Prólogo. Londres, 1885. Resumen
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Prólogo. Londres, 1885. Resumen
Prólogo
Londres, 1885
Londres, 1885
Parecía que la lluvia volvía a arreciar. Rose miró a una alargada figura a través de la bruma. Agudizó la vista para distinguir a lo lejos a una de sus más fieles seguidoras, Livia. Volvía a ser puntual, como siempre.
Los dos seres de la noche subieron al carruaje de la primera y se dirigieron, tal como habían indicado al cochero, a una de las iglesias más antiguas de Londres donde los miembros del consejo se reunían para tratar temas importantes. Y las nuevas desapariciones y muertes sin duda lo eran.
Cuando llegaron al consejo el resto de líderes de los clanes ya estaban reunidos. No les costó percibir que no eran bien recibidas sobre todo Rose que , con las recientes muertes, había demostrado ser deficiente en la gestión del gran secreto. Durante cientos de años se habían ocultado de los humanos y ahora estaban a punto de ser descubiertos.
La quejas no tardaron en llegar: acusaciones, reproches y sobre todo ataques al clan LePrince, el encabezado por Rose, al que se le acusaba de ser los causantes de la muertes ya que los testigos hablaban de una “dama de sangre” y sospechosamente en su clan todos los integrantes eran mujeres.
Tras la larga asamblea, se acordó entre todos los clanes descubrir quienes habían sido los causantes de las muertes y desapariciones para hacer justicia. Sin embargo, por el momento, sólo se dedicarían a alejar las pistas de ellos con falsos testimonios. Era la mejor solución: esparcir rumores por los distintos estamentos de la sociedad y quitar credibilidad a los distintos testigos.
Los lideres de los clanes, así como sus seguidores, se esparcieron por la noche londinense como un virus contagioso: bares, tabernas, fumaderos de opio y, sobre todo, los dos eventos más importantes de aquella noche de 1885: la jubilación del Padre Stevens en Whitechapel y el comienzo de temporada y presentación en sociedad de Amy Malory en Berkeley Square, zona residencial y aristocrática de la ciudad.
La fiesta de Whitechapel era todo lo que se podía esperar de una fiesta proletaria: vino, galletas, prostitutas por las calles y borrachos. La gente de las zonas más pobres de la ciudad siempre sabe como divertirse y sin duda, son más fáciles de engañar. Un poco del poder de persuasión de los vampiros y los nuevos rumores de que un asesino humano era el causante de las desapariciones de niños fueron todo un éxito.
No fue así de fácil en la presentación en sociedad de Lady Malory. Con los nobles había que ser mas sibilino, más discreto y aunque a primera vista la fiesta estaba siendo otra aburrida velada en sociedad, profundizando era fácil saber que en aquella fiesta se estaba cociendo más de lo que a simple vista parecía. Para empezar habían sido invitados la flor y nata de la sociedad lo que incluía, por supuesto, nobles, vampiros y como no, cazadores. Entre ellos el famoso Van Helsing - recién llegado a la ciudad y acompañado por sus parientes lejanos los Von Hessel, una familia de cazadores de importante reputación en Londres -, o la desconocida Camille Axelsson, descendiente de cazadores, pero con una reputación no demasiado formada.
Entre los vampiros, perfectamente ocultos entre la sociedad podía verse además de a la líder del consejo, Rose, a otros especímenes importantes como Ridley Ashdown, famoso por sus sádicas fiestas o a Ashley Blair que, sin duda, fue la visita que menos esperaba Lord Edward Sussex, anfitrión de la fiesta, padrino de Lady Malory y el mayor maquinador de toda la sociedad londinense.
Su visita sin duda terminó por ponerlo en alerta y no tardó en reunirse con su extraña visitante en la solitaria biblioteca. Un nuevo contratiempo a sus planes. Humano y vampiresa, los dos eran viejos conocidos y se profesaban un eterno odio que derivó en una discusión con amenazas de muerte por ambas partes. Una silenciosa guerra estaba a punto de empezar y Lord Sussex no estaba dispuesto a dejar que la vampiresa tomase ventaja. Por el momento, el viejo aristócrata haría creer a la sociedad y a los cazadores de vampiros que la dama de sangre no era más y nada menos que la astuta y escurridiza Blair. Si ellos la perseguían – con Van Helsing, Von Hessel y el resto de cazadores que estarían por llegar a la ciudad no sería complicado – se la sacaría de en medio y tendría de nuevo tiempo para sus verdaderos propósitos que aun estaban ocultos.
Con Lord Sussex y Ashley Blair enfrentados, con las muertes y desapariciones de “La dama de sangre” y cada persona o vampiro comenzando a tomar parte en cada uno de los bandos, podía asegurarse que la temporada de eventos que acababa de empezar iba a ser la más emocionante de los últimos años.
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