Bios de Ash
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Bios de Ash
He estado leyéndome las bios de los demás y bueno, he visto que la mía se extiende mas allá de lo normal. Estoy acostumbrada a realizar bios gigantescas desde hace muchos años para documentar historias y reconozco que me es muy difícil reducirlas. Espero que no suponga un problema.......
Nombre: Ella Myasnikova, pero a adoptado el nombre de Ella Kingsley para darse a conocer en la sociedad inglesa.
Clan: Los Kingsley (son como una familia, pero de vampiros...)
Edad: Aparenta 17, pero tiene 95.
Ocupación: La de una jovencita aristócrata de diecisiete años.
Biografía: (aquí viene mi parrafón....)
Ella Myasnikova nace en Moscu en 1790, durante los últimos años del reinado de Catalina la grande. Hija de una familia de la nobleza rusa perteneciente al estrato social mas bajo y arruinada, es cedida por sus progenitores a la edad de ocho años a otra estirpe con lazos familiares mucho más rica y prestigiosa, para ejercer de dama de compañía de la hija menor, Natasha Ivánovich, de la misma edad que ella.
Al principio, cuando Ella se traslada al hermoso palacio de los Ivánovich, queda fascinada por el lujo y la belleza del lugar, aguardando esperanzas de encontrar una vida digna y prospera.
Es alojada en una habitación grande y espaciosa, contigua a la de Natasha y comienza a ser educada junto a esta con los más elocuentes y virtuosos tutores.
Pese los esfuerzos continuos de Ella, nunca consigue congeniar con Natasha, una niña de carácter mas bien arrogante y malhumorado, envidioso y bastante impertinente. La presencia de Ella resulta una amenaza para Natasha, y toma como habito el humillarla constantemente, tomarle bromas pesadas o culparla ante tutores y familiares de sus propias fechorías.
Ella se da cuenta de que nunca será aceptada por la pequeña y mucho menos podrá combatirla, ya que siempre será considerada inferior. No le queda mas remedio que crecer a su sombra y aguantar todos sus contratiempos, mientras va pasando el tiempo y ambas se van convirtiendo en jovencitas.
Pero a la vez que sus pequeños cuerpos se desarrollan, los odios y las envidias se acrecientan, sumándose a ese despotismo y mal trato la Condesa.
La razón es obvia, Ella es de una belleza admirable. Es muy dada a las artes, sabe tocar el piano y es poseedora de una celestial voz que ameniza fiestas y cenas de la familia. Además posee una gracia innata para mantener conversaciones de alto nivel cultural y comportarse en sociedad.
Por el contrario, Natasha, de cuerpo demasiado delgado y desgarbada, no posee ni su belleza ni su talento. Su carácter arrogante muchas veces la deja en situaciones bastante ridículas que no agradan y es incapaz de expresar sus opiniones sobre cuestiones de relevancia, prefiriendo dedicarse a los asuntos mundanos y a los cotilleos. En resumen, no levanta la misma ola de halagos y admiración que Ella, y eso pone furiosas a las dos Ivánovich.
La gota que colma el vaso llega cuando la condesa descubre a su marido, el Conde, coqueteando indecorosamente con la joven Ella. La Condesa, furiosa, culpa a Ella y decide castigarla. Sin relegarla de sus funciones como dama de compañía, la traslada a la ala de la servidumbre, le prohíbe acercarse a los círculos sociales y le limita su asistencia a las clases de los tutores sustituyendo ese tiempo dedicado al estudio a labores de más bajo rango como ayudar en cocina o limpiar suelos. Además, le prohíbe el uso de vestimentas ostentosas, obligándola a vestir trajes de mucha más sencillez que acaparen las menos miradas posibles y escondan su figura.
Pero los esfuerzos por contener a Ella fuera de los círculos de la nobleza no están siendo del todo fáciles. Al haber sido presentada ya en sociedad, muchos aristócratas reclaman su presencia en las numerosas fiestas y cenas que da la familia, agotándose las excusas para justificar su ausencia.
Ella tiene quince años y ahora su inocencia se ha esfumado. Gracias a los abusos constantes de los Ivánovich, ha desarrollado un carácter fuerte de supervivencia y autonomía.
Conocedora de que el mundo es un lugar hostil, sabe que para alcanzar su meta deberá luchar por la causa. Echarse a llorar adoptando la postura de princesa de cuento que necesita ser rescatada, no la ayudara en absoluto, y decide que la sumisión no es su camino. Por lo tanto, entra en el sucio juego al que le han obligado a ser participe.
Mostrándose vulnerable e ingenua empieza a conseguir todo lo que se propone. Engaña, miente y manipula a quien haga falta, entre ellos, al señor conde, al que repugna. Poco a poco comienza a doblegar la autoridad de la Condesa. Sigue en el ala de la servidumbre, pero los hermosos vestidos y exóticos atuendos siguen llegando a sus manos. Asiste a más clases que las permitidas y continua embelleciéndose con el tiempo.
Hasta el punto que una noche, logra intervenir en una fiesta y volver a esos anhelados círculos sociales.
Natasha esta tan indignada que intenta por todos los medios sacar a Ella de la fiesta, pero ni ella ni la Condesa consiguen hacerlo con discreción, y se ven a obligadas a pasarlo por alto, prometiendo tomar fuertes represalias.
Aun así, Ella, esa noche es feliz y no le preocupa nada en absoluto, no van a poder pararla. Tiene un objetivo bien estudiado, seducirá al príncipe Sergéi Pavlovich, ya de anterioridad puesto en el punto de mira, se casará con el, y nadará en su propia abundancia escupiendo sobre los Ivánovich todo su esplendor.
