Prólogo. Londres, 1885
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dynamo
Gaia
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Prólogo. Londres, 1885
Recuerdo del primer mensaje :
No le has visto acercarse, pero está detras de ti. Sientes su aliento en la nuca. Su sola presencia hace erizarse el pelo de tu espalda como si fueses un animal en peligro. Respira con pausa y se sitía frente a ti, apoya sus manos en los brazos de la silla y te clava la mirada.
En ese momento lo comprendes todo. Comprendes que no hay escapatoria. En esos ojos rojos, que si no te inspirasen terror incluso podrías considerar bonitos, entiendes porqué los ojos de un vampiros tienen el poder de paralizar a su víctima.
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PRÓLOGO
Allá por 1885
Allá por 1885
No le has visto acercarse, pero está detras de ti. Sientes su aliento en la nuca. Su sola presencia hace erizarse el pelo de tu espalda como si fueses un animal en peligro. Respira con pausa y se sitía frente a ti, apoya sus manos en los brazos de la silla y te clava la mirada.
En ese momento lo comprendes todo. Comprendes que no hay escapatoria. En esos ojos rojos, que si no te inspirasen terror incluso podrías considerar bonitos, entiendes porqué los ojos de un vampiros tienen el poder de paralizar a su víctima.
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Última edición por Gaia el 17/08/11, 08:39 pm, editado 3 veces
Re: Prólogo. Londres, 1885
PERDÓN POR LA DEMORA EN RESPONDER, ESTABA FUERA DE LA CIUDAD Y TUVE PROBLEMAS CON EL WIFI
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Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
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Con...Sybelle y su Madre
En...Fiesta Malory
ESPERO
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Con... Katherine, Rose, Anne Marie, Elizabetta, Corner, Sebastian…
En...Consejo Vampírico
ESPERO-DOY
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Con...
En...Calles
DISPONIBLE
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Con...
En...Rumbo a Mansión Sussex
DISPONIBLE
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Con...
En...
NO DISPONIBLE
Última edición por dynamo el 01/02/11, 04:56 am, editado 1 vez
Re: Prólogo. Londres, 1885
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●Casa de Lord Sussex
●Ft. Travel
-¿Te aburrimos, hermano?- le pregunté, no de mala manera; tan solo para abrir conversación con el- ¿o acaso hay alguna bella dama que te tiene sumido en profundos pensamientos de lujuria y pasión y no te deja ser participe de nuestra conversación?
-¡Sybelle! ¡Controla tu lenguaje!
-Perdón madre, solo intentaba captar un poco la atención de tu hijo, el cuál parece estar ausente siempre que se encuentra con nosotras. - De pequeña adoraba a mi hermano. Le perseguía a todas partes y el me trataba amablemente. Ultimamente eramos como completos desconocidos. No sabía nada de el y el no sabía nada de mi. En el fondo me apenaba la situación, pero no era yo la que la había buscado.- Por lo menos me permitirás entrar a la mansión de tu brazo ¿verdad? Hay modales que no deberían perderse aún haciendo el vacío a tu familia.
El cochero nos avisó de que estabamos llegando.
-vamos Sybelle no quedrás empezar con sentimentalismos ahora ¿o si?, no quiero que tu maquillaje se corra y quedes mal con...¿como es que se llama tu caballero galante?...¡ah si!Andrews... tranquila que no haré nada para dejarte mal ante él, sino que diría toda la comarca ¿cierto madre? hablarían días...meses..¡años!, de nuestra familia..
Madre le dedicó a Travel una mirada de pocos amigos. A veces había llegado a pensar que mi hermano sabía llevar hasta el límite la paciencia de ella.
El chofer en ese momento nos anunció que estabamos próximos a llegar la mansión de Lord Sussex. Una sonrisilla nerviosa afloró en mis labios. Ya estabamos cerca de donde conseguiría conquistar a mi futuro marido.
-Mis modales nunca fallan y lo sabes hermanita, así que cuenta con mi brazo esta noche, al menos el tiempo que sea necesario para guardar el porte ante los invitados
Le sonreí al tiempo que asentía con la cabeza como si le dijera que no esperaba menos de el y noté que el carruaje se detenía.
-Vamos Sybelle, prepárate...mírame.- Me dijo mi madre más nerviosa que yo y pellizcandome las mejillas para que aumentara el color de éstas. Me pegó un repaso de arriba a bajo y terminó por sonreir. - Estás preciosa, pero sabes que eso no es suficiente. Así que piensate muy bien lo que tengas que decir antes de hablar y si es necesario mantén la boquita cerrada lo más posible que puedas...ya sabemos que a la mayoria de hombres le gustan las mujeres bonitas y que no tengan demasiadas ideas en la cabeza.
Rodé los ojos. Que pesada podría llegar a ponerse madre. Además, no tenía porque darme lecciones de como conquistar a un hombre; esas lecciones las sabía muy bien hacía años.
El chofer interrumpió a mi madre, gracias a dios, y el primero en salir fué Travel, que pronto nos ayudó a bajar a ambas. Tal y como habíamos quedado me ofreció el brazo y nos dirigimos hacía el interior de la mansión. Aquello estaba abarrotado de gente. No esperaba que hubiera tanta y además el baile ya había comenzado, cosa que me desagradó, ya que no había fiesta hasta que YO estuviera en cualquier lugar... que poca vergüenza...
- El número de quienes despiertan mis pensamientos de lujuría y pasión es mayor del que te imaginas...
Le miré muy sorprendida, pero no se porque se me escapó una pequeña sonrisilla de agrado. ¿Sería aquella mirada pícara que mi hermano me había brindado al decirme tales plabras?
Mi madre entabló conversación con una señora gorda que iba vestida como un repollo. Mejor, así estaría un rato distraída.
-¿Ah si, hermanito? No te hacía tan fogoso de pensamiento, y aún menos en realidad. - Observé su rostro, sin hacer caso a un par de jobles jovenes que se acercaron a nosotros para darme la bienvenida.- Ya lo se, - hablé por fin- ahora me dirás que no tengo ni idea de cuan equivocada estoy y que en tu vida real eres aún más apasionado y lujurioso de lo que yo me imagino. - Negué con la cabeza y miré de reojo a los dos chicos que se percataron de que nos les iba a prestar ninguna atención, al menos no de momento. - Eso es algo dificil de creer, querido, no te lo tomes a mal, pero teniendo en cuenta tu seria y seca forma de ser, se me hace complicado imaginarte en situaciones cariñosas y fogo...
Negué de nuevo con la cabeza, ésta vez más efusivamente.
-¡No! ¡No quiero imaginarlo! - dije comenzandome a reir. Imganinar a mi hermano en situación comprometiva era... raro.- Pero sigo sin creerlo. Te propongo algo. ¿Te atreves a una apuesta?- pregunté sonriente. - Lo se, te extrañas de que se me ocurra una cosa así en un momento como éste, pero así podriamos tener un plan alternativo si la noche se pone aburrida.
Hice una pausa y observe el gran salón.
-Además, me apetece saber de lo que eres capáz. Mira - le señalé a dos chicas que se encontraban solas en ese justo momento. - Apuesto a que no eres capaz de acabar en la cama ésta noche de alguna de esas dos chicas (Veronica Framco o Kira Liviani). Te doy dos a elegir, para que luego digas que no soy buena; una rubia y una morena. Me es indiferente la que elijas, hermanito.¿Y que recibirías tu a cambio? Pues...lo que se te ocurra. ¿Me quieres como criada una semana? - me reí, ya que así de segura me veía de que mi hermano no lograría nada.- O si eso te parece una niñeria, siempre podrías elegir tu el premio por ganar.
Me fijé ésta vez si en un par de jovenes que estaban por la sala y me mordí el labio. Como me gustaban los jueguecitos.
-¿Qué dices Travel? ¿Juegas? O pasarás de mí...
coralιne- Holgazán
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Re: Prólogo. Londres, 1885
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coralιne- Holgazán
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Localización : In the Middle of Nowhere
Re: Prólogo. Londres, 1885
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Ha concluido la cena y los invitados aguardan impacientes el momento en que Lady Malory sea presentada en público. Lord Sussex sube las escaleras del vestíbulo y pide silencio. La orquesta deja de tocar y los invitados, sin poder bailar, concentran su atención en Lord Sussex.
- Queridos amigos – dice -. Tengo el placer de veros a todos reunidos en esta vuestra casa para presentar en sociedad a la hija de uno de los amigos que más alegrías me ha dado en esta vida, Lord Malory. Como su padrino y patrocinador es para mi un orgullo presentaros a mi hermosa ahijada, Lady Amy Malory.
Amy subé algunas de las escaleras para reunirse con su padrino, es entonces o quizás después cuando una muchedumbre colérica irrumpe en la sala. Cuando Amy estaba a punto de decir sus primeras palabras como adulta.
Al principio todo queda en silencio a no ser por un ruido de cristales rotos. Luego gritos y más cristales rotos. La muchedumbre porta en sus manos huevos, tomates, lechugas y otros vegetales podridos que comienzan a tirar a los presentes a la fiesta. Hay quien chilla “¡Asesinos!” “¡Satanás os ha corrompido!”, y otros gritan “¡Dejad a nuestros niños! ¡Su sangre no está en venta! ¡Todos arderéis en el infierno!”. Todo pasa muy rápido. El ataque no dura casi nada y la muchedumbre rápidamente se dispersa. En cambio los gritos y los ataques de histeria se prolongan. La mayoría de los invitados siguen paralizados una vez finalizado el pequeño atentado, otros sugieren llamar a Scotland Yard mientras que algunas señoritas lloran desconsoladas al ver sus vestidos destrozados.
- Queridos amigos – dice -. Tengo el placer de veros a todos reunidos en esta vuestra casa para presentar en sociedad a la hija de uno de los amigos que más alegrías me ha dado en esta vida, Lord Malory. Como su padrino y patrocinador es para mi un orgullo presentaros a mi hermosa ahijada, Lady Amy Malory.
Amy subé algunas de las escaleras para reunirse con su padrino, es entonces o quizás después cuando una muchedumbre colérica irrumpe en la sala. Cuando Amy estaba a punto de decir sus primeras palabras como adulta.
Al principio todo queda en silencio a no ser por un ruido de cristales rotos. Luego gritos y más cristales rotos. La muchedumbre porta en sus manos huevos, tomates, lechugas y otros vegetales podridos que comienzan a tirar a los presentes a la fiesta. Hay quien chilla “¡Asesinos!” “¡Satanás os ha corrompido!”, y otros gritan “¡Dejad a nuestros niños! ¡Su sangre no está en venta! ¡Todos arderéis en el infierno!”. Todo pasa muy rápido. El ataque no dura casi nada y la muchedumbre rápidamente se dispersa. En cambio los gritos y los ataques de histeria se prolongan. La mayoría de los invitados siguen paralizados una vez finalizado el pequeño atentado, otros sugieren llamar a Scotland Yard mientras que algunas señoritas lloran desconsoladas al ver sus vestidos destrozados.
-X-X-X-X-X-X-X-X-X-X-
En Whitechapel hace media hora que se dió por finalizada la cena y las celebraciones más fuertes han empezado. Para festejar ,y gracias al parroco Stevens, se ha repartido y todavia se reparte de manera gratuita galletas, algunos postres y vino caliente para animar el espíritu así como otras bebidas espirituosas.
Esta noche, como todas las demás, Whitechapel se ha llenado rapidamente de gente. Las prostitutas ya están en sus esquinas, las tabernas, burdeles y cabarets han abierto sus puertas, los fumaderos de opio comienzan a abarrotarse y los ladrones ya están preparados para aprovecharse de algún pobre incauto. Las celebraciones invitan a pasárselo bien pero tras la niebla puede suceder cualquier cosa.
Esta noche, como todas las demás, Whitechapel se ha llenado rapidamente de gente. Las prostitutas ya están en sus esquinas, las tabernas, burdeles y cabarets han abierto sus puertas, los fumaderos de opio comienzan a abarrotarse y los ladrones ya están preparados para aprovecharse de algún pobre incauto. Las celebraciones invitan a pasárselo bien pero tras la niebla puede suceder cualquier cosa.
