejo mi copa sobre un pequeña mesa cerca de donde estamos sentados-
Con Lord Edward Sussex /En Mansión Sussex
Al tomar la copa que me ofreció me dispuse a escuchar las palabras de Lord Sussex, como todo hombre de su edad irradiaba respeto y sabiduría, además siempre había sido bueno conmigo desde que mi tutor me había dado la oportunidad de tener una nueva vida.
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-Además con todo lo que sucede en los alrededores los empleados están cada vez más tensos y preocupados. Ataque tras ataque la población empieza a sumirse más en la psicosis- añado y doy un pequeño sorbo a mi copa-
-Dígame Lord, ¿ha usted escuchado algo sobre la supuesta Dama de sangre? -le pregunto esperando que alguien con tantos contactos como él talvez me de algo de información importante- ya sabe, esa que todos señalan como principal causante de los incidentes de Londres...- dejo mi copa sobre un pequeña mesa cerca de donde estamos sentados-
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