Transcurridas las primeras horas de la noche, no tarda en ser invitada a bailar por el nombrado príncipe, y Ella utilizará todos sus recursos para conquistarlo. Pero en una distracción, sus ojos se cruzan con otros que la miran detenidamente. Un joven apuesto y grandes ojos azul cielo permanece frente a ella, observando cada movimiento de su danza con el príncipe. Esto inquieta a Ella, que tan acostumbrada a estas danzas, comete varios errores y torpezas.
Cuando acaban, Sergéi la invita a conversar, pero no es capaz de razonar con elocuencia, sigue mirando de reojo a cada ocasión a ese joven desconocido que ahora esta junto a un limitado grupo de personas.
Tal es su curiosidad, que se atreve a preguntar, sin prestar atención a la conversación, quien son esos nuevos invitados.
Los nombres le son desconocidos, es incapaz de relacionarlos con anterioridad.
A sabiendas que está perdiendo la atención del príncipe, se esfuerza en volver a concentrarse en su objetivo.
Cuando los pies comienzan a fallarle tras muchos bailes, Ella se sienta a la espera de Sergéi, momento en que le son presentados los extranjeros.
La mujer de oscuros cabellos invita a Ella para que acuda a la fiesta que han programado en su mansión para la semana siguiente.
La noche llega a su fin, y Ella esta segura de tener al príncipe en la palma de su mano, solo falta el momento idóneo para que este se decida a pedirla en matrimonio. Aun así, esto no la hace tan feliz como pensaba, en su cabeza solo ronda un pensamiento; los extranjeros.
Como era de esperar, Ella es severamente castigada por su desobediencia, pero nada impedirá que asista a la fiesta de los extranjeros, donde fue invitada personalmente.
La noche de la fiesta, los Ivánovich no facilitan a Ella ningún tipo de carruaje para acudir, y se marchan sin ella. Pero Ella es amada entre la servidumbre, que no tarda en ayudarla, proporcionándole uno.
Al entrar en la gran casa de los extranjeros, queda aun más perpleja. Es de dimensiones mucho más grandes y decoración mucho más ostentosa si cabe la posibilidad, que el palacio de los Ivánovich. Decoradas con un gusto exquisito, Ella se pasea por las estancias hasta llegar al gran salón. Su entrada, es espectacular, todas las miradas recaen en la joven, su atuendo es el acertado, regalo del conde, mejorado por las sirvientas, lo reservaba para una ocasión especial.
El príncipe Sergéi se dirige a recibirla, pero se le adelanta el joven extranjero. Atrapada por su magnetismo, pasa la velada entera con el, olvidándose por completo del príncipe, que los mira con ojos recelosos desde una esquina.
Cuando los invitados empiezan a marcharse, entre ellos los Ivánovich, Ella es invitada a pasear por el jardín. Pese a desconfiar y poder ser algo indecoroso, acepta, imposible el negarse.
En una amena conversa, comienzan a adentrarse en la oscuridad de la noche, sin que Ella se de cuenta, y cuando las luces del gran salón parecen perderse a lo lejos, el extranjero se abalanza sobre ella y clava sus colmillos en su cuello.
Ella intenta gritar pero el miedo la ha dejado muda. Abre los ojos y tras su atacante ve a los otros dos extranjeros, presentando unos colmillos afilados. La visión se le vuelve turbia.
El joven se aparta dejándola con cuidado en el suelo, y la mujer y el hombre se acercan para morderla, mientras beben la sangre que emana de sus heridas, Ella se siente desvanecer, es el fin de una injusta y cruel vida.
Al despertar, Ella esta perdida, desconcertada. No sabe donde se encuentra, solo que se siente diferente, y sus ojos observan un mundo extraño que no reconoce. - ¿He muerto?- Se pregunta.
La lujosa habitación en la que se encuentra podría ser el cielo, aunque reconoce, se lo había imaginado bastante diferente.
La puerta se abre y entra la mujer, la mujer del pelo azabache. Ella se sobresalta e hace ademán de protegerse con los brazos, pero en el fondo de su ser, ya no tiene miedo, solo una sensación parece gobernar sobre las demás, sed, tiene mucha sed.
- Agua.- Exclama. Y la mujer se echa a reír.
- El agua no apaciguará tu sed.- Contesta. Y hace un gesto invitando entrar a alguien más a la habitación. Es el joven, que porta un muchacho inherte en sus brazos,
- Ahora eres una de los nuestros. Nuestra hija.- Y sonríe acariciándole el rubio cabello que cae a mechones sobre sus hombros desnudos. Ella, que no sabe qué hacer. No entiende absolutamente nada, pero el muchacho esta despertando un instinto en ella jamás antes hallado. Como un autómata, se abalanza sobre el, clava sus afilados y nuevos colmillos, rasgando la piel con violencia, y comienza a beber su sangre, produciéndole una explosión de placer jamás antes sentida.
Ella ya no es humana, es una vampira, y ha encontrado lo que buscaba, riqueza, poder, y una familia que la respetará y la venerará como siempre mereció.
Los Ivánovich ni se esforzaron en denunciar la desaparición de Ella. Solo el príncipe Sergéi pareció inquieto y no tardó en acusar a los extranjeros.
Dos semanas después de su conversión, los extranjeros dieron carta verde a que Ella vengase todas las desgracias acometidas contra ella por parte de los Ivánovich, y después de una sádica tortura y humillación, acabó con las vidas de cada uno de ellos.