Re: Prólogo. Londres, 1885
Mr. Damien Hamilton
(En la Mansión de Lord Sussex; CON KIRA LIVIANI)
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Después de la cena, nos anunciaron que la presentación en sociedad de Lady Malory, por lo que conduje a Payton al Salón y la deje en compañía de algunas jovenes mientras que yo me escabuía por detrás.
Le habia echado el ojo a una de las doncellas, y tras pasarle una nota para que se reuniera conmigo, me dispuse a contrarme con ella donde le habia indicado y me escondi alli hasta que paso a mi lado y nos encerre en una de las habitaciones, lejos de toda la celebración y del gentío.
Seducirla fue bastante facil aunque excitante, puesto que hacia mucho tiempo que no me alimentaba de sangre humana y aunque mi intencion no era matarla, pensaba pasarlo bien mientras podia. Mientras comenzaba a alimentarme de ella sin que tuviera consciencia de ello, por el estado en el que le habia inducido, oi ruido de gente entrando a la fuerza, por lo que deje a la doncella y me despedi de ella, mientras ella se colocaba la ropa de nuevo.
Cuando me reuni con el resto de los invitados, ya se habian marchado aquella muchedumbre y me acerque a Payton para cerciorarme de que estaba bien.
¿A que habia venido todo eso?
Vi a Lady Liviani entre la gente y me acerque a ella.
- ¿A que se ha debido todo este alboroto?- le pregunté discretamente.- Ciertamente, no me gusta ser interrumpido en mis... asuntos.
(En la Mansión de Lord Sussex; CON KIRA LIVIANI)
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Después de la cena, nos anunciaron que la presentación en sociedad de Lady Malory, por lo que conduje a Payton al Salón y la deje en compañía de algunas jovenes mientras que yo me escabuía por detrás.
Le habia echado el ojo a una de las doncellas, y tras pasarle una nota para que se reuniera conmigo, me dispuse a contrarme con ella donde le habia indicado y me escondi alli hasta que paso a mi lado y nos encerre en una de las habitaciones, lejos de toda la celebración y del gentío.
Seducirla fue bastante facil aunque excitante, puesto que hacia mucho tiempo que no me alimentaba de sangre humana y aunque mi intencion no era matarla, pensaba pasarlo bien mientras podia. Mientras comenzaba a alimentarme de ella sin que tuviera consciencia de ello, por el estado en el que le habia inducido, oi ruido de gente entrando a la fuerza, por lo que deje a la doncella y me despedi de ella, mientras ella se colocaba la ropa de nuevo.
Cuando me reuni con el resto de los invitados, ya se habian marchado aquella muchedumbre y me acerque a Payton para cerciorarme de que estaba bien.
¿A que habia venido todo eso?
Vi a Lady Liviani entre la gente y me acerque a ella.
- ¿A que se ha debido todo este alboroto?- le pregunté discretamente.- Ciertamente, no me gusta ser interrumpido en mis... asuntos.
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Re: Prólogo. Londres, 1885
Ms Payton Carlton
(En la Mansión de Lord Sussex; CON VIVIANNE ASHEROFT)
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Como Damien aun no volvia, decidi introducirme a una de las pocas jovenes que conocía alli, Vivianne Asheroft.
- Lady Vivianne, es un gusto encontrarte aqui. ¿Huyendo de tu madre tan pronto?- me rei, al ver su madre vigilando a donde iba.
-tan obvio es mi comportamiento??-
- Ven, creo que nos podremos escapar un rato si nos alejamos del gentío.- le indique.
Una vez nos alejamos, Vivianne me ofrecio una copa de champaña y decidi brinda por el inicio de la temporada y de una nueva etapa para nosotras.
No pudimos estar juntas mucho tiempo, puesto que enseguida nos llamaron para cenar y nos fuimos a sentar en la mesa en nuestros asientos asignados.
Despues de la cena, nos traladaron al salon principal para que la presentacion de Lady Malory tuviese lugar pero cuando ya la habian presentado y se disponia hablar, una muchedumbre irrumpio en la fiesta lanzandonos verdura a los vestidos.
Una vez se disipó todo, Damien se acerco a comprobar que Vivianne y yo estuviesemos bien. Tras asegurarselo varias veces, me dijo que se acercaría a hablar con una conocida.
- Vivianne, seguro que estas bien, seguro que tu madre se enojara con nosotras por no tener el suficiente cuidado.- le dije mientras veía mi vestido arruinado.
(En la Mansión de Lord Sussex; CON VIVIANNE ASHEROFT)
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Como Damien aun no volvia, decidi introducirme a una de las pocas jovenes que conocía alli, Vivianne Asheroft.
- Lady Vivianne, es un gusto encontrarte aqui. ¿Huyendo de tu madre tan pronto?- me rei, al ver su madre vigilando a donde iba.
-tan obvio es mi comportamiento??-
- Ven, creo que nos podremos escapar un rato si nos alejamos del gentío.- le indique.
Una vez nos alejamos, Vivianne me ofrecio una copa de champaña y decidi brinda por el inicio de la temporada y de una nueva etapa para nosotras.
No pudimos estar juntas mucho tiempo, puesto que enseguida nos llamaron para cenar y nos fuimos a sentar en la mesa en nuestros asientos asignados.
Despues de la cena, nos traladaron al salon principal para que la presentacion de Lady Malory tuviese lugar pero cuando ya la habian presentado y se disponia hablar, una muchedumbre irrumpio en la fiesta lanzandonos verdura a los vestidos.
Una vez se disipó todo, Damien se acerco a comprobar que Vivianne y yo estuviesemos bien. Tras asegurarselo varias veces, me dijo que se acercaría a hablar con una conocida.
- Vivianne, seguro que estas bien, seguro que tu madre se enojara con nosotras por no tener el suficiente cuidado.- le dije mientras veía mi vestido arruinado.
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
Sir DORIAN GRAY
(Con Elena Rigantti)
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El maldito hedor de Londres, eso fue lo primero que me vino a la mente cuando el barco que me traía desde la India llegó a puerto. Nada como estar en casa he de admitir. Hace 15 años me tuve que marchar de esta isla por un peculiar asunto, pero pasado ese tiempo dudo que todos los relacionados con aquello sigan vivos.[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]
Ni equipaje, ni acompañantes, no necesitaba nada de eso, así podía viajar mas ligero y hacer lo que quisiera. Como echaba de menos el aspecto de Londres, en 15 años no había cambiado nada. Putas por las calles, muertos de hambre, apestados, y la clase social alta en sus lujosas mansiones disfrutando de sus patéticas e insignificantes vidas. Bueno, eso iba a cambiar, Dorian ha vuelto…temblad jóvenes muchachas, y vuestras madres también.
Antes de irme de viaje, me encargué de comprar un pequeño sitio al que solía acudir bastante, el mejor opio de todo Londres y una mejor absenta. En vez de dirigirme directamente hasta mi mansión, antes pasé por el 456 b, Totemham Ct. Road. El barrio estaba exactamente igual, calles oscuras, mugrientas, casas bajas y putas por doquier. Ningún hombre noble se dejaría ser visto por aquí aposta.
Cuando llegué estaban abriendo el negocio los mismos chinos de siempre y mi sirviente Gordon, seguían allí, claro que…algo mas viejos.
- Se…Señor Gray?
- OH, Gordon, espero que el negocio vaya viento en popa, y supongo que mis ganancias de todos estos años están a buen recaudo, no es así?
- Si…si señor Gray, pero…como?...quiero decir..está exactamente igual…
- Gordon, la vida me ha tratado bien y las mujeres mejor aún. Dicen que follarse a una princesa de la tribu N’Gawa de Africa te hace inmortal..y sabes que? Pues parece que funciona! Vengo algo cansado del viaje,así que por favor, encárgate de todo, esta noche traeré a unos viejos amigos a tomarnos algo.
- Si señor. Como Ordene señor.
Sin decir nada mas, me di media vuelta coloqué mi sombrero y mi bastón y caminé por las calles de regreso a casa. Había carteles hablando de una celebración en WhiteChapel, quizás estaría bien acercarse por allí. Pero de camino me crucé con algo realmente espectacular, una joven que caminaba sola hacia la celebración. En todos estos años había aprendido a averiguar lo que escondían las mujeres bajo sus vestiduras…gorda, flacas, buenos senos, un culo impresionante. La joven frente a mi era de las que desnuda ganaba mucho más que con toda esa ropa encima. Sin darse cuenta, contemplando la celebración, hice ver que tropezaba con ella.
- Oh, mis mas sinceras disculpas señorita, no era mi intención.
La joven era muy educada y fui levantando la mirada, arrancándole la ropa con la mirada de abajo a arriba, imaginando su piel desnuda acariciada por mis manos, sus pechos lamidos y mordidos por mis dientes, hasta que llegué a sus ojos. Realmente preciosos, hipnotizantes, me quedé absorto mirándolos.
- Lo lamento de nuevo señorita..no debí…mirarla de ese modo. –Aparté la mirada e hice una reverencia- Me llamo Dorian Gray, he llegado del extranjero tras un largo viaje y parece ser que me he perdido. – Dije sonriéndole-. Me recuerda mucho..a un viejo amor.
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
Se escuchaba el sonido de la maquina de escribir en la redacción, era ya de noche y sólo me encontraba yo en ella, yo y el señor Montgomery, el director del periódico. Escribía un artículo acerca de las desapariciones de niños en la zona. Mucha gente decía que eran antiguos demonios. Llevaba varias semanas escribiendo acerca de ello y el periódico se compraba bastante bien, por lo que el señor Montgomery estaba contento. Pero yo sentía que cada vez me acercaba más a la verdad.
- Maldita sea Emmerich!, Aún sigues aquí muchacho?
- Señor, estoy ayudándole con sus ventas…
- A la mierda las ventas!, Vete a casa con tu mujer y tu hija que te están esperando!
- Si señor…enseguida voy. Usted no va a la celebración de Whitechapel?
- Iría, pero es que a mi mi señora me espera allí…
- Entiendo..- dije esbozando una sonrisa-
Al cabo de 10 minutos terminé el artículo para la tirada de mañana y salí corriendo a casa. Lucy y Laura esperaban que llegase para acompañarlas a la celebración y se me había olvidado por completo. Corrí raudo por las calles apresurándome para besar a mi esposa y abrazar a mi dulce hija entre mis brazos. Se escuchaba mucho jaleo en la calle, la gente de fiesta, algunos que ya estaban borrachos por las calles. Pero yo me preguntaba si al llegar la noche esas misteriosas desapariciones seguirían ocurriéndose.
Tras un breve momento llegué a la puerta, abría la verja y cruce el pequeño jardín que Lucy cada día cuidaba con cariño. Algo me extrañó…no había luz en ninguna de las habitaciones, ni en la puerta principal…Entré a la casa y nada más entrar una sensación de que algo no iba bien recorrió mi cuerpo.
- Lucy? Cariño? Por que están todas las luces apagadas?
Nadie respondía, me dirigí a la cocina, había platos por los suelos y signos de violencia. Mi corazón se encogió en un puño…
- Lucy?...Laura!?!
Me apresuré abriendo todas las puertas de la sala de abajo, nada, nadie…entonces me dirigí a la parte de arriba, sin encender las luces, tropecé con los escalones en la escalera.
- Lucy!?!?!? Laura!?!? Donde estáis!?!?
Corrí a la habitación de Laura, abrí la puerta rápidamente y no había nadie, solo mas silencio y ese asqueroso hedor. Me giré y fui hasta la habitación mía y de Lucy, en la cama había sangre y la ventana abierta.
- Oh dios…no…no no no no no….
Bajé de nuevo las escaleras a oscuras y crucé la cocina hasta la parte trasera de la casa. Abrí la puerta de golpe y me encontré algo que mis ojos no podían creer…en el suelo estaba mi hija Laura, mi pequeña, mi niña…yacía inmóvil y justo a su lado una figura…parecía femenina por su melena haciéndole algo a mi Lucy. Los ojos de mi mujer estaban clavados en los míos, inmóvil, suplicándome ayuda. La criatura se giró y me miró, no podía ver su cara con claridad, pero si vi dos grandes colmillos bañados en sangre que salían de su boca. Inmediatamente y casi en un suspiro desapareció del jardín dejando los cuerpos de mi mujer e hija en el suelo.