Por culpa de las acusaciones de Sergéi, los extranjeros dejaron de ser bienvenidos en todos los hogares de la sociedad de Moscú. Puestos en el punto de mira, mientras las ineficientes pero peligrosas fuerzas del orden abrían una investigación para encontrar a Ella, , decidieron mudarse a otros lugares y empezar de nuevo con su nueva hija.
Con un cuerpo de apenas diecisiete años, Ella había sido convertida en inmortal, condenada a la noche y a la implacable sed de sangre. Aun pudiendo haber tenido una vida de ensueño, como esposa del príncipe Sergéi, se juró a si misma que esta forma de vida era lo mejor que le podían haber regalado nunca.
Viajó por el mundo con Nyx, Bastian, Jared y los que se sumaron después. Compartiendo su inmortalidad, su existencia, a lo largo de los años. Aprendiendo, estudiando, experimentando, y compartiendo todo lo inimaginable, incluso los enemigos, pues eran, una gran familia.
Ahora es el turno de Londres para Jared y Ella. El resto de la familia a tomado la decisión de dividir caminos por cuestiones de seguridad.
Adoptando el apellido Kingsley, sus gustos por la ostentación y el lujo no les harán pasar desapercibidos. Con sus inclinaciones a mezclase con la alta sociedad, revolotearan entre las grandes familias de la floreciente burguesía urbana sin levantar sospechas.
Son conocedores del tratado impuesto en estas tierras, y mantendrán una postura de respeto, pero sobre todo, apariencia.
Imágen: Taylor Momsem
Dueño: Ashley
Nombre: Ella Myasnikova, pero a adoptado el nombre de Ella Kingsley para darse a conocer en la sociedad inglesa.
Clan: Los Kingsley (son como una familia, pero de vampiros...)
Edad: Aparenta 17, pero tiene 95.
Ocupación: La de una jovencita aristócrata de diecisiete años.
Biografía: (aquí viene mi parrafón....)
Ella Myasnikova nace en Moscu en 1790, durante los últimos años del reinado de Catalina la grande. Hija de una familia de la nobleza rusa perteneciente al estrato social mas bajo y arruinada, es cedida por sus progenitores a la edad de ocho años a otra estirpe con lazos familiares mucho más rica y prestigiosa, para ejercer de dama de compañía de la hija menor, Natasha Ivánovich, de la misma edad que ella.
Al principio, cuando Ella se traslada al hermoso palacio de los Ivánovich, queda fascinada por el lujo y la belleza del lugar, aguardando esperanzas de encontrar una vida digna y prospera.
Es alojada en una habitación grande y espaciosa, contigua a la de Natasha y comienza a ser educada junto a esta con los más elocuentes y virtuosos tutores.
Pese los esfuerzos continuos de Ella, nunca consigue congeniar con Natasha, una niña de carácter mas bien arrogante y malhumorado, envidioso y bastante impertinente. La presencia de Ella resulta una amenaza para Natasha, y toma como habito el humillarla constantemente, tomarle bromas pesadas o culparla ante tutores y familiares de sus propias fechorías.
Ella se da cuenta de que nunca será aceptada por la pequeña y mucho menos podrá combatirla, ya que siempre será considerada inferior. No le queda mas remedio que crecer a su sombra y aguantar todos sus contratiempos, mientras va pasando el tiempo y ambas se van convirtiendo en jovencitas.
Pero a la vez que sus pequeños cuerpos se desarrollan, los odios y las envidias se acrecientan, sumándose a ese despotismo y mal trato la Condesa.
La razón es obvia, Ella es de una belleza admirable. Es muy dada a las artes, sabe tocar el piano y es poseedora de una celestial voz que ameniza fiestas y cenas de la familia. Además posee una gracia innata para mantener conversaciones de alto nivel cultural y comportarse en sociedad.
Por el contrario, Natasha, de cuerpo demasiado delgado y desgarbada, no posee ni su belleza ni su talento. Su carácter arrogante muchas veces la deja en situaciones bastante ridículas que no agradan y es incapaz de expresar sus opiniones sobre cuestiones de relevancia, prefiriendo dedicarse a los asuntos mundanos y a los cotilleos. En resumen, no levanta la misma ola de halagos y admiración que Ella, y eso pone furiosas a las dos Ivánovich.
La gota que colma el vaso llega cuando la condesa descubre a su marido, el Conde, coqueteando indecorosamente con la joven Ella. La Condesa, furiosa, culpa a Ella y decide castigarla. Sin relegarla de sus funciones como dama de compañía, la traslada a la ala de la servidumbre, le prohíbe acercarse a los círculos sociales y le limita su asistencia a las clases de los tutores sustituyendo ese tiempo dedicado al estudio a labores de más bajo rango como ayudar en cocina o limpiar suelos. Además, le prohíbe el uso de vestimentas ostentosas, obligándola a vestir trajes de mucha más sencillez que acaparen las menos miradas posibles y escondan su figura.
Pero los esfuerzos por contener a Ella fuera de los círculos de la nobleza no están siendo del todo fáciles. Al haber sido presentada ya en sociedad, muchos aristócratas reclaman su presencia en las numerosas fiestas y cenas que da la familia, agotándose las excusas para justificar su ausencia.
Ella tiene quince años y ahora su inocencia se ha esfumado. Gracias a los abusos constantes de los Ivánovich, ha desarrollado un carácter fuerte de supervivencia y autonomía.