Corrí raudo a ayudarlas pero era demasiado tarde, ambas estaban heladas, con la piel pálida y un rostro agonizante en sus caras. Las lágrimas brotaban de mis ojos, las acerqué a ambas a mi pecho y les besé en la frente. Lu…Lucy..mi Lucy…y mi alegría de vivir, Laura…Mis piernas se levantaron automáticamente y caminaron hasta la calle principal…
- A..ayuda…por favor que alguien me…ayude..
Nadie pasaba cerca, nadie en esa oscura noche caminaba por aquella calle…caí de rodillas al suelo…Entonces empecé a escucharlos, era el sonido de mi corazón?..No, eran unos pasos acercándose a mi…una muchacha…era Emily, mi vecina…
- Mi…mi mujer…mi..mi Laura…
- Maldita sea Emmerich!, Aún sigues aquí muchacho?
- Señor, estoy ayudándole con sus ventas…
- A la mierda las ventas!, Vete a casa con tu mujer y tu hija que te están esperando!
- Si señor…enseguida voy. Usted no va a la celebración de Whitechapel?
- Iría, pero es que a mi mi señora me espera allí…
- Entiendo..- dije esbozando una sonrisa-
Al cabo de 10 minutos terminé el artículo para la tirada de mañana y salí corriendo a casa. Lucy y Laura esperaban que llegase para acompañarlas a la celebración y se me había olvidado por completo. Corrí raudo por las calles apresurándome para besar a mi esposa y abrazar a mi dulce hija entre mis brazos. Se escuchaba mucho jaleo en la calle, la gente de fiesta, algunos que ya estaban borrachos por las calles. Pero yo me preguntaba si al llegar la noche esas misteriosas desapariciones seguirían ocurriéndose.
Tras un breve momento llegué a la puerta, abría la verja y cruce el pequeño jardín que Lucy cada día cuidaba con cariño. Algo me extrañó…no había luz en ninguna de las habitaciones, ni en la puerta principal…Entré a la casa y nada más entrar una sensación de que algo no iba bien recorrió mi cuerpo.
- Lucy? Cariño? Por que están todas las luces apagadas?
Nadie respondía, me dirigí a la cocina, había platos por los suelos y signos de violencia. Mi corazón se encogió en un puño…
- Lucy?...Laura!?!
Me apresuré abriendo todas las puertas de la sala de abajo, nada, nadie…entonces me dirigí a la parte de arriba, sin encender las luces, tropecé con los escalones en la escalera.
- Lucy!?!?!? Laura!?!? Donde estáis!?!?
Corrí a la habitación de Laura, abrí la puerta rápidamente y no había nadie, solo mas silencio y ese asqueroso hedor. Me giré y fui hasta la habitación mía y de Lucy, en la cama había sangre y la ventana abierta.
- Oh dios…no…no no no no no….
Bajé de nuevo las escaleras a oscuras y crucé la cocina hasta la parte trasera de la casa. Abrí la puerta de golpe y me encontré algo que mis ojos no podían creer…en el suelo estaba mi hija Laura, mi pequeña, mi niña…yacía inmóvil y justo a su lado una figura…parecía femenina por su melena haciéndole algo a mi Lucy. Los ojos de mi mujer estaban clavados en los míos, inmóvil, suplicándome ayuda. La criatura se giró y me miró, no podía ver su cara con claridad, pero si vi dos grandes colmillos bañados en sangre que salían de su boca. Inmediatamente y casi en un suspiro desapareció del jardín dejando los cuerpos de mi mujer e hija en el suelo.
Corrí raudo a ayudarlas pero era demasiado tarde, ambas estaban heladas, con la piel pálida y un rostro agonizante en sus caras. Las lágrimas brotaban de mis ojos, las acerqué a ambas a mi pecho y les besé en la frente. Lu…Lucy..mi Lucy…y mi alegría de vivir, Laura…Mis piernas se levantaron automáticamente y caminaron hasta la calle principal…
- A..ayuda…por favor que alguien me…ayude..
Nadie pasaba cerca, nadie en esa oscura noche caminaba por aquella calle…caí de rodillas al suelo…Entonces empecé a escucharlos, era el sonido de mi corazón?..No, eran unos pasos acercándose a mi…una muchacha…era Emily, mi vecina…
- Mi…mi mujer…mi..mi Laura…
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
Lord Travel McCrow
Con Sybelle, después con Veronica Framco /En Fiesta Malory
No esperaba que mi hermana resultara tan divertida, al escuchar sus palabras supe que esta no sería otra velada aburrida llena de viejos impregnados a olor a tabaco seco o de mujeres ancianas ocultando su edad tras capas y capas de maquillaje, sonreí cómplice a Sybelle, no muy seguido nos llevábamos bien, pero creo que hoy podía ser la excepión.
Enseguida miré a mi alrededor, notando las dos chicas que Belle me había indicado, lucían hermosas y con bastante potencial para hacerme pasar una velada de ensueño; una vez que miré mis presas volví la mirada a mi hermana.
Travel: acepto...-le digo en seco- pero mi premio no será nada fácil- añado misterioso- si logro lo que me pides tendrás que conseguirme algunas dosis de estricnina con el médico de la comarca- se que despertarán algo de interés en ella mis palabras, pero si quiero seguir con mis planes necesito encargarme de mi padre de una vez por todas, además la situación es perfecta, ya que los médicos no dan esos sustancias tan fácilmente, claro si no es que eres una mujer que pueda seducirlo..una como mi hermana...- me han dicho que es excelente como estimulante y relajante, y francamente con todo lo que sucede en la fábrica me vendría bien algo de eso...por desgracia es una sustancia que no muy fácilmente dan los médicos, claro a menos que una dama encuentre la manera- le digo esperando su respuesta, pero la gran presentación de la prometedora Amy Mallory nos interrumpe...-
La música se detiene y todos prestan atención a la chica, pero cuando ésta se dispone a decir algunas palabras una lluvia de menudencias y todo tipo de verduras entran por las ventanas acompañadas de gritos e injurías. Los sucios vagabundos ahora culpan a los de nuestra clase de los sucesos que han tenido lugar en Londres...todos miramos perplejos aquella situación, pero yo se aprovecharla...
-Trato cerrado hermanita...si no logro lo que me pides te arreglaré un encuentro con ese Andrews...un encuentro que sin duda mamá no aprobaría, no en las condiciones que yo lo planearía...- le digo entre todo el caos que causan esos malditos vagabundos. Sin dejar que mi hermana me conteste le guiño un ojo y me retiro intrnándome entre las personas y llego hasta una de las chicas que están en juego-
-Señorita debe tener cuidado o una de esas cosas puede golpearla- le digo mientras ella parece ser empujada por algunos caballeros que deciden ir tras los sucios que causan el alboroto- creame que sería una desgracia que un rostro como el suyo sea ultrajado por un asqueroso vegetal podrido- añado con una sonrisa al tiempo que noto su impecable belleza...-
Con Sybelle, después con Veronica Framco /En Fiesta Malory
No esperaba que mi hermana resultara tan divertida, al escuchar sus palabras supe que esta no sería otra velada aburrida llena de viejos impregnados a olor a tabaco seco o de mujeres ancianas ocultando su edad tras capas y capas de maquillaje, sonreí cómplice a Sybelle, no muy seguido nos llevábamos bien, pero creo que hoy podía ser la excepión.
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Travel: acepto...-le digo en seco- pero mi premio no será nada fácil- añado misterioso- si logro lo que me pides tendrás que conseguirme algunas dosis de estricnina con el médico de la comarca- se que despertarán algo de interés en ella mis palabras, pero si quiero seguir con mis planes necesito encargarme de mi padre de una vez por todas, además la situación es perfecta, ya que los médicos no dan esos sustancias tan fácilmente, claro si no es que eres una mujer que pueda seducirlo..una como mi hermana...- me han dicho que es excelente como estimulante y relajante, y francamente con todo lo que sucede en la fábrica me vendría bien algo de eso...por desgracia es una sustancia que no muy fácilmente dan los médicos, claro a menos que una dama encuentre la manera- le digo esperando su respuesta, pero la gran presentación de la prometedora Amy Mallory nos interrumpe...-
La música se detiene y todos prestan atención a la chica, pero cuando ésta se dispone a decir algunas palabras una lluvia de menudencias y todo tipo de verduras entran por las ventanas acompañadas de gritos e injurías. Los sucios vagabundos ahora culpan a los de nuestra clase de los sucesos que han tenido lugar en Londres...todos miramos perplejos aquella situación, pero yo se aprovecharla...
-Trato cerrado hermanita...si no logro lo que me pides te arreglaré un encuentro con ese Andrews...un encuentro que sin duda mamá no aprobaría, no en las condiciones que yo lo planearía...- le digo entre todo el caos que causan esos malditos vagabundos. Sin dejar que mi hermana me conteste le guiño un ojo y me retiro intrnándome entre las personas y llego hasta una de las chicas que están en juego-
-Señorita debe tener cuidado o una de esas cosas puede golpearla- le digo mientras ella parece ser empujada por algunos caballeros que deciden ir tras los sucios que causan el alboroto- creame que sería una desgracia que un rostro como el suyo sea ultrajado por un asqueroso vegetal podrido- añado con una sonrisa al tiempo que noto su impecable belleza...-
Última edición por dynamo el 10/02/11, 01:40 am, editado 2 veces
Re: Prólogo. Londres, 1885
Livia Widmer
Con Katherine, Rose, Anne Marie, Elizabetta, Corner, Sebastian… /En Consejo Vampírico
Katherine me brindó una sonrisa ante mi comentario, momentos después todos conversaban sobre la fiesta y la necesaria asistencia, aunque con esto pude notar que Rose parecía frustrada por no atenderse el tema principal de la reunión, por suerte dos varones vampiros volvieron a encaminar la conversación hacia la cuestión de los ataques y nuestra posición ante ello. Rose enseguida tomó la palabra de nuevo captando la atención de todos.
Rose: Debemos solucionar este malentendido con los humanos de manera veloz y eficaz. Facilitarles una
solución momentánea, una cortina de humo que aleje sus investigaciones para poder actuar libremente y bajo nuestras leyes. ¿Alguna propuesta? - pregunta, todos se miran intentando arrojar alguna idea que nos de tiempo para buscar una solución concreta al problema.-
Livia: mi lady, si me permite opinar creo que todos podríamos actuar sobre nuestros contactos influyentes...médicos, encargados del The Westminster Gazette, varones del Scotland Yard...-digo esperando que mis argumentos sirvan de algo- regando sobre ellos rumores que alejen la vista sobre los vampiros- añado, quizá el sembrar la semilla de una falso rumor en torno a los ataques pudiera germinar si todos lo hacemos con nuestros conocidos con influencia- algún animal salvaje, un humano con tintes homicidas, pero...-hago una pausa-
-Aún así quedarían las declaraciones de las víctimas que dicen tener como atacante un humano...una Dama de sangre...- eso sería lo más difícil de disfrazar, puesto que las propias declaraciones de las víctimas han hecho que surja la cuestión de la misteriosa atacante...- yo podría obrar en algunos de mis "contactos" masculinos y así hacer que estos dispersen información que no nos ubique a nosotros como culpables...pero no se si eso sería suficiente para atender este asunto tan delicado- digo, seguro que surgiran más y talvez mejores ideas, pero creo que debemos expresar todo lo que se nos venga a la mente para así concretar algo.-
_____
*No se me ocurrió algo más como solución XD
Con Katherine, Rose, Anne Marie, Elizabetta, Corner, Sebastian… /En Consejo Vampírico
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Rose: Debemos solucionar este malentendido con los humanos de manera veloz y eficaz. Facilitarles una
solución momentánea, una cortina de humo que aleje sus investigaciones para poder actuar libremente y bajo nuestras leyes. ¿Alguna propuesta? - pregunta, todos se miran intentando arrojar alguna idea que nos de tiempo para buscar una solución concreta al problema.-
Livia: mi lady, si me permite opinar creo que todos podríamos actuar sobre nuestros contactos influyentes...médicos, encargados del The Westminster Gazette, varones del Scotland Yard...-digo esperando que mis argumentos sirvan de algo- regando sobre ellos rumores que alejen la vista sobre los vampiros- añado, quizá el sembrar la semilla de una falso rumor en torno a los ataques pudiera germinar si todos lo hacemos con nuestros conocidos con influencia- algún animal salvaje, un humano con tintes homicidas, pero...-hago una pausa-
-Aún así quedarían las declaraciones de las víctimas que dicen tener como atacante un humano...una Dama de sangre...- eso sería lo más difícil de disfrazar, puesto que las propias declaraciones de las víctimas han hecho que surja la cuestión de la misteriosa atacante...- yo podría obrar en algunos de mis "contactos" masculinos y así hacer que estos dispersen información que no nos ubique a nosotros como culpables...pero no se si eso sería suficiente para atender este asunto tan delicado- digo, seguro que surgiran más y talvez mejores ideas, pero creo que debemos expresar todo lo que se nos venga a la mente para así concretar algo.-
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*No se me ocurrió algo más como solución XD
Re: Prólogo. Londres, 1885
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Con...Veronica Framco
En...Fiesta Malory
ESPERO
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Con... Katherine, Rose, Anne Marie, Elizabetta, Corner, Sebastian…
En...Consejo Vampírico
ESPERO
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En...Rumbo a Mansión Sussex
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Re: Prólogo. Londres, 1885
Emily Oak
Con Bruce Emmerich
Whitechapel estaba más abarrotada de gente si cabe cuando salí de la iglesia tras el oficio del Padre Stevens. La ceremonia había sido seguida por bastante gente y al querer despedirme de él – al igual que muchos otros – salí de la iglesia bastante más tarde de lo previsto.