Conocedora de que el mundo es un lugar hostil, sabe que para alcanzar su meta deberá luchar por la causa. Echarse a llorar adoptando la postura de princesa de cuento que necesita ser rescatada, no la ayudara en absoluto, y decide que la sumisión no es su camino. Por lo tanto, entra en el sucio juego al que le han obligado a ser participe.
Mostrándose vulnerable e ingenua empieza a conseguir todo lo que se propone. Engaña, miente y manipula a quien haga falta, entre ellos, al señor conde, al que repugna. Poco a poco comienza a doblegar la autoridad de la Condesa. Sigue en el ala de la servidumbre, pero los hermosos vestidos y exóticos atuendos siguen llegando a sus manos. Asiste a más clases que las permitidas y continua embelleciéndose con el tiempo.
Hasta el punto que una noche, logra intervenir en una fiesta y volver a esos anhelados círculos sociales.
Natasha esta tan indignada que intenta por todos los medios sacar a Ella de la fiesta, pero ni ella ni la Condesa consiguen hacerlo con discreción, y se ven a obligadas a pasarlo por alto, prometiendo tomar fuertes represalias.
Aun así, Ella, esa noche es feliz y no le preocupa nada en absoluto, no van a poder pararla. Tiene un objetivo bien estudiado, seducirá al príncipe Sergéi Pavlovich, ya de anterioridad puesto en el punto de mira, se casará con el, y nadará en su propia abundancia escupiendo sobre los Ivánovich todo su esplendor.
Transcurridas las primeras horas de la noche, no tarda en ser invitada a bailar por el nombrado príncipe, y Ella utilizará todos sus recursos para conquistarlo. Pero en una distracción, sus ojos se cruzan con otros que la miran detenidamente. Un joven apuesto y grandes ojos azul cielo permanece frente a ella, observando cada movimiento de su danza con el príncipe. Esto inquieta a Ella, que tan acostumbrada a estas danzas, comete varios errores y torpezas.
Cuando acaban, Sergéi la invita a conversar, pero no es capaz de razonar con elocuencia, sigue mirando de reojo a cada ocasión a ese joven desconocido que ahora esta junto a un limitado grupo de personas.
Tal es su curiosidad, que se atreve a preguntar, sin prestar atención a la conversación, quien son esos nuevos invitados.
Los nombres le son desconocidos, es incapaz de relacionarlos con anterioridad.
A sabiendas que está perdiendo la atención del príncipe, se esfuerza en volver a concentrarse en su objetivo.
Cuando los pies comienzan a fallarle tras muchos bailes, Ella se sienta a la espera de Sergéi, momento en que le son presentados los extranjeros.
La mujer de oscuros cabellos invita a Ella para que acuda a la fiesta que han programado en su mansión para la semana siguiente.
La noche llega a su fin, y Ella esta segura de tener al príncipe en la palma de su mano, solo falta el momento idóneo para que este se decida a pedirla en matrimonio. Aun así, esto no la hace tan feliz como pensaba, en su cabeza solo ronda un pensamiento; los extranjeros.
Como era de esperar, Ella es severamente castigada por su desobediencia, pero nada impedirá que asista a la fiesta de los extranjeros, donde fue invitada personalmente.
La noche de la fiesta, los Ivánovich no facilitan a Ella ningún tipo de carruaje para acudir, y se marchan sin ella. Pero Ella es amada entre la servidumbre, que no tarda en ayudarla, proporcionándole uno.
Al entrar en la gran casa de los extranjeros, queda aun más perpleja. Es de dimensiones mucho más grandes y decoración mucho más ostentosa si cabe la posibilidad, que el palacio de los Ivánovich. Decoradas con un gusto exquisito, Ella se pasea por las estancias hasta llegar al gran salón. Su entrada, es espectacular, todas las miradas recaen en la joven, su atuendo es el acertado, regalo del conde, mejorado por las sirvientas, lo reservaba para una ocasión especial.
El príncipe Sergéi se dirige a recibirla, pero se le adelanta el joven extranjero. Atrapada por su magnetismo, pasa la velada entera con el, olvidándose por completo del príncipe, que los mira con ojos recelosos desde una esquina.
Cuando los invitados empiezan a marcharse, entre ellos los Ivánovich, Ella es invitada a pasear por el jardín. Pese a desconfiar y poder ser algo indecoroso, acepta, imposible el negarse.
En una amena conversa, comienzan a adentrarse en la oscuridad de la noche, sin que Ella se de cuenta, y cuando las luces del gran salón parecen perderse a lo lejos, el extranjero se abalanza sobre ella y clava sus colmillos en su cuello.
Ella intenta gritar pero el miedo la ha dejado muda. Abre los ojos y tras su atacante ve a los otros dos extranjeros, presentando unos colmillos afilados. La visión se le vuelve turbia.
El joven se aparta dejándola con cuidado en el suelo, y la mujer y el hombre se acercan para morderla, mientras beben la sangre que emana de sus heridas, Ella se siente desvanecer, es el fin de una injusta y cruel vida.
Al despertar, Ella esta perdida, desconcertada. No sabe donde se encuentra, solo que se siente diferente, y sus ojos observan un mundo extraño que no reconoce. - ¿He muerto?- Se pregunta.
La lujosa habitación en la que se encuentra podría ser el cielo, aunque reconoce, se lo había imaginado bastante diferente.
La puerta se abre y entra la mujer, la mujer del pelo azabache. Ella se sobresalta e hace ademán de protegerse con los brazos, pero en el fondo de su ser, ya no tiene miedo, solo una sensación parece gobernar sobre las demás, sed, tiene mucha sed.
- Agua.- Exclama. Y la mujer se echa a reír.
- El agua no apaciguará tu sed.- Contesta. Y hace un gesto invitando entrar a alguien más a la habitación. Es el joven, que porta un muchacho inherte en sus brazos,
- Ahora eres una de los nuestros. Nuestra hija.- Y sonríe acariciándole el rubio cabello que cae a mechones sobre sus hombros desnudos. Ella, que no sabe qué hacer. No entiende absolutamente nada, pero el muchacho esta despertando un instinto en ella jamás antes hallado. Como un autómata, se abalanza sobre el, clava sus afilados y nuevos colmillos, rasgando la piel con violencia, y comienza a beber su sangre, produciéndole una explosión de placer jamás antes sentida.
Ella ya no es humana, es una vampira, y ha encontrado lo que buscaba, riqueza, poder, y una familia que la respetará y la venerará como siempre mereció.
Los Ivánovich ni se esforzaron en denunciar la desaparición de Ella. Solo el príncipe Sergéi pareció inquieto y no tardó en acusar a los extranjeros.
Dos semanas después de su conversión, los extranjeros dieron carta verde a que Ella vengase todas las desgracias acometidas contra ella por parte de los Ivánovich, y después de una sádica tortura y humillación, acabó con las vidas de cada uno de ellos.
Por culpa de las acusaciones de Sergéi, los extranjeros dejaron de ser bienvenidos en todos los hogares de la sociedad de Moscú. Puestos en el punto de mira, mientras las ineficientes pero peligrosas fuerzas del orden abrían una investigación para encontrar a Ella, , decidieron mudarse a otros lugares y empezar de nuevo con su nueva hija.
Con un cuerpo de apenas diecisiete años, Ella había sido convertida en inmortal, condenada a la noche y a la implacable sed de sangre. Aun pudiendo haber tenido una vida de ensueño, como esposa del príncipe Sergéi, se juró a si misma que esta forma de vida era lo mejor que le podían haber regalado nunca.
Viajó por el mundo con Nyx, Bastian, Jared y los que se sumaron después. Compartiendo su inmortalidad, su existencia, a lo largo de los años. Aprendiendo, estudiando, experimentando, y compartiendo todo lo inimaginable, incluso los enemigos, pues eran, una gran familia.
Ahora es el turno de Londres para Jared y Ella. El resto de la familia a tomado la decisión de dividir caminos por cuestiones de seguridad.
Adoptando el apellido Kingsley, sus gustos por la ostentación y el lujo no les harán pasar desapercibidos. Con sus inclinaciones a mezclase con la alta sociedad, revolotearan entre las grandes familias de la floreciente burguesía urbana sin levantar sospechas.
Son conocedores del tratado impuesto en estas tierras, y mantendrán una postura de respeto, pero sobre todo, apariencia.
Imágen: Taylor Momsem
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Dueño: Ashley
Última edición por Ashley el 30/12/10, 02:53 am, editado 2 veces
Re: Bios de Ash
Ok, Ella queda aceptada y sí, teneis que subir a este clan al panel de clanes vampíricos. Si algún personaje del clan va a quedar libre, recordad ponedlo en el titulo =). (en caso de que falte algo, lo editaré no os preocupeis)
Un saludo!
Un saludo!
Re: Bios de Ash
Mr. Sean Andrews, 27 años.
Futuro Lord y heredero de industrias Andrews.
Biografía
Nace el 27 de Julio de 1858 en Nueva York. Hijo de John y Sarah Andrews, una familia de descendencia inglesa.
Para conocer su historia nos hemos de situar en Inglaterra, tras la revolución que tubo lugar en el siglo XVII, y dando lugar a una nueva monarquía de poder limitado
Tras acabar la monarquía absoluta de los Estuardo, William de Orange juró una declaración que dictaba la limitación de poderes del monarca y la obligación de someter sus decisiones al parlamento. De este modo, poder ejecutivo y legislativo se separaban, haciendo de la justicia un poder independiente para garantizar la defensa de la libertad individual.
Será entonces cuando se produce el acuerdo de cómo debe funcionar el sistema constitucional. El parlamento británico, que databa desde época medieval, tendrá el rey a su cabeza pero detrás de él estará la cámara de los Lords y luego la cámara de los comunes.
Concretamente, la cámara de los Lords se compondrá por los nobles, siempre con títulos individuales, no familiares, y exclusivamente heredado por su primogénito.
Sir William Andrews, bisabuelo de Sean, fue uno de los beneficiados con este tipo de titulo por el monarca George II, gracias a su apoyo financiero en la guerra de sucesión austriaca. Ya de tiempos anteriores, la familia Andrews gozaba de una considerable fortuna por sus posesiones terratenientes, dentro de una tradición feudal.
Pero volviendo a la concesión de títulos, John Andrews, padre de Sean, no era el primogénito. Su hermano Frank fue el que heredó el titulo pasando a formar parte de la cámara de los Lords.
Cuando John conoció a Sarah, hija de una familia de la nobleza rural, quedo prendado por su espíritu aventurero. Se dice que fue ella quien le instó a abandonar la vieja Inglaterra y probar fortuna en el floreciente nuevo mundo.
John, dotado con una gran visión para los negocios, era consciente que el mundo que conocían estaba cambiando y que el nuevo sistema capitalista nacido de la revolución industrial, exigía un cambio en las costumbres de la familia para salvaguardar sus fortunas.
Pertenecer a una familia de bien ya no era suficiente y sin dudarlo mucho, tomo la decisión de viajar a la emergente Nueva York.