Las calles que antes estaban pobladas con gente que bailaba y niños que corrían, se habían convertido una escena menos amable: Prostitutas, borrachos y gente de la peor calaña y de dudosas intenciones se agolpaban en las calles. Algunos intentando encontrar a algún transeúnte despistado, otras ofreciendo sus servicios a grandes voces y sin disimulo.
Me recoloqué el mando sobre los hombros sintiéndome incómoda y aceleré el paso por las oscuras calles colindantes a la iglesia. Ahora mismo no me parecían el lugar más adecuado para una muchacha solitaria.
Continué mi camino con el paso y el corazón acelerados - atenta a cualquier ruido tras mis espaldas o proveniente de los callejones- hasta que salí de la mal iluminada zona centro y me adentré en los anchos márgenes del Támesis que gozaban de la reciente y novedosa iluminación por farolas de gas. Sin detenerme demasiado, crucé de un lado a otro el Támesis y en cuanto entré en Waterloo Rd respiré tranquila.
Ahora, sin la iluminación a gas de las orillas del río, la niebla volvía a cubrirlo todo y era difícil distinguir que tenía uno delante de sus narices. A la mitad de recorrido, comencé a percibir una forma. Me paré en seco al ver que se movía. Con una mueca de indecisión me pregunté a mi misma que iba a hacer, si continuar o dar la vuelta.
Me convencí diciéndome que quedaban menos de cien pasos para llegar a casa y más temerosa que decidida continué caminando. Mientras me acercaba comencé a percibir que se trataba de una persona arrodillada y un poco más cerca que era un hombre. Bruce Emmerich.
Mi corazón se aceleró en el instante que mi menté le reconoció. Si había alguien a quien no esperaba encontrar a esas horas en la calle era al señor Emmerich. Solía verlo por las mañanas, despidiéndose de su mujer cuando yo iba a trabajar, o algunas tardes, jugando con su hija en el pequeño jardín delantero de su casa. Algunas veces charlábamos, otras simplemente nos saludábamos y todas ellas yo fantaseaba imaginando como sería mi vida con él.
- ¿Señor Emmerich? – Pregunté cuando estuve a su lado -. ¿Se encuentra bien?
- Mi…mi mujer…mi…mi Laura…
Sus ojos estaban rojos, irritados y su vista estaba perdida, como si estuviese conmocionado. Automáticamente levanté la vista a su casa que estaba totalmente a oscuras y con la puerta de la entrada abierta de par en par.
- ¿Que ha pasado, señor Emmerich? - pregunté con tono asustado esta vez -. ¿Dónde están su mujer y su hija?
Con Bruce Emmerich
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Las calles que antes estaban pobladas con gente que bailaba y niños que corrían, se habían convertido una escena menos amable: Prostitutas, borrachos y gente de la peor calaña y de dudosas intenciones se agolpaban en las calles. Algunos intentando encontrar a algún transeúnte despistado, otras ofreciendo sus servicios a grandes voces y sin disimulo.
Me recoloqué el mando sobre los hombros sintiéndome incómoda y aceleré el paso por las oscuras calles colindantes a la iglesia. Ahora mismo no me parecían el lugar más adecuado para una muchacha solitaria.
Continué mi camino con el paso y el corazón acelerados - atenta a cualquier ruido tras mis espaldas o proveniente de los callejones- hasta que salí de la mal iluminada zona centro y me adentré en los anchos márgenes del Támesis que gozaban de la reciente y novedosa iluminación por farolas de gas. Sin detenerme demasiado, crucé de un lado a otro el Támesis y en cuanto entré en Waterloo Rd respiré tranquila.
Ahora, sin la iluminación a gas de las orillas del río, la niebla volvía a cubrirlo todo y era difícil distinguir que tenía uno delante de sus narices. A la mitad de recorrido, comencé a percibir una forma. Me paré en seco al ver que se movía. Con una mueca de indecisión me pregunté a mi misma que iba a hacer, si continuar o dar la vuelta.
Me convencí diciéndome que quedaban menos de cien pasos para llegar a casa y más temerosa que decidida continué caminando. Mientras me acercaba comencé a percibir que se trataba de una persona arrodillada y un poco más cerca que era un hombre. Bruce Emmerich.
Mi corazón se aceleró en el instante que mi menté le reconoció. Si había alguien a quien no esperaba encontrar a esas horas en la calle era al señor Emmerich. Solía verlo por las mañanas, despidiéndose de su mujer cuando yo iba a trabajar, o algunas tardes, jugando con su hija en el pequeño jardín delantero de su casa. Algunas veces charlábamos, otras simplemente nos saludábamos y todas ellas yo fantaseaba imaginando como sería mi vida con él.
- ¿Señor Emmerich? – Pregunté cuando estuve a su lado -. ¿Se encuentra bien?
- Mi…mi mujer…mi…mi Laura…
Sus ojos estaban rojos, irritados y su vista estaba perdida, como si estuviese conmocionado. Automáticamente levanté la vista a su casa que estaba totalmente a oscuras y con la puerta de la entrada abierta de par en par.
- ¿Que ha pasado, señor Emmerich? - pregunté con tono asustado esta vez -. ¿Dónde están su mujer y su hija?
Re: Prólogo. Londres, 1885
Jane Cassidy
No recordaba que la prima Elisabeth fuera tan efusiva y agitada. Pero como un torbellino, me arrastró escaleras arriba para acceder al modesto pisito situado en el ático.
Su incesante parloteo me iba dando fluidas informaciones que a penas tuve tiempo de digerir. Cuando quise darme cuenta, mis maletas yacían abiertas sobre lo que iba a ser mi dormitorio y Elisabeth cotilleaba alegremente mis ropas, como si entre ellas fuera a aparecer un atuendo semblante al que ella llevaba.
Quise arrinconarme en la pared para contemplar maravillada su danza de movimientos. Se veía tan hermosa y natural. Sin preocupaciones de resultar inapropiada, y con una expresión constante que denotaba seguridad.
Cuando sus enormes ojos color miel se clavaron en mi, quedé con la boca entreabierta.
- Whitechapel- Repetí con un vano esfuerzo de reproducir su alegre tono de voz. Ella asintió.- ¿para divertirse? ¿por la noche?
- No, para ir a cuidar viejecitos desamparados – Respondió burlona.- ¿Que otra cosa se puede hacer de noche, querida?
No supe que contestar. Y “dormir” no hubiese sido una respuesta cortésmente aceptada.
Empujada por su entusiasmo me dejé llevar y cuando Elisabeth calificó mi vestuario de recatado, me encogí de hombros. Su solución fue llevarme hasta su dormitorio y enseñarme algunos trajes, que probó sobre mi rostro hasta decantarse por uno de ellos.
Me ayudó a vestirme haciendo caso omiso a mis objeciones cuando avergonzada comprobé que se podía ver el ribeteado de mi corsé por el pronunciado escote del vestido. Ella rió asegurándome que en Londres era la moda, y que nadie osaría calificarme de indecorosa.
Me dejé mimar entonces por sus cuidados y atenciones, y acabé adoptando una actitud totalmente sumisa a sus consejos e indicaciones.
Finalmente la noche cayó, manteniéndose una agradable temperatura que hacia refulgir los intensos olores del barrio. Esperé que Elisabeth acabara de prepararse, y me acerque a la ventana.
La húmeda oscuridad circundante de la ciudad me provocó un estremecimiento. Allí sola entre la inmensidad, presentía que me esperaban aventuras que no llegaba ni a imaginar.
Después de un largo trayecto en ómnibus, bajo la mirada de varios transuentes que nos escudriñaron con desfachatez, llegamos por fin a WhiteChapel.
Un enorme gentío bailaba, reía y bebía. Me sentía abrumada por las luces y el jolgorio que se hacia paso ante mis ojos. Elisabeth se veía contenta y cuando una mujer nos ofreció un vaso de vino y unas galletas, rápidamente se hizo con la bandeja.
- Nunca he probado el vino.- Sentencié.- En mi casa siempre se achacó la bebida espirituosa a los hombres, o a los Santos.
Su incesante parloteo me iba dando fluidas informaciones que a penas tuve tiempo de digerir. Cuando quise darme cuenta, mis maletas yacían abiertas sobre lo que iba a ser mi dormitorio y Elisabeth cotilleaba alegremente mis ropas, como si entre ellas fuera a aparecer un atuendo semblante al que ella llevaba.
Quise arrinconarme en la pared para contemplar maravillada su danza de movimientos. Se veía tan hermosa y natural. Sin preocupaciones de resultar inapropiada, y con una expresión constante que denotaba seguridad.
Cuando sus enormes ojos color miel se clavaron en mi, quedé con la boca entreabierta.
- Whitechapel- Repetí con un vano esfuerzo de reproducir su alegre tono de voz. Ella asintió.- ¿para divertirse? ¿por la noche?
- No, para ir a cuidar viejecitos desamparados – Respondió burlona.- ¿Que otra cosa se puede hacer de noche, querida?
No supe que contestar. Y “dormir” no hubiese sido una respuesta cortésmente aceptada.
Empujada por su entusiasmo me dejé llevar y cuando Elisabeth calificó mi vestuario de recatado, me encogí de hombros. Su solución fue llevarme hasta su dormitorio y enseñarme algunos trajes, que probó sobre mi rostro hasta decantarse por uno de ellos.
Me ayudó a vestirme haciendo caso omiso a mis objeciones cuando avergonzada comprobé que se podía ver el ribeteado de mi corsé por el pronunciado escote del vestido. Ella rió asegurándome que en Londres era la moda, y que nadie osaría calificarme de indecorosa.
Me dejé mimar entonces por sus cuidados y atenciones, y acabé adoptando una actitud totalmente sumisa a sus consejos e indicaciones.
Finalmente la noche cayó, manteniéndose una agradable temperatura que hacia refulgir los intensos olores del barrio. Esperé que Elisabeth acabara de prepararse, y me acerque a la ventana.
La húmeda oscuridad circundante de la ciudad me provocó un estremecimiento. Allí sola entre la inmensidad, presentía que me esperaban aventuras que no llegaba ni a imaginar.
Después de un largo trayecto en ómnibus, bajo la mirada de varios transuentes que nos escudriñaron con desfachatez, llegamos por fin a WhiteChapel.
Un enorme gentío bailaba, reía y bebía. Me sentía abrumada por las luces y el jolgorio que se hacia paso ante mis ojos. Elisabeth se veía contenta y cuando una mujer nos ofreció un vaso de vino y unas galletas, rápidamente se hizo con la bandeja.