La familia Andrews nunca estuvo en pleno acuerdo, pero no se negaron, ya que el hijo primogénito estaba siguiendo el camino estipulado según marcaba la tradición. No se mostraron reticentes a ayudar a John con un pequeño capital para empezar, resultando un favor que tendria que agradecer de por vida. Pero el capital ayudó, y sirvió para poder instalarse en la zona alta de manhattan, donde una nueva clase dirigente empezaba a erigir sus mansiones y palacetes.
John Andrews, cautivado por los nuevos avances de su época, invirtió en la reciente abierta bolsa de Nueva York. Las cosas no les fueron mal en una ciudad que estaba sufriendo el mayor de los crecimientos económicos de la historia, y convirtiéndose poco a poco en eje central de los intercambios comerciales a nivel mundial. Por eso, John Andrews tomo la mejor decisión de su vida, invertir en la construcción de transportes, y creando una de las líneas trasatlánticas mas importantes de la época.
En toda esa locura de esplendor, fue cuando nació Sean. Le siguieron dos hermanas más y cuando apenas la ultima de ellas acababa de nacer, estalló la guerra de secesión. Yankis y confederados se enfrentaban en una guerra que duraría casi cuatro años, y dejaría al país en la cuerda floja. Por suerte para los Andrews, la parte mas afectada fue el sur, y John no dudó en beneficiarse, instalando allí sucursales de su empresa, en un proyecto conocido como la reconstrucción.
La arcas de los Andrews crecía y crecía, y por fin John había conseguido ser el orgullo de sus parientes ingleses, quienes no se cuestionaban jamás su derecho a chupar del bote.
La vida de Sean prácticamente desde que nació estuvo marcada por una fuerte tradición victoriana implantada por su madre, totalmente fiel a las viejas costumbres. El caso de sus hermanas no fue diferente.
Recibió su educación preparatoria en la Escuela Browning en la Ciudad de Nueva York y el Instituto de Loomis, Windsor en Connecticut. Posteriormente fue a la Universidad de Yale donde obtuvo altos honores en el área de economía durante los dos primeros años.
Nadie sabe lo que pudo pasar entonces, pero a partir de ese momento, Sean dejó de ser el hijo predilecto y de exquisitos modales, para comenzar a disfrutar de una vida repleta de banalidades y fechorías que irritaban de soberana manera a sus padres.
Detenido incluso por la policía, John y Sarah tuvieron que pasar el bochorno de ver roto un compromiso de matrimonio para una de las hijas, ya que la familia del novio se había escandalizado al conocer el comportamiento de Mr. Andrews.
Con tal reputación en Nueva York, ninguna fortuna iba a ser suficiente para encontrar a una familia venidera para cualquiera de los hijos, y la noticia de que el tio Lord Frank Andrews había fallecido sin ningún descendiente, no pudo ser mas oportuna.
Una carta de Angélica Andrews, madre de John, explicaba como a falta de herederos, se le concedía el titulo a Sean, y reclamaban su presencia para recibir los honores, con una posible alternativa de mudarse a Londres indefinidamente.
John y Sarah vieron la luz divina, y a sabiendas de lo que le venia encima a Angélica, aceptaron encantados para librarse de Sean durante un tiempo, con la esperanza, eso si, de que recuperara los modales y regresara casado y asentado, como un verdadero Lord.
Ni el mismo sabe, que su llegada a Londres, donde su familia ya se ha ocupado de cultivar su fama, le espera una retahíla de jóvenes dispuestas a conocer cada uno de sus encantos. Y esto para Sean, va a ser la imagen exacta de su concepto de paraíso.
Dueño: Ashley
Futuro Lord y heredero de industrias Andrews.
Biografía
Nace el 27 de Julio de 1858 en Nueva York. Hijo de John y Sarah Andrews, una familia de descendencia inglesa.
Para conocer su historia nos hemos de situar en Inglaterra, tras la revolución que tubo lugar en el siglo XVII, y dando lugar a una nueva monarquía de poder limitado
Tras acabar la monarquía absoluta de los Estuardo, William de Orange juró una declaración que dictaba la limitación de poderes del monarca y la obligación de someter sus decisiones al parlamento. De este modo, poder ejecutivo y legislativo se separaban, haciendo de la justicia un poder independiente para garantizar la defensa de la libertad individual.
Será entonces cuando se produce el acuerdo de cómo debe funcionar el sistema constitucional. El parlamento británico, que databa desde época medieval, tendrá el rey a su cabeza pero detrás de él estará la cámara de los Lords y luego la cámara de los comunes.
Concretamente, la cámara de los Lords se compondrá por los nobles, siempre con títulos individuales, no familiares, y exclusivamente heredado por su primogénito.
Sir William Andrews, bisabuelo de Sean, fue uno de los beneficiados con este tipo de titulo por el monarca George II, gracias a su apoyo financiero en la guerra de sucesión austriaca. Ya de tiempos anteriores, la familia Andrews gozaba de una considerable fortuna por sus posesiones terratenientes, dentro de una tradición feudal.
Pero volviendo a la concesión de títulos, John Andrews, padre de Sean, no era el primogénito. Su hermano Frank fue el que heredó el titulo pasando a formar parte de la cámara de los Lords.
Cuando John conoció a Sarah, hija de una familia de la nobleza rural, quedo prendado por su espíritu aventurero. Se dice que fue ella quien le instó a abandonar la vieja Inglaterra y probar fortuna en el floreciente nuevo mundo.
John, dotado con una gran visión para los negocios, era consciente que el mundo que conocían estaba cambiando y que el nuevo sistema capitalista nacido de la revolución industrial, exigía un cambio en las costumbres de la familia para salvaguardar sus fortunas.
Pertenecer a una familia de bien ya no era suficiente y sin dudarlo mucho, tomo la decisión de viajar a la emergente Nueva York.
La familia Andrews nunca estuvo en pleno acuerdo, pero no se negaron, ya que el hijo primogénito estaba siguiendo el camino estipulado según marcaba la tradición. No se mostraron reticentes a ayudar a John con un pequeño capital para empezar, resultando un favor que tendria que agradecer de por vida. Pero el capital ayudó, y sirvió para poder instalarse en la zona alta de manhattan, donde una nueva clase dirigente empezaba a erigir sus mansiones y palacetes.
John Andrews, cautivado por los nuevos avances de su época, invirtió en la reciente abierta bolsa de Nueva York. Las cosas no les fueron mal en una ciudad que estaba sufriendo el mayor de los crecimientos económicos de la historia, y convirtiéndose poco a poco en eje central de los intercambios comerciales a nivel mundial. Por eso, John Andrews tomo la mejor decisión de su vida, invertir en la construcción de transportes, y creando una de las líneas trasatlánticas mas importantes de la época.
En toda esa locura de esplendor, fue cuando nació Sean. Le siguieron dos hermanas más y cuando apenas la ultima de ellas acababa de nacer, estalló la guerra de secesión. Yankis y confederados se enfrentaban en una guerra que duraría casi cuatro años, y dejaría al país en la cuerda floja. Por suerte para los Andrews, la parte mas afectada fue el sur, y John no dudó en beneficiarse, instalando allí sucursales de su empresa, en un proyecto conocido como la reconstrucción.
La arcas de los Andrews crecía y crecía, y por fin John había conseguido ser el orgullo de sus parientes ingleses, quienes no se cuestionaban jamás su derecho a chupar del bote.
La vida de Sean prácticamente desde que nació estuvo marcada por una fuerte tradición victoriana implantada por su madre, totalmente fiel a las viejas costumbres. El caso de sus hermanas no fue diferente.
Recibió su educación preparatoria en la Escuela Browning en la Ciudad de Nueva York y el Instituto de Loomis, Windsor en Connecticut. Posteriormente fue a la Universidad de Yale donde obtuvo altos honores en el área de economía durante los dos primeros años.
Nadie sabe lo que pudo pasar entonces, pero a partir de ese momento, Sean dejó de ser el hijo predilecto y de exquisitos modales, para comenzar a disfrutar de una vida repleta de banalidades y fechorías que irritaban de soberana manera a sus padres.
Detenido incluso por la policía, John y Sarah tuvieron que pasar el bochorno de ver roto un compromiso de matrimonio para una de las hijas, ya que la familia del novio se había escandalizado al conocer el comportamiento de Mr. Andrews.
Con tal reputación en Nueva York, ninguna fortuna iba a ser suficiente para encontrar a una familia venidera para cualquiera de los hijos, y la noticia de que el tio Lord Frank Andrews había fallecido sin ningún descendiente, no pudo ser mas oportuna.
Una carta de Angélica Andrews, madre de John, explicaba como a falta de herederos, se le concedía el titulo a Sean, y reclamaban su presencia para recibir los honores, con una posible alternativa de mudarse a Londres indefinidamente.
John y Sarah vieron la luz divina, y a sabiendas de lo que le venia encima a Angélica, aceptaron encantados para librarse de Sean durante un tiempo, con la esperanza, eso si, de que recuperara los modales y regresara casado y asentado, como un verdadero Lord.
Ni el mismo sabe, que su llegada a Londres, donde su familia ya se ha ocupado de cultivar su fama, le espera una retahíla de jóvenes dispuestas a conocer cada uno de sus encantos. Y esto para Sean, va a ser la imagen exacta de su concepto de paraíso.
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Dueño: Ashley
Jane Cassydi
Jane Cassidy
Familia: Cassidy
Edad: 20
Ocupación: Tabernera, con aspiraciones a escritora.
Biografía:
Jane nace en 1865, en Southampton, Inglaterra.
Como la mayoría de la población de la ciudad, su padre era un honrado marinero que debía ausentarse durante prolongados periodos de tiempo navegando en alta mar.
Jane tubo la suerte de poder asistir a la escuela con su hermano Owen, pero los grandes cambios del mundo, empezaron a dejar a la familia en una situación mas precaria.
Cuando su hermano mayor, Owen, tomó el mismo camino que su padre, ella y su madre debieron hacerse cargo de los otros dos pequeños; Dale y Audrey. De modo que mientras su madre se sometía a largas jornadas de trabajo como costurera en una boutique del centro, Jane se encargaba de proporcionar una humilde educación a sus hermanos, con el fin de que lograran como mínimo, aprender a leer y escribir.
Desde muy temprana edad Jane se dio cuenta que era una aventurera dotada de una inagotable imaginación. Le encantaba sumergirse en las historias de los libros e imaginarse como la heroína protagonista de un sin fin de peripecias y hazañas.
Envidiaba a su padre y a su hermano por tener la posibilidad de conocer el mundo más allá de los muros de la ciudad de Southampton, y ellos alimentaban sus fantasías con leyendas del mar y del nuevo mundo, cada vez que regresaban a casa.
Cuando sus hermanos se hicieron mayores, Jane se vio librada de sus responsabilidades como institutriz, y la madre le consiguió un puesto para trabajar en la boutique junto a su hermana Audrey.
Dale, contrario a los otros dos hombres de la familia, decidió que no quería ser marinero, puesto no quería separarse de sus hermanas, y fue contratado en el puerto para cargar y descargar mercancías.