- Nunca he probado el vino.- Sentencié.- En mi casa siempre se achacó la bebida espirituosa a los hombres, o a los Santos.
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Re: Prólogo. Londres, 1885
Kira Liviani
con Damien Hamilton.
La fiesta transcurria tranquila como cualquier fiesta de la alta sociedad, saludos cortese, sonrisas falsas y bailes pomposos. Las mujeres cotilleaban, los hombres hablaban de dinero y las jovenes damas miraban ansiosas a su alrededor intentando descurbrir que apuesto joven las estaba observando. Yo como siempre me dedicaba a observar desde un rincón, intentando pasar desapercibida. Queria seguir manteniendome en la lejanía, eso evitaba que cualquier mujer aburrida creyese por error que podía considerarse mi amiga y entrar en mi casa cuando le viniese en gana. Aun así todas me saludaban y me preguntaban si yo también iba a buscar otro marido, para ellas que una mujer tan joven como yo viviera sola era una vergüenza. Suscitaba las habladurias y algunas ya me habian tachado de mujer de vida alegre, a pesar de que mi cuartada era que había enviudado, sin embargo para aquellas mujeres de la alta sociedad a estas alturas debería haberme vuelto a casar. Me disponía a marcharme al ver que Rose no aparecía, cuando una muchedumbre furiosa irrumpió en la casa justo cuando Lady Malory se disponia a presentarse en sociedad. Esquivé las hortalizas que se dirigian hacia mi elegantemente sin exponerme mucho, puesto que mis movimientos vampiricos habrían llamado demasiado la atención. Lo que aquellos intrusos hacian era abuchear a la alta sociedad porque pensaban que algunos de nosotros se bañaban en sangre de niño para mantenerse joven. Era lo que había oido por las calles y me parecía lo más absurdo del mundo, auque seres retorcidos hay en todas las razas. Cuando todo acabó ayudé algunas muchachas a levantarse, pues se habian tirado al suelo para resguardarse de los proyectiles. Me giré cuando Damien Hamilton se dirigió a mi.
-Buenas noches Sr Hamilton...-dije colocandome el vestido-Al parecer hemos pasado de ser ricos egoistas a asesinos. El pueblo cree que los culpables de las muertes de sus hijos somos los de la alta sociedad. No se que es peor, que piensen en los nobles o en..."Damas de sangre"....Si siguen siendo tan descarados y despiadados al final nos pondrán a todos en evidencia. ¿Usted sabe algo a parte de lo que ha dicho Scotlan Yard?
con Damien Hamilton.
La fiesta transcurria tranquila como cualquier fiesta de la alta sociedad, saludos cortese, sonrisas falsas y bailes pomposos. Las mujeres cotilleaban, los hombres hablaban de dinero y las jovenes damas miraban ansiosas a su alrededor intentando descurbrir que apuesto joven las estaba observando. Yo como siempre me dedicaba a observar desde un rincón, intentando pasar desapercibida. Queria seguir manteniendome en la lejanía, eso evitaba que cualquier mujer aburrida creyese por error que podía considerarse mi amiga y entrar en mi casa cuando le viniese en gana. Aun así todas me saludaban y me preguntaban si yo también iba a buscar otro marido, para ellas que una mujer tan joven como yo viviera sola era una vergüenza. Suscitaba las habladurias y algunas ya me habian tachado de mujer de vida alegre, a pesar de que mi cuartada era que había enviudado, sin embargo para aquellas mujeres de la alta sociedad a estas alturas debería haberme vuelto a casar. Me disponía a marcharme al ver que Rose no aparecía, cuando una muchedumbre furiosa irrumpió en la casa justo cuando Lady Malory se disponia a presentarse en sociedad. Esquivé las hortalizas que se dirigian hacia mi elegantemente sin exponerme mucho, puesto que mis movimientos vampiricos habrían llamado demasiado la atención. Lo que aquellos intrusos hacian era abuchear a la alta sociedad porque pensaban que algunos de nosotros se bañaban en sangre de niño para mantenerse joven. Era lo que había oido por las calles y me parecía lo más absurdo del mundo, auque seres retorcidos hay en todas las razas. Cuando todo acabó ayudé algunas muchachas a levantarse, pues se habian tirado al suelo para resguardarse de los proyectiles. Me giré cuando Damien Hamilton se dirigió a mi.
-Buenas noches Sr Hamilton...-dije colocandome el vestido-Al parecer hemos pasado de ser ricos egoistas a asesinos. El pueblo cree que los culpables de las muertes de sus hijos somos los de la alta sociedad. No se que es peor, que piensen en los nobles o en..."Damas de sangre"....Si siguen siendo tan descarados y despiadados al final nos pondrán a todos en evidencia. ¿Usted sabe algo a parte de lo que ha dicho Scotlan Yard?
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
Ella Kingsley
Desafié con la mirada a Jared pero dejé que besara mi cuello. La estampa de ambos que ofrecía el reflejo del espejo me hizo ceder en mi orgullosa actitud, y tomé su mano a modo de invitación parar dirigirnos al carruaje.
Llegábamos tarde al evento y no gocé de oportunidad para seleccionar una víctima apetitosa. Jared prácticamente me obligó a alimentarme de el primer transeúnte que se cruzó en nuestro camino, y me cesó antes de que alcanzar a extinguir su vida.
Es algo a lo que no estaba acostumbrada, pero había aceptado la premisa cuando nuestros padres vampiros nos exigieron cumplir el protocolo estipulado por los inmortales londinenses.
Fue en el momento cúspide de la fiesta cuando nos presentamos. Acababa de suceder un curioso altercado protagonizado por unos humildes y furiosos mortales, que había escandalizado a los allí presentes. Personalmente lo encontraba en demasía, divertido. Y lamenté habérmelo perdido. Era un gozo para mi testificar el quebrantamiento de las normas. Me conformé en desear que las interrupciones de la velada volvieran a sucederse, y a ser posible, de una manera mas dramática y exagerada.
- Hermana.- Reverenció Jared con una sarcástica sonrisa. Realmente disfrutaba de su papel.
- Hermano.- Le imité incapaz de disimular mi desaprobación, y prometiéndome acabar con su divertimento.
Los dos nos separamos. Había llegado el momento de relacionarse con la sociedad Londinense. Ahora mis clases de dicción inglesa tenían que ponerse en practica con estricta perfección.
Barrí la sala con mis ojos para hacer un reconocimiento de los invitados, aun distraídos por lo que acaba de suceder. Fingiendo ser una joven y tímida dama, me acomodé en una silla, jugando con mis enguantadas manos con un abanico.
Furiosa observé como Jared entablaba animadamente sus primeras conversaciones, sin tener la decencia de ofrecerse para presentarme. Era sabido que una dama no podía entablar conversaciones por si sola a menos que fuera presentada, y yo, tenia muchas ganas de hablar.
Llegábamos tarde al evento y no gocé de oportunidad para seleccionar una víctima apetitosa. Jared prácticamente me obligó a alimentarme de el primer transeúnte que se cruzó en nuestro camino, y me cesó antes de que alcanzar a extinguir su vida.
Es algo a lo que no estaba acostumbrada, pero había aceptado la premisa cuando nuestros padres vampiros nos exigieron cumplir el protocolo estipulado por los inmortales londinenses.
Fue en el momento cúspide de la fiesta cuando nos presentamos. Acababa de suceder un curioso altercado protagonizado por unos humildes y furiosos mortales, que había escandalizado a los allí presentes. Personalmente lo encontraba en demasía, divertido. Y lamenté habérmelo perdido. Era un gozo para mi testificar el quebrantamiento de las normas. Me conformé en desear que las interrupciones de la velada volvieran a sucederse, y a ser posible, de una manera mas dramática y exagerada.
- Hermana.- Reverenció Jared con una sarcástica sonrisa. Realmente disfrutaba de su papel.
- Hermano.- Le imité incapaz de disimular mi desaprobación, y prometiéndome acabar con su divertimento.
Los dos nos separamos. Había llegado el momento de relacionarse con la sociedad Londinense. Ahora mis clases de dicción inglesa tenían que ponerse en practica con estricta perfección.
Barrí la sala con mis ojos para hacer un reconocimiento de los invitados, aun distraídos por lo que acaba de suceder. Fingiendo ser una joven y tímida dama, me acomodé en una silla, jugando con mis enguantadas manos con un abanico.
Furiosa observé como Jared entablaba animadamente sus primeras conversaciones, sin tener la decencia de ofrecerse para presentarme. Era sabido que una dama no podía entablar conversaciones por si sola a menos que fuera presentada, y yo, tenia muchas ganas de hablar.
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ENCONTRABLERe: Prólogo. Londres, 1885
Kellan Whitmore
-"El caballo que viene pa lante el caballo que viene patrás...laralralraaaa....jo jo jo la botella de ron"-Cantaba y bailaba por las calles de Whitechappel con una botella de whysky en la mano y una colilla de puro en la otra, que había recogido del suelo.
Las mujeres y los hombres pasaban por mi lado horrorizados al ver mi rostro y se marchaban a toda prisa cuchicheando y volviendo la vista atrás para mirarme de nuevo.
-Quieren un retrato??¡¡¡posaré desnudo por 5 libras...-dije a una pareja que se habia quedado mirandome-Y por 5 más le quito a su esposa esa cara de insatisfecha...
Se marcharon indignados y yo seguí bailando y bebiendo.
-Soy Kellan Whitmore, heredero del gran imperio de los Whitmore, que ahora se encuentra en la otra parte del maldito oceano....Si señora, sería un buen partido para su dulce hija si un monstruo no me hubiera cortado el rostro...-gritaba auna señora que andaba con su hija y su marido.
Ma dí media vuelta y choqué con dos jóvenes doncellas, intenté mantener el equilibrio pero me fue imposible, el alcohol habia conseguido el efecto deseado y ya no podia mantenerme en pie. La joven rubia se acercó a mi y me preguntó si estaba bien. La miré desde el suelo sin levantarme, era preciosa de una rasgos dulces y delicados, tal ve era el alcohol, a lomejor era un ogro con berrugas, pero en ese momento era un ángel. Cogí el borde de su vestido y lo levanté asomendome bajo sus faldas.
-A ver que encuentro por aquí...dicen que los angeles no tienen sexo...-ella se retiró-Vamos no seas tímida, soy un amante experto, hecho gritar mi nombre a muchas mujeres, por cierto me llamo Kellan, te lo digo para que lo recuerdes cuando esté sobre tu pecho lamiendo tus suculentos pechos...
Me levanté tambaleandome y me reí en su cara para despues mirarle los pechos y relamerme...
-"El caballo que viene pa lante el caballo que viene patrás...laralralraaaa....jo jo jo la botella de ron"-Cantaba y bailaba por las calles de Whitechappel con una botella de whysky en la mano y una colilla de puro en la otra, que había recogido del suelo.
Las mujeres y los hombres pasaban por mi lado horrorizados al ver mi rostro y se marchaban a toda prisa cuchicheando y volviendo la vista atrás para mirarme de nuevo.
-Quieren un retrato??¡¡¡posaré desnudo por 5 libras...-dije a una pareja que se habia quedado mirandome-Y por 5 más le quito a su esposa esa cara de insatisfecha...
Se marcharon indignados y yo seguí bailando y bebiendo.
-Soy Kellan Whitmore, heredero del gran imperio de los Whitmore, que ahora se encuentra en la otra parte del maldito oceano....Si señora, sería un buen partido para su dulce hija si un monstruo no me hubiera cortado el rostro...-gritaba auna señora que andaba con su hija y su marido.
Ma dí media vuelta y choqué con dos jóvenes doncellas, intenté mantener el equilibrio pero me fue imposible, el alcohol habia conseguido el efecto deseado y ya no podia mantenerme en pie. La joven rubia se acercó a mi y me preguntó si estaba bien. La miré desde el suelo sin levantarme, era preciosa de una rasgos dulces y delicados, tal ve era el alcohol, a lomejor era un ogro con berrugas, pero en ese momento era un ángel. Cogí el borde de su vestido y lo levanté asomendome bajo sus faldas.
-A ver que encuentro por aquí...dicen que los angeles no tienen sexo...-ella se retiró-Vamos no seas tímida, soy un amante experto, hecho gritar mi nombre a muchas mujeres, por cierto me llamo Kellan, te lo digo para que lo recuerdes cuando esté sobre tu pecho lamiendo tus suculentos pechos...
Me levanté tambaleandome y me reí en su cara para despues mirarle los pechos y relamerme...
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
Desde que empecé este proyecto el tiempo ha pasado desapercibido para mí. He perdido la noción del mundo, los segundos se convertían en minutos, los minutos en horas, las horas en días y los días en semanas. Al fin me encontraba cerca de hallar el componente decisivo para mi fórmula.
Mi estudio se había convertido en un caos, notas por todos lados, probetas y tubos de ensayo tirados por doquier. Casi ni había comido y mi criada y mi mayordomo empezaban a preocuparse por mí.
- Dr Jekyll, señor. Lleva días encerrado ahí u esta desatendiendo sus otras obligaciones.
- Cotton, estoy cerca, estoy muy cerca de conseguirlo…
- No lo dudo, señor. Llamó Lord Benson, quiere que se acerque por su casa a hacerle una inspección rutinaria a la señora Benson.
- Benson?...
En ese momento no pensé en Benson y su pobre mujer, sino en su hijastra, Eve. La conocía desde hace mucho tiempo y me producía una sensación agradable el disfrutar de su compañía.
- Dile a Lord Benson que iré de inmediato.
- Si, Señor.
Aparté de mi mente la fórmula, me aseé y salimos en mi carruaje hacia la casa de mi paciente. Cruzamos varias calles antes de llegar y la gente salía de fiesta por las celebraciones en Whitechapel y en la mansión de Lord Sussex. Al llegar a la casa de Benson, me apeé y le dije al cochero que esperase. La criada me recibió y me llevó directamente a la habitación de Madamme Benson. Tras un examen rutinario de su mujer caminábamos juntos por las escaleras cuando le pregunté por Eve.
- Me resultó extraño no encontrarme a Eve junto a su madre hoy.
- Se prepara para la fiesta de Los Sussex.
- Ya veo.
- Dime Henry, llevas mucho tiempo sin aparecer por el White’s.
- Si, he estado algo ocupado con mis investigaciones últimamente.
- Henry, querido, te esfuerzas demasiado en esa teoría de encontrar y separar el gen del mal en el cuerpo.
- Bueno, tu sabes que…
Antes de continuar escuché el sonido de la voz de Eve que se marchaba a la fiesta y durante un breve periodo de tiempo la vi pasar por el pasillo y mi mente se quedó en blanco.
- Henry?
- Oh…perdona, tengo que marcharme enseguida. Llámame pronto, volveremos a quedar y podemos ir al White’s. Adios!
No le di tiempo a despedirse cuando salí corriendo intentando alcanzar a Eve. Al salir a la calle ella ya se había marchado y mi cochero esperaba. Monté algo insatisfecho en el coche y regresé a casa para encerrarme de nuevo en el laboratorio.
Cuando llegué algo había ocurrido, esta espera había servido a la fórmula para que reposara. Eran las 21:00 y empezaba el experimento. Dije a mis empleados que por hoy podían marcharse, que no necesitaría de sus servicios y me dejaron solo. Cerré la puerta del estudio y las ventanas y me senté en una silla. Preparé una probeta y la ingerí rápidamente con todo mi cuerpo tembloroso por el temor a que podía suceder.
Miraba el reloj, los segundos pasaban y yo no notaba ningún efecto. Empezaba a pensar que mi experimento había resultado un fracaso, pero fue entonces cuando lo noté.
El cuerpo me dolía como si 100 hombres caminasen sobre el a la vez, todos mis poros ardían de calor. Mi garganta parecía echar acido y mis ojos se volvieron rojos por completo. Como pude, fui arrastrándome hasta un espejo, quería comprobar que me estaba sucediendo y cuando llegué solo vi una imagen monstruosa y deforme de mi mismo. Asustado rompí el espejo y retrocedí pero poco pude andar antes de caer al suelo por el dolor, mi visión se nublaba y todo se iba volviendo negro
Mi estudio se había convertido en un caos, notas por todos lados, probetas y tubos de ensayo tirados por doquier. Casi ni había comido y mi criada y mi mayordomo empezaban a preocuparse por mí.
- Dr Jekyll, señor. Lleva días encerrado ahí u esta desatendiendo sus otras obligaciones.
- Cotton, estoy cerca, estoy muy cerca de conseguirlo…
- No lo dudo, señor. Llamó Lord Benson, quiere que se acerque por su casa a hacerle una inspección rutinaria a la señora Benson.
- Benson?...
En ese momento no pensé en Benson y su pobre mujer, sino en su hijastra, Eve. La conocía desde hace mucho tiempo y me producía una sensación agradable el disfrutar de su compañía.
- Dile a Lord Benson que iré de inmediato.
- Si, Señor.
Aparté de mi mente la fórmula, me aseé y salimos en mi carruaje hacia la casa de mi paciente. Cruzamos varias calles antes de llegar y la gente salía de fiesta por las celebraciones en Whitechapel y en la mansión de Lord Sussex. Al llegar a la casa de Benson, me apeé y le dije al cochero que esperase. La criada me recibió y me llevó directamente a la habitación de Madamme Benson. Tras un examen rutinario de su mujer caminábamos juntos por las escaleras cuando le pregunté por Eve.
- Me resultó extraño no encontrarme a Eve junto a su madre hoy.
- Se prepara para la fiesta de Los Sussex.
- Ya veo.
- Dime Henry, llevas mucho tiempo sin aparecer por el White’s.
- Si, he estado algo ocupado con mis investigaciones últimamente.
- Henry, querido, te esfuerzas demasiado en esa teoría de encontrar y separar el gen del mal en el cuerpo.
- Bueno, tu sabes que…
Antes de continuar escuché el sonido de la voz de Eve que se marchaba a la fiesta y durante un breve periodo de tiempo la vi pasar por el pasillo y mi mente se quedó en blanco.
- Henry?
- Oh…perdona, tengo que marcharme enseguida. Llámame pronto, volveremos a quedar y podemos ir al White’s. Adios!
No le di tiempo a despedirse cuando salí corriendo intentando alcanzar a Eve. Al salir a la calle ella ya se había marchado y mi cochero esperaba. Monté algo insatisfecho en el coche y regresé a casa para encerrarme de nuevo en el laboratorio.
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Cuando llegué algo había ocurrido, esta espera había servido a la fórmula para que reposara. Eran las 21:00 y empezaba el experimento. Dije a mis empleados que por hoy podían marcharse, que no necesitaría de sus servicios y me dejaron solo. Cerré la puerta del estudio y las ventanas y me senté en una silla. Preparé una probeta y la ingerí rápidamente con todo mi cuerpo tembloroso por el temor a que podía suceder.
Miraba el reloj, los segundos pasaban y yo no notaba ningún efecto. Empezaba a pensar que mi experimento había resultado un fracaso, pero fue entonces cuando lo noté.
El cuerpo me dolía como si 100 hombres caminasen sobre el a la vez, todos mis poros ardían de calor. Mi garganta parecía echar acido y mis ojos se volvieron rojos por completo. Como pude, fui arrastrándome hasta un espejo, quería comprobar que me estaba sucediendo y cuando llegué solo vi una imagen monstruosa y deforme de mi mismo. Asustado rompí el espejo y retrocedí pero poco pude andar antes de caer al suelo por el dolor, mi visión se nublaba y todo se iba volviendo negro
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
Abraham Van Helsing
Por fin hizo acto de presencia, mientras degustabamos un perfecto y cordial té, el hermano de la joven Edeline, la cual, pareció hacer caso a la prerrogativa amable de Alaric, que así fue cómo se presentó el recién llegado.
En el tiempo en que disponíamos hasta que la joven regresara ataviada para la ocasión que les aguardaba con la invitación al baile de Lord Sussex-creo recordar que así me lo había informado- Alaric me hizo la pregunta idónea.
¿Ha tenido un buen viaje, profesor? ¿Hay algo que podamos hacer para que se sienta más cómodo en su estancia aquí?
Tras degustar un nuevo sordo de té y tomarme unos segundos para considerar la respueta adecuada, respondí enfrentando la mirada ageurrida de aquel muchacho.
-El viaje ha sido largo, y como tal aparatoso, pero he tenido otros trayectos peores en rigor a la verdad.-sonreí.-Le comentaba a su hermana, que diligente me ha informado de la cita que tenían para hoy, que sería un honor asistir a dicho baile con el beneplácito de mi pronta llegada y si no es un excesivo inconveniente, además , de esa manera me podría familiarizar de forma más rápida con los menesteres de esta ciudad y conocer a la gente.
Me levanté mientras daba una especie de paseo por la estancia, ricamente decorada, y con las manos en los bolsillos observé el lugar para girarme y confrontar de nuevo la mirada de Alaric.
-Sé que la noticia de mi llegada ha sido cuanto menos inesperada, quería pedir disculpas por ello, pero... Era necesario, hay temas demasiado delicados que requieren mi atención aquí. ¿Su padre le comentó alguna vez acerca de nuestros asuntos familiares en común joven alaric?
Necesitaba saber sin dilación más alguna hasta que punto, si es que lo sabía, este imberbe podía ser un aliado o no.
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En el tiempo en que disponíamos hasta que la joven regresara ataviada para la ocasión que les aguardaba con la invitación al baile de Lord Sussex-creo recordar que así me lo había informado- Alaric me hizo la pregunta idónea.
¿Ha tenido un buen viaje, profesor? ¿Hay algo que podamos hacer para que se sienta más cómodo en su estancia aquí?
Tras degustar un nuevo sordo de té y tomarme unos segundos para considerar la respueta adecuada, respondí enfrentando la mirada ageurrida de aquel muchacho.
-El viaje ha sido largo, y como tal aparatoso, pero he tenido otros trayectos peores en rigor a la verdad.-sonreí.-Le comentaba a su hermana, que diligente me ha informado de la cita que tenían para hoy, que sería un honor asistir a dicho baile con el beneplácito de mi pronta llegada y si no es un excesivo inconveniente, además , de esa manera me podría familiarizar de forma más rápida con los menesteres de esta ciudad y conocer a la gente.
Me levanté mientras daba una especie de paseo por la estancia, ricamente decorada, y con las manos en los bolsillos observé el lugar para girarme y confrontar de nuevo la mirada de Alaric.
-Sé que la noticia de mi llegada ha sido cuanto menos inesperada, quería pedir disculpas por ello, pero... Era necesario, hay temas demasiado delicados que requieren mi atención aquí. ¿Su padre le comentó alguna vez acerca de nuestros asuntos familiares en común joven alaric?
Necesitaba saber sin dilación más alguna hasta que punto, si es que lo sabía, este imberbe podía ser un aliado o no.
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
Elizabeth Cassidy
Con Jane y Kellan
En Whitechapel la fiesta había empezado ya hacía rato, las calles estaban llenas de gente que bailaban e iban a trompicones de un lado a otro, por efecto del vino. Con Jane fascinada y siguiéndome de cerca me hice sitio a empujones en uno de los puestos que estaban regalando vino y galletas. En cuanto conseguí mi bandeja – con algún que otro grito por haber adelantado algunos turnos -, me alejé del tumulto de gente y le ofrecí a Jane la botella que estaba envuelta en papel.
- Nunca he probado el vino. – dijo ella, yo rodé los ojos. - En mi casa siempre se achacó la bebida espirituosa a los hombres, o a los Santos.
- Ya no estás en tu casa, querida – le aclaré e hice un gesto para que le diera un trago a la botella -, y va siendo hora de que empieces a ver la vida con unos ojos que no sean los de tía Mary – la pobre mujer era tan recatada que Jane parecía vivir en un mundo alejado de la realidad.
Mientras Jane – todavía con dudas – probaba el vino, yo comí un par de galletas y después le intercambié la bolsa por la botella. Me paré un segundo para darle un trago largo al vino mientras Jane avanzaba un par de metros mirando hacia el cielo, despistada. No tardo en chocar con un hombre que parecía estar mucho más borracho de lo que era aconsejable a estas horas. Me limpié los morros con el dorso de la mano y me acerqué a ellos.
Al llegar a su altura, el hombre ya había metido la cabeza bajo las faldas de Jane y ésta escandalizada se había apartado con terror.
- Vamos no seas tímida, soy un amante experto, he hecho gritar mi nombre a muchas mujeres, por cierto me llamo Kellan, te lo digo para que lo recuerdes cuando esté sobre tu pecho lamiendo tus suculentos pechos...
El hombre, Kellan o como se llamase, se rió al tiempo que se levantaba y volvió a fijarse en los pechos de Jane descaradamente. Ella se cubrió con una mano y cohibida bajo la vista. Mi prima necesitaba una lección rápida de valor.
- Mira mal nacido, comprendo que te la ponga dura ver como se escandaliza con tus groserías y vocabulario vulgar – me encaré con él, situándome delante de Jane –Es fácil con una muchacha como ella pero ¿por qué no lo intentas conmigo? Te aseguro que he sido participe de obscenidades sexuales de las que tú ni siquiera has oído hablar. Vete a escandalizar a otra y a nosotras déjanos disfrutar de la noche antes de que cambie de opinión y decida llamar a los guardias.
Con Jane y Kellan
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- Nunca he probado el vino. – dijo ella, yo rodé los ojos. - En mi casa siempre se achacó la bebida espirituosa a los hombres, o a los Santos.
- Ya no estás en tu casa, querida – le aclaré e hice un gesto para que le diera un trago a la botella -, y va siendo hora de que empieces a ver la vida con unos ojos que no sean los de tía Mary – la pobre mujer era tan recatada que Jane parecía vivir en un mundo alejado de la realidad.
Mientras Jane – todavía con dudas – probaba el vino, yo comí un par de galletas y después le intercambié la bolsa por la botella. Me paré un segundo para darle un trago largo al vino mientras Jane avanzaba un par de metros mirando hacia el cielo, despistada. No tardo en chocar con un hombre que parecía estar mucho más borracho de lo que era aconsejable a estas horas. Me limpié los morros con el dorso de la mano y me acerqué a ellos.
Al llegar a su altura, el hombre ya había metido la cabeza bajo las faldas de Jane y ésta escandalizada se había apartado con terror.
- Vamos no seas tímida, soy un amante experto, he hecho gritar mi nombre a muchas mujeres, por cierto me llamo Kellan, te lo digo para que lo recuerdes cuando esté sobre tu pecho lamiendo tus suculentos pechos...
El hombre, Kellan o como se llamase, se rió al tiempo que se levantaba y volvió a fijarse en los pechos de Jane descaradamente. Ella se cubrió con una mano y cohibida bajo la vista. Mi prima necesitaba una lección rápida de valor.
- Mira mal nacido, comprendo que te la ponga dura ver como se escandaliza con tus groserías y vocabulario vulgar – me encaré con él, situándome delante de Jane –Es fácil con una muchacha como ella pero ¿por qué no lo intentas conmigo? Te aseguro que he sido participe de obscenidades sexuales de las que tú ni siquiera has oído hablar. Vete a escandalizar a otra y a nosotras déjanos disfrutar de la noche antes de que cambie de opinión y decida llamar a los guardias.
Re: Prólogo. Londres, 1885
Veronica Framco con Travel McCrown
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Cuando Lord Sussex presento a su ahijada Lady Amy Malora hubo una gran expectación pero lo por cuando comenzo la explosion de los ventanales seguido por una lluvia de vegetales causando una histeria colectiva
-Señorita debe tener cuidado o una de esas cosas puede golpearla - creame que sería una desgracia que un rostro como el suyo sea ultrajado por un asqueroso vegetal podrido
-Entonces tuve suerte q me encontrara alguien con buenos reflejos, ups… –entre tanta histeria me empujaron contra su pecho –y con fuertes pectorales tb –le mire y sonrei
-Vino solo lord? –mire por encima de su hombro– si vino acompañado hacen mal en dejarle solo, pudiera ser q cualquier mujer aprovechase para acercarsele demasiado haciendose la damisela en apuros –me estire bien el vestido, arrugado tras tanto empujon –o se escapas de tu acompañante para socorrer a las damas?
-Señorita debe tener cuidado o una de esas cosas puede golpearla - creame que sería una desgracia que un rostro como el suyo sea ultrajado por un asqueroso vegetal podrido
-Entonces tuve suerte q me encontrara alguien con buenos reflejos, ups… –entre tanta histeria me empujaron contra su pecho –y con fuertes pectorales tb –le mire y sonrei
-Vino solo lord? –mire por encima de su hombro– si vino acompañado hacen mal en dejarle solo, pudiera ser q cualquier mujer aprovechase para acercarsele demasiado haciendose la damisela en apuros –me estire bien el vestido, arrugado tras tanto empujon –o se escapas de tu acompañante para socorrer a las damas?
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
Alaric Von Hessel
Deduje por la pregunta de Van Helsing que él desconocía mi papel en los asuntos familiares, a pesar de comprender la naturaleza de los mismos. Quizás me viera demasiado joven para ser un entendido de lo paranormal, o mi pantalla de aristócrata hubiera conseguido engañarlo, haciéndole creer que se encontraba frente a un malcriado noble de la sociedad inglesa. No sabía cuánto conocía él acerca del legado de los Von Hessel -después de todo, él era solo un pariente lejano, y no estaba tan atado a la obligación de nuestro oscuro deber como nosotros- pero decidí hacer una prueba y me puse de pie, acercándome al fuego de la chimenea mientras desabrochaba mi chaleco y aflojaba mi corbata. Él permanecía de pie a mis espaldas, así que me di vuelta y bajé un poco el cuello de mi camisa. Justo encima de mi clavícula, y al comienzo del cuello, tenía una marca hecha con tinta negra, un pequeño tatuaje tribal que mostraba el sencillo escudo familiar. Todos mis antepasados habían recibido un tatuaje similar, incluso mi padre y mis difuntos hermanos. Era una marca que se realizaba durante la iniciación de un nuevo cazador en mi familia. Supe al instante, por la expresión en el rostro de Abraham, que reconocía aquella marca y lo que significaba.
- Mi padre ha hecho más que hablarme de dichos asuntos, Abraham - le dije mientras volvía a ajustar mi corbata, tomándome la libertad de usar su nombre de pila, ya que estábamos en términos de mayor confidencia -. De hecho, el delicado estado de salud de mi anciano padre no le permite encargarse de tales cuestiones, por lo que la responsabilidad recae en mis hombros. Podría decirse que actualmente soy el único Von Hessel que mantiene vivo el legado.
Me acerqué un paso mientras, antes de cerrar mi chaleco, le dejaba ver la daga y la estaca que guardaba en el interior del mismo, camufladas bajo mi atuendo.
- Es un placer escuchar que nos acompañará al evento de esta noche, y descubrirá que no son solo obligaciones sociales las que impulsan mi asistencia. Eventos recientes requieren de mi intervención, pero debo advertirle que Londres disfruta actualmente de una delicada paz que hay que proteger a toda costa, profesor. Podremos hablar más una vez allí, pero me veo obligado a pedirle que sea cauteloso al tratar los asuntos que lo hayan traido por estas tierras. Aún así, siempre que no entre en conflicto con los intereses de mi familia y de nuestras obligaciones, puedo garantizarle mi total colaboración.
Hice una ligera reverencia, y me di vuelta hacia un lado, observando la puerta, al escuchar voces que venían de lo alto de la escalera. Parecía que Edeline estaba lista, y se disponía a bajar.
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- Mi padre ha hecho más que hablarme de dichos asuntos, Abraham - le dije mientras volvía a ajustar mi corbata, tomándome la libertad de usar su nombre de pila, ya que estábamos en términos de mayor confidencia -. De hecho, el delicado estado de salud de mi anciano padre no le permite encargarse de tales cuestiones, por lo que la responsabilidad recae en mis hombros. Podría decirse que actualmente soy el único Von Hessel que mantiene vivo el legado.
Me acerqué un paso mientras, antes de cerrar mi chaleco, le dejaba ver la daga y la estaca que guardaba en el interior del mismo, camufladas bajo mi atuendo.
- Es un placer escuchar que nos acompañará al evento de esta noche, y descubrirá que no son solo obligaciones sociales las que impulsan mi asistencia. Eventos recientes requieren de mi intervención, pero debo advertirle que Londres disfruta actualmente de una delicada paz que hay que proteger a toda costa, profesor. Podremos hablar más una vez allí, pero me veo obligado a pedirle que sea cauteloso al tratar los asuntos que lo hayan traido por estas tierras. Aún así, siempre que no entre en conflicto con los intereses de mi familia y de nuestras obligaciones, puedo garantizarle mi total colaboración.
Hice una ligera reverencia, y me di vuelta hacia un lado, observando la puerta, al escuchar voces que venían de lo alto de la escalera. Parecía que Edeline estaba lista, y se disponía a bajar.
Invitado- Invitado
Re: Prólogo. Londres, 1885
Lord Edward Sussex
Como el mismo Séneca había dicho sabiamente en algún momento de su vida: Existe el destino, la fatalidad y el azar y aquí, en mi propia casa, esos tres factores se habían conjugado propiciando el peor resultado posible. El momento más importante de la noche para Amy -cuando tenía derecho a brillar y ser el centro de atención - le había sido arrebatado por unos malditos indeseables que no tenían más cosa que hacer que emborracharse y acercarse a mí casa con injurias y sandeces. Sí, porque no eran más que eso: alborotadores. Sucios, necios y estúpidos alborotadores.
Ayudé a mi ahijada a incorporarse del suelo, donde se había visto forzada a agazaparse para evitar que aquellos proyectiles no la golpeasen o manchases su vestido. Comprobé que estaba bien, sin un solo rasguño antes de dirigirme a toda la sala.
- Caballeros, por favor – alcé la voz, intentando hacerme escuchar entre los murmullos y lloros que se extendían por el salón -. Miladies por favor, mantengan la calma. Ha sido un incidente desagradable pero como ven ya está solucionado – dije al tiempo que hacía un gesto a los sirvientes para que cerrasen las puertas – Ésta estaba siendo una velada maravillosa, no dejemos que unos indeseables nos la estropeen.
Bajé las escaleras del vestíbulo y acompañé a Amy hasta el centro del salón. Me situé frente a ella haciendo una reverencia, ofreciéndole mi mano para comenzar el vals. Ella, dudosa, me devolvió la reverencia y posó su mano sobre la mía.
- No ha pasado nada, pequeña – le dije en un tono de voz calmado -, nada que no se pueda arreglar en el transcurso de la noche.
Sonrió más animada y agarró mi mano con mayor seguridad, dejándome guiarla a lo largo del salón con pasos ágiles y claros al ritmo de la música que la orquesta volvía a tocar.
Permanecimos en soledad los primeros compases del vals, tal como mandaba la tradición, deslizándonos a lo largo del gran salón pero transcurrido el tiempo que las normas acordaban, algunas parejas comenzaron a unirse a nuestra danza llenando el salón de sedas, muselinas, tules y encajes de todos los colores. Continué girando junto a Amy al ritmo de la música hasta que las notas del vals comenzaron a fusionarse con una mazurca. El comienzo del segundo baile. Fue en ese momento cuando lo vi. Mi gesto que hasta el momento había sido tranquilo se contrajo y todo mi cuerpo se tensó. Amy pareció notarlo y no tardó en sacarlo a relucir.
- ¿Os encontráis bien, padrino?
- Sí, claro, pequeña – disimulé -. Pero tu padrino acaba de recordar unos asuntos que se le olvidó solucionar y si no me equivoco hace ya un rato que debería haberte dejado bailar con alguno de tus pretendientes.
Amy bajo la vista con un ligero rubor en sus mejillas. Le sonreí al tiempo que, todavía bailando, nos acercábamos al corrillo exterior que los invitados -que descansaban o veían al resto bailar – habían formado. Una vez allí le hice una reverencia y tras besarle la mano salí en dirección al vestíbulo, donde había observado anteriormente a la figura que me atormentada. Al llegar ya no estaba pero no había muchos sitios donde podía haber ido.
Tal como esperaba lo encontré en la biblioteca junto a la chimenea. Se había servido mi mejor escocés en una copa y parecía calentarse con el fuego.
- ¿Cómo te atreves a aparecer en mi casa un día como este?
Lord Sussex - No disponible
Lady Amy Malory - Encontrable
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Ayudé a mi ahijada a incorporarse del suelo, donde se había visto forzada a agazaparse para evitar que aquellos proyectiles no la golpeasen o manchases su vestido. Comprobé que estaba bien, sin un solo rasguño antes de dirigirme a toda la sala.
- Caballeros, por favor – alcé la voz, intentando hacerme escuchar entre los murmullos y lloros que se extendían por el salón -. Miladies por favor, mantengan la calma. Ha sido un incidente desagradable pero como ven ya está solucionado – dije al tiempo que hacía un gesto a los sirvientes para que cerrasen las puertas – Ésta estaba siendo una velada maravillosa, no dejemos que unos indeseables nos la estropeen.
Bajé las escaleras del vestíbulo y acompañé a Amy hasta el centro del salón. Me situé frente a ella haciendo una reverencia, ofreciéndole mi mano para comenzar el vals. Ella, dudosa, me devolvió la reverencia y posó su mano sobre la mía.
- No ha pasado nada, pequeña – le dije en un tono de voz calmado -, nada que no se pueda arreglar en el transcurso de la noche.
Sonrió más animada y agarró mi mano con mayor seguridad, dejándome guiarla a lo largo del salón con pasos ágiles y claros al ritmo de la música que la orquesta volvía a tocar.
Permanecimos en soledad los primeros compases del vals, tal como mandaba la tradición, deslizándonos a lo largo del gran salón pero transcurrido el tiempo que las normas acordaban, algunas parejas comenzaron a unirse a nuestra danza llenando el salón de sedas, muselinas, tules y encajes de todos los colores. Continué girando junto a Amy al ritmo de la música hasta que las notas del vals comenzaron a fusionarse con una mazurca. El comienzo del segundo baile. Fue en ese momento cuando lo vi. Mi gesto que hasta el momento había sido tranquilo se contrajo y todo mi cuerpo se tensó. Amy pareció notarlo y no tardó en sacarlo a relucir.
- ¿Os encontráis bien, padrino?
- Sí, claro, pequeña – disimulé -. Pero tu padrino acaba de recordar unos asuntos que se le olvidó solucionar y si no me equivoco hace ya un rato que debería haberte dejado bailar con alguno de tus pretendientes.
Amy bajo la vista con un ligero rubor en sus mejillas. Le sonreí al tiempo que, todavía bailando, nos acercábamos al corrillo exterior que los invitados -que descansaban o veían al resto bailar – habían formado. Una vez allí le hice una reverencia y tras besarle la mano salí en dirección al vestíbulo, donde había observado anteriormente a la figura que me atormentada. Al llegar ya no estaba pero no había muchos sitios donde podía haber ido.
Tal como esperaba lo encontré en la biblioteca junto a la chimenea. Se había servido mi mejor escocés en una copa y parecía calentarse con el fuego.
- ¿Cómo te atreves a aparecer en mi casa un día como este?
Lord Sussex - No disponible
Lady Amy Malory - Encontrable
Re: Prólogo. Londres, 1885
Edeline Von Hessel
Con Abraham y Alaric.
Alaric no tardó demasiado en aparecer cruzando las puertas de la pequeña sala donde estábamos con paso resuelto. Se presentó al profesor y me sugirió que fuera a vestirme para asistir al convite de esta noche. Fue en ese momento cuando caí en al cuenta de cómo iba ataviada y no pude evitar sonrojarme mientras me levantaba cediéndole mi sitio a Alaric. Pantalones y camisa… Toda una dama de sociedad.
- Caballeros, intentaré no demorarme mucho – dije a modo de despedida, dejándolos a ambos solos en la sala.
Cuando llegué a la habitación por suerte mi doncella ya estaba esperándome con el baño preparado. Me dejé hacer mientras ella lavaba mi cuerpo. Su continuo parloteo llegaba a ser sedante y alguna que otra vez tuve que hacer un esfuerzo por no dormitar en la bañera. Tras perfumar mi cuerpo, me cubrí el cuerpo con una bata de seda blanca y dejé que Nana peinase mis cabellos y los recogiese con un delicado tocado. Elegí que vestido ponerme de los que previamente había seleccionado Nana y terminé de prepararme. Cuando estuve lista, salí de la habitación agradeciéndole a Nana la rapidez que había tenido.
En el vestíbulo de la planta baja Alaric y el profesor ya estaban esperándome. Les sonreí desde lo alto de las escaleras antes de comenzar a descenderlas.
- Podemos partir ya – aseguré – Nana mandó preparar al cochero antes de que yo subiera a prepararme, así que ya debe estar listo.
Dejé que Alaric me pusiera mi capa sobre los hombros y una vez estuvimos listos los tres partimos hacia la casa de Lord Sussex
Al llegar un mayordomo recogió nuestros abrigos y nos indicó como llegar hasta el salón principal de la casa. Allí estaban reunidas las más altas esferas de la sociedad Londinense: políticos, comerciantes, altos cargos militares y mucha nobleza. Mucha más de la que había visto en otras fiestas de este estilo. A nuestro alrededor, la gente parecía alterada y algunas chiquillas gimoteaban por sus vestidos mientras murmullos de un ataque con fruta podrida llegaba por trozos a nuestros oídos. No pude evitar desviar mi vista hacia Alaric, haciéndole saber con mi mirada que ese degradable hecho se veía venir.
Por suerte, y siempre atento a todo, Lord Sussex rompió los murmullos y lloriqueos animando a los asistentes a olvidar lo acontecido y a disfrutar de la velada. Los invitados parecieron animarse a continuar la fiesta, sobre todo cuando Lord Sussex y Lady Malory se dirigieron al centro del salón para bailar un vals.
- Vaya – comenté sorprendida mientras veía a la pareja moverse con gracia a lo largo del salón- Nadie diría que esa jovencita que está bailando ahora es la misma chiquilla tímida que hace unos meses se sentaba detrás de nosotros en la iglesia.
Con Abraham y Alaric.
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- Caballeros, intentaré no demorarme mucho – dije a modo de despedida, dejándolos a ambos solos en la sala.
Cuando llegué a la habitación por suerte mi doncella ya estaba esperándome con el baño preparado. Me dejé hacer mientras ella lavaba mi cuerpo. Su continuo parloteo llegaba a ser sedante y alguna que otra vez tuve que hacer un esfuerzo por no dormitar en la bañera. Tras perfumar mi cuerpo, me cubrí el cuerpo con una bata de seda blanca y dejé que Nana peinase mis cabellos y los recogiese con un delicado tocado. Elegí que vestido ponerme de los que previamente había seleccionado Nana y terminé de prepararme. Cuando estuve lista, salí de la habitación agradeciéndole a Nana la rapidez que había tenido.
En el vestíbulo de la planta baja Alaric y el profesor ya estaban esperándome. Les sonreí desde lo alto de las escaleras antes de comenzar a descenderlas.
- Podemos partir ya – aseguré – Nana mandó preparar al cochero antes de que yo subiera a prepararme, así que ya debe estar listo.
Dejé que Alaric me pusiera mi capa sobre los hombros y una vez estuvimos listos los tres partimos hacia la casa de Lord Sussex
Al llegar un mayordomo recogió nuestros abrigos y nos indicó como llegar hasta el salón principal de la casa. Allí estaban reunidas las más altas esferas de la sociedad Londinense: políticos, comerciantes, altos cargos militares y mucha nobleza. Mucha más de la que había visto en otras fiestas de este estilo. A nuestro alrededor, la gente parecía alterada y algunas chiquillas gimoteaban por sus vestidos mientras murmullos de un ataque con fruta podrida llegaba por trozos a nuestros oídos. No pude evitar desviar mi vista hacia Alaric, haciéndole saber con mi mirada que ese degradable hecho se veía venir.
Por suerte, y siempre atento a todo, Lord Sussex rompió los murmullos y lloriqueos animando a los asistentes a olvidar lo acontecido y a disfrutar de la velada. Los invitados parecieron animarse a continuar la fiesta, sobre todo cuando Lord Sussex y Lady Malory se dirigieron al centro del salón para bailar un vals.
- Vaya – comenté sorprendida mientras veía a la pareja moverse con gracia a lo largo del salón- Nadie diría que esa jovencita que está bailando ahora es la misma chiquilla tímida que hace unos meses se sentaba detrás de nosotros en la iglesia.
Re: Prólogo. Londres, 1885
Lord Travel McCrow
Con Veronica Framco /En Fiesta Malory
La chica era linda y sumamente sensual, no podía negar mi debilidad por las rubias de lindos pechos y por lo tanto esta chica lucía espléndida para pasar con ella la noche...o lo que quedaba de ella después de la molesta interrupción por parte de los vagabundos.
Veronica: Vino solo lord? –me dice mientras intenta darse cuenta de si tengo o no acompañante– si vino acompañado hacen mal en dejarle solo, pudiera ser que cualquier mujer aprovechase para acercarsele demasiado haciendose la damisela en apuros –añade mientras se arregla el vestido, yo miro de arriba a abajo a la mujer pasando por cada una de las suculentas curvas que se enmarcan con sus ropas –o se escapó de su acompañante para socorrer a las damas?- yo suelto una sonrisa y enseguida miro a los lados buscando a Sybelle, espero que empiece a preparar lo que me prometió...yo por ahora me dedicaré a mis asuntos con esta belleza-
Travel: no tiene de que preocuparse mi Lady, sólo la arpía de mi madre y hermana se encuentran conmigo...pero ellas no son para nada compañía mía, ellas saben arreglárselas muy bien solas en eventos como este-le digo mientras Lord Sussex intenta calmar todo después de la calamidad que acaba de suceder hace algunos momentos, aunque en el suelo aún pueden observarse restos de vegetales podridos y una que otra menudencia, es realmente repulsivo.-
-Pero dejemos de hablar de mí, ¿que me dice usted? ¿acaso hay algún caballero con él que tenga problemas por acercarme a usted?...porque si es así aceptaré el riesgo-le digo coqueto mientras la miro hacia los ojos y con mi mano juego un poco con sus dorados cabellos- ya que no es muy regular encontrar damas tan lindas en estas fiestas donde sólo abundan solteronas desesperadas o una que otra viuda en busca de consuelo- añado bromista recordando como alguna vez le hice el favor a una que otra vieja viuda a cambio de ciertos favores-
Con Veronica Framco /En Fiesta Malory
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Veronica: Vino solo lord? –me dice mientras intenta darse cuenta de si tengo o no acompañante– si vino acompañado hacen mal en dejarle solo, pudiera ser que cualquier mujer aprovechase para acercarsele demasiado haciendose la damisela en apuros –añade mientras se arregla el vestido, yo miro de arriba a abajo a la mujer pasando por cada una de las suculentas curvas que se enmarcan con sus ropas –o se escapó de su acompañante para socorrer a las damas?- yo suelto una sonrisa y enseguida miro a los lados buscando a Sybelle, espero que empiece a preparar lo que me prometió...yo por ahora me dedicaré a mis asuntos con esta belleza-
Travel: no tiene de que preocuparse mi Lady, sólo la arpía de mi madre y hermana se encuentran conmigo...pero ellas no son para nada compañía mía, ellas saben arreglárselas muy bien solas en eventos como este-le digo mientras Lord Sussex intenta calmar todo después de la calamidad que acaba de suceder hace algunos momentos, aunque en el suelo aún pueden observarse restos de vegetales podridos y una que otra menudencia, es realmente repulsivo.-
-Pero dejemos de hablar de mí, ¿que me dice usted? ¿acaso hay algún caballero con él que tenga problemas por acercarme a usted?...porque si es así aceptaré el riesgo-le digo coqueto mientras la miro hacia los ojos y con mi mano juego un poco con sus dorados cabellos- ya que no es muy regular encontrar damas tan lindas en estas fiestas donde sólo abundan solteronas desesperadas o una que otra viuda en busca de consuelo- añado bromista recordando como alguna vez le hice el favor a una que otra vieja viuda a cambio de ciertos favores-
Última edición por dynamo el 10/02/11, 02:05 am, editado 1 vez
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