Jane aceptó a regañadientes su destino, y no tardó en darse cuenta de que aquella rutina, acabaría consumiendo su alma por completo.
Fue su hermana pequeña, Audrey, el detonante para que Jane se atreviera a probar suerte haciendo lo que mas le gustaba, escribir.
Audrey había salido a la madre, y con un exquisito sentido por la moda, y unas manos talentosas que eran capaces de bordar los mejores vestidos, acabo por encandilar al propietario y a casi toda la clientela de la boutique. Tal fue el éxito, que enseguida Jane fue substituida y relegada a funciones menos consideradas, como la limpieza y el orden.
La madre, viendo como su hija mayor perdía toda ilusión por la vida, tomo una decisión. Ofreció a Jane parte de los ahorros de la familia, para que viajara a Londres y probara suerte intentando publicar sus historias, que tanto encantaban a familia y vecinos. Creía firmemente en sus posibilidades, y aunque a sabiendas de que siendo una mujer, no lo tendría fácil, tenia una fe ciega en el talento de su hija.
La suerte quiso que una prima de la familia Cassidy, Elisabeth, también estuviera viviendo en un modesto apartamento de Londres, y la madre de Jane lo arregló para que allí pudiera alojarse su hija, con un alquiler muy rentable y generoso.
Además, la simpática Elisabeth, ofrecía en sus cartas la posibilidad de ayudar a Jane consiguiendo un trabajo en una taberna, para poder hacer frente a los gastos en la ciudad, hasta que alguien se decidiera a pagarle por sus escritos.
Con todos los preparativos hechos de ante mano, la joven Jane hizo el equipaje, se despidió de su madre y hermanos pequeños, escribió cartas de agradecimiento a su padre y a Owen por permitirlo, y marcho rumbo a Londres donde le esperaba su primera de una larga lista de aventuras.
Dueño: Ashley
Cara: Ashley Benson
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Familia: Cassidy
Edad: 20
Ocupación: Tabernera, con aspiraciones a escritora.
Biografía:
Jane nace en 1865, en Southampton, Inglaterra.
Como la mayoría de la población de la ciudad, su padre era un honrado marinero que debía ausentarse durante prolongados periodos de tiempo navegando en alta mar.
Jane tubo la suerte de poder asistir a la escuela con su hermano Owen, pero los grandes cambios del mundo, empezaron a dejar a la familia en una situación mas precaria.
Cuando su hermano mayor, Owen, tomó el mismo camino que su padre, ella y su madre debieron hacerse cargo de los otros dos pequeños; Dale y Audrey. De modo que mientras su madre se sometía a largas jornadas de trabajo como costurera en una boutique del centro, Jane se encargaba de proporcionar una humilde educación a sus hermanos, con el fin de que lograran como mínimo, aprender a leer y escribir.
Desde muy temprana edad Jane se dio cuenta que era una aventurera dotada de una inagotable imaginación. Le encantaba sumergirse en las historias de los libros e imaginarse como la heroína protagonista de un sin fin de peripecias y hazañas.
Envidiaba a su padre y a su hermano por tener la posibilidad de conocer el mundo más allá de los muros de la ciudad de Southampton, y ellos alimentaban sus fantasías con leyendas del mar y del nuevo mundo, cada vez que regresaban a casa.
Cuando sus hermanos se hicieron mayores, Jane se vio librada de sus responsabilidades como institutriz, y la madre le consiguió un puesto para trabajar en la boutique junto a su hermana Audrey.
Dale, contrario a los otros dos hombres de la familia, decidió que no quería ser marinero, puesto no quería separarse de sus hermanas, y fue contratado en el puerto para cargar y descargar mercancías.
Jane aceptó a regañadientes su destino, y no tardó en darse cuenta de que aquella rutina, acabaría consumiendo su alma por completo.
Fue su hermana pequeña, Audrey, el detonante para que Jane se atreviera a probar suerte haciendo lo que mas le gustaba, escribir.
Audrey había salido a la madre, y con un exquisito sentido por la moda, y unas manos talentosas que eran capaces de bordar los mejores vestidos, acabo por encandilar al propietario y a casi toda la clientela de la boutique. Tal fue el éxito, que enseguida Jane fue substituida y relegada a funciones menos consideradas, como la limpieza y el orden.
La madre, viendo como su hija mayor perdía toda ilusión por la vida, tomo una decisión. Ofreció a Jane parte de los ahorros de la familia, para que viajara a Londres y probara suerte intentando publicar sus historias, que tanto encantaban a familia y vecinos. Creía firmemente en sus posibilidades, y aunque a sabiendas de que siendo una mujer, no lo tendría fácil, tenia una fe ciega en el talento de su hija.
La suerte quiso que una prima de la familia Cassidy, Elisabeth, también estuviera viviendo en un modesto apartamento de Londres, y la madre de Jane lo arregló para que allí pudiera alojarse su hija, con un alquiler muy rentable y generoso.
Además, la simpática Elisabeth, ofrecía en sus cartas la posibilidad de ayudar a Jane consiguiendo un trabajo en una taberna, para poder hacer frente a los gastos en la ciudad, hasta que alguien se decidiera a pagarle por sus escritos.
Con todos los preparativos hechos de ante mano, la joven Jane hizo el equipaje, se despidió de su madre y hermanos pequeños, escribió cartas de agradecimiento a su padre y a Owen por permitirlo, y marcho rumbo a Londres donde le esperaba su primera de una larga lista de aventuras.